No pierdas las bendiciones

//Pr. Luis A. Núñez\\

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3)

“y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2:6)

En el libro de Efesios, la Biblia menciona que ya fuimos bendecidos con toda clase de bendiciones en los lugares celestiales y el capítulo 2 dice que estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales, es decir en el primer versículo habla de posesión y en el otro de posición. De este modo entendemos que la posición te da derecho a la posesión. Nota que tanto la posición, como la posesión no son hechos que tengan que ver con nuestras obras sino es la obra de Dios. Él te puso allí y te dio toda bendición.

La pregunta sería, si ya fuimos bendecidos entonces ¿por qué es que aún no lo disfrutamos completamente?

Todo el mundo quiere ser bendecido y el Señor en su inmenso amor también desea que cada persona sea bendecida. Entonces el problema no está en las bendiciones del Señor, sino la persona que la recibe.

En la Biblia existen principios espirituales, estos principios espirituales son muy poderosos y son más fuertes aun que las leyes naturales de este mundo y el universo entero. Estos principios tienen que ver directamente con la Palabra de Dios manifestada en la Biblia. Por ejemplo, en Apocalipsis 3:11 la Biblia muestra que otro puede tomar la corona ha sido reservada para ti; corona habla de premio, de logro, de alcance. “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”.  Veamos también 2 Juan 1:8: “… sino que recibáis galardón completo”.

Dios en su infinito amor ha liberado bendiciones para cada uno, pero hay una responsabilidad que cada uno debe expresar, para experimentar lo que Él ya te dio en su infinito amor. Ahora vamos a ver situaciones de personas que perdieron la bendición, siendo que la tenían ¿Cuándo es que no experimentamos la bendición?

  1. CUANDO NO VALORAMOS LO QUE RECIBIMOS (no dar valor es no creer)

En el libro de Génesis 25:27-34 vemos la historia de Jacob y Esaú. Vemos que el Señor en su soberanía determinó que Esaú sería el mayor, el primogénito, aquel sobre el cual recaería una gran bendición. La doble bendición era para el primogénito. Esaú estaba en la posición donde recibiría la bendición.

Pero vemos en Hebreos 12:16-17 dice que el cambió esa bendición por un plato de lentejas. No le dio valor a aquello que recibió.  Era el primogénito (posición determina posesión)

Ej. Muchas veces nosotros no valoramos nuestro empleo o un trabajo con un determinado salario, matrimonio, el ser hijos de Dios, etc. No damos el valor que requiere cuando no estamos dispuestos a pagar el precio debido, en el caso de Esaú, él desprecio lo que Dios le dio. Para Judas Jesús valió 30 monedas ¿Sabes es el valor de ser un hijo de Dios? La consecuencia de este desprecio para Esaú es que Dios lo desechó y la bendición pasó a Jacob. Nuestro lenguaje debe ser: “Si Dios me bendijo, no renunciaré a ello, por absolutamente nada”

Dale el valor que corresponde a la iglesia, dale valor a tu liderazgo, a tu familia, a tus líderes, etc.

  1. CUANDO HABLAMOS MAL DE LA BENDICIÓN (hablar mal es no creer)

En Números 13:1,27,30-33 la Biblia nos cuenta la historia en la cual Moisés envió 12 espías a Canaán para ver la tierra. El propósito del Señor era mostrarles, anticipadamente, todo aquello que tenía preparado para ellos, pero ellos en lugar de alegrarse y recibir todo ello por gracia, comenzaron a hablar mal de toda la bendición que el Señor tenia para ellos. Comenzaron a decir que la tierra que el Señor les daba era un lugar lleno de gigantes y que ciertamente no podrían vencer, de esa manera hablaron mal y despreciaron la bendición del Señor. La consecuencia de todo ello fue que toda esa generación, a excepción de Josué y Caleb, no entraron en la tierra prometida, ellos murieron en el desierto y no pudieron disfrutar de la gran bendición que el Señor les tenía preparado. Ellos no solo disminuyeron su bendición, sino que hablaron mal.

Nada de lo que Dios te da es malo. La iglesia es un regalo de Dios, nunca hables mal de ella; una cosa es ver errores de algún tipo y confrontarlos o solucionarlos, dentro de los límites de lo correcto, pero hablar mal de ella es un motivo para perder la bendición.

