//Pr. David Malpartida\\
Hubo un día en que Dios mismo se hizo gente así como nosotros, nacido de una mujer. La Biblia dice que aquel día que nació, hubo fiesta en los cielos. Los ángeles aparecieron cantando y anunciaron a los pastores que estaban en el campo que el salvador del mundo había nacido. Además apareció una señal en el cielo, una estrella anunciando que algo maravilloso estaba aconteciendo en el mundo. Los magos vieron y siguieron la estrella hasta llegar a donde estaba Jesús, adoraron y ofrecieron regalos al Mesías que había nacido.
Jesús creció como cualquier persona, obediente a sus padres y de acuerdo a los mandamientos de aquella época. Cuando llegó el tiempo de manifestar su ministerio y su propósito al mundo, caminó en medio de los pecadores, de todo tipo de personas. Él no fue a un templo y vivió allí encerrado como los fariseos y religiosos de su época, sino que él fue en busca de los pecadores perdidos, aquellos que para la sociedad y para los religiosos eran los peores. Para los fariseos esas personas eran indignas a los ojos de Dios, no podían alcanzar ni tocar en Dios, eran los despreciados y rechazados. Pero Jesús hizo todo lo contrario, caminando en medio de esos pecadores, las personas se sentían atraídas por ese Jesús, porque percibían que él los amaba. Al lado de Jesús las personas no eran rechazadas, sino que eran amadas y aceptadas. Esa atracción no era por causa de un carisma especial de Jesús, sino era su amor y su aceptación.
Todos los fariseos y religiosos juzgaban y criticaban a los pecadores, pero Jesús no condenaba ni juzgaba a nadie.
Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más (Juan 8:10-11).
Los pecadores eran atraídos a Jesús, por causa que en vez de juicio ellos recibían perdón. Aquella mujer fue perdonada por Jesús y eso de hecho fue motivo para que ella ame a Dios. Algunos comentaristas dicen que la mujer que rompió su frasco de alabastro para ungir los pies de Jesús, fue justamente esta mujer que fue perdonada (Lucas 7:36-39).
Jesús mismo dijo que aquel que se le perdona mucho, mucho le amará; pero aquel que se le perdona poco, poco ama.
Jesús fue llamado amigo de pecadores y publicanos.
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió. Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento (Mateo 9:9-11).
Lo más impresionante a los ojos de las personas, es que este Jesús iba a comer y beber con los pecadores, él no tenía prejuicio por las personas, al contrario las recibía. Por causa de ese amor, las personas eran atraídas poderosamente. Todo tipo de personas con diferentes necesidades y problemas se acercaron a Jesús.
Tipos de personas que se acercaron a Jesús:
Personas enfermas fueron sanadas por su poder y amor, a ninguno de ellos condenó diciendo que su enfermedad era por causa de algún pecado que habían cometido como muchos religiosos en este tiempo afirman.
Personas de mal proceder cuando se acercaron a Jesús, fueron transformadas por las palabras que salían de su boca. Como el caso de Zaqueo y el caso de la mujer que fue sorprendida en el adulterio.
Personas que tenían necesidades espirituales fueron satisfechas como el caso de la mujer samaritana que tenía la necesidad de adorar a Dios.
Personas que tenían problemas espirituales fueron sanadas como el caso del joven gadareno, de quien Jesús expulsó más de 2 mil demonios. Y así a muchos les libró de la opresión de demonios.
Personas con un profundo dolor en el alma, fueron aliviados y consolados de una manera que ningún hombre en el mundo puede hacerlo, como el caso de la viuda de Nahín, que había perdido a su único hijo. Jesús al ver el lloro y sufrimiento de ella, resucitó a su hijo y la entregó vivo.
Personas hambrientas no solo de pan, sino hambrientas espiritualmente fueron saciadas y satisfechas. Como el caso de la multiplicación de cinco panes para más de cinco mil personas.
Personas carentes de amor y aceptación, fueron amadas y restauradas por la persona de Jesús. Él les dijo venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os daré descanso.
Hablar del amor de Jesús es tan poderoso, que nos atrae así como cuando un imán atrae algún metal. Ese amor nos conmueve a seguirlo y vivir en paz, sabiendo que somos los amados de ese Jesús lleno de compasión y gracia.
La lista es larga para enumerar todo lo que hizo Jesús, sus obras fueron incontables en favor de una humanidad esclavizada por el pecado.
Jesús no fue llamado amigo de príncipes, de gobernantes, de reyes o amigo de los poderosos; sino él fue llamado amigo de pecadores.
La religión nos muestra un Jesús diferente del que la Biblia menciona, aun en el mundo las personas ven a Jesús como alguien que fue un gran hombre; pero nunca tuvieron la oportunidad de ser atraídas por su amor. Por causa que muchas veces la religión los ha excluido, aun muchos predicadores condenan a las personas por sus pecados. Jesús no te condena, al contrario él quiere salvarte, sanarte y darte un nuevo corazón, una vida llena de paz. Él quiere darte una nueva vida, una nueva historia.
Un encuentro con Jesús puede ser un acontecimiento poderoso en tu vida, como el caso del centurión romano.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios (Mateo 27:50-54).
Un soldado romano que no creía en Jesús, al ver que el mundo se conmovió con la muerte de Jesús, tuvo un encuentro con Jesús al pie de la cruz y a partir de ese momento Jesús escribió una nueva historia en su vida.
Si tú siendo un creyente caíste por alguna razón, recuerda que Jesús no te dejó de amar, aun tienes chances de volver a deleitarte en su presencia. No caigas en la condenación de las personas, corre a los brazos de Jesús y recibe su perdón, sanidad y restauración. Vuelve a lo que estabas haciendo para Dios, Jesús no te ha desechado, él sigue creyendo hasta el último día de tu vida.