  1. CUANDO PERDEMOS LA PASIÓN (perdemos pasión cuando perdemos fe)

En el libro de 2 Reyes 13:14-19 leemos la historia de cierto rey llamado Joaz, esta es una historia de prueba. Joaz enfrentaba un fuerte conflicto con los sirios y por ello pidió ayuda al profeta Eliseo para poder tener una dirección de parte de Dios y así hacer frente al enemigo. Eliseo le pidió a Joaz que tomara su arco y flecha y la lance por la ventana, vemos en la Palabra de Dios que él solo lo hizo tres veces y por ello solo ganaría tres veces. Nota que Eliseo no le dijo cuántas veces debía hacerlo, porque la cantidad de golpes que el daría mostraría su intensidad y su pasión, eso mostraría aquello que realmente quería. Allí Eliseo le llama la atención por su falta de intensidad y compromiso, es por ello que el pierde la bendición de ganar esa guerra. La pasión es esa alegría viva y eficaz que nos mueve a hacer las cosas de mejor manera. En Apocalipsis vemos que la reprensión del Señor contra la Iglesia de Éfeso era por haber perdido su primer amor. No podemos servir al Señor sin pasión en nuestro corazón. Todo aquel que es apasionado, ciertamente conseguirá aún más que aquello que tanto desea. Las personas que tienen más éxito en aquello que hacen son aquellas que están muy apasionadas.

Este año 2019 veremos cosas mayores, todas nuestras células se multiplicarán, ninguna se cerrará, Dios va a traer gracia y prosperidad a tu vida, vamos a creer y confesar cada día lo que creemos.

  1. CUANDO SOMOS INCONSTANTES

Nuestra victoria durará poco si nos detenemos rápido y si dejamos de insistir. Aprendamos a ser constantes con Dios, muchas veces iniciamos algo y nos detenemos después. En el libro de Santiago 1:5-7 la Biblia menciona a los de doble ánimo, los inconstantes nunca alcanzarán nada. La fe debe ser constante.

¿Por qué a veces nos volvemos inconstantes?

Porque somos llevados por las emociones. Las emociones no son constantes y vencedor es aquel que es constante. Jeremías 17:9 dice que el corazón es engañoso.

En ocasiones somos inconstantes porque tenemos miedo al dolor, a la incomodidad, a la rutina, a la repetición, a la cruz, al trabajo. Dios no desea que seamos perezosos. Muchos creyentes creen que todo responde a una cuestión mágica. Dios bendice al que tiene constancia. Ej. Si hablamos de la oración, el Señor nos muestra la historia de la viuda que importunaba a un juez que era malo y lo hacía de día y de noche, fue constante hasta recibir lo que quería (Lucas 18:1-7)

  1. CUANDO NOS VOLVEMOS CIEGOS

En Lucas 19:41-42,44 vemos unos versículos muy tristes: « Cuando iba llegando, viendo la ciudad lloró… porque no reconociste la oportunidad de tu visitación” Allí leemos las palabras de Señor Jesús, mencionando que dicha ciudad no podía reconocer el tiempo en el que vivía. Existe mucha gente que en el tiempo de Jesús caminaron con Él, pero no pudieron reconocerlo. Solo aquellos que lograron verlo y reconocerlo fueron bendecidos grandemente.

Leemos en Jeremías 33.3: Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” Aquí vemos que una de las bendiciones que el Señor da a aquellos que claman a él es poder enseñarles y mostrarles, eso habla de ver. Todo el mundo es bendecido, algunas personas, tal vez, más que otras, el problema es que pocos pueden ver la bendición y reconocerla, por más cara o preciosa que sea, no servirá de nada si no la podemos ver.

Es tiempo de orar y de pedir al Señor que abra nuestros ojos para ver todas las bendiciones que tiene para nosotros. La Biblia nos enseña en el nuevo testamento que todas las bendiciones ya fueron liberadas para cada uno de nosotros, es tiempo de abrir nuestros ojos, ver y tomar aquello que Dios nos da.

No perdamos la bendición del Señor sobre nuestras vidas, es tiempo de valorar, hablar bien, ser constantes, apasionados, sobre todo, orar para que cada día, el Señor abra nuestros ojos y nos permita ver todo aquello que tiene para nosotros. El Señor nos quiere bendecir abundantemente hoy y todos los días.

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