Muerto al pecado

//Pr. Luis A. Núñez\\

Constantemente escucho de que somos imperfectos, definitivamente este concepto es debido a que fallamos, caemos, infringimos, caemos en iras, enojos, etc.  pero la realidad es que somos perfectos, pues la obra de Dios es completa, Él no hizo una obra que requiera que nosotros la completemos. Lo que necesitamos en realidad es expresar lo que somos, es como un bebé recién nacido, en términos normales, este bebé es un ser completo, lo único que necesita es desarrollar todo en él para expresar su máximo potencial; el que no hable aun o hable a medias, el que no camine muy bien o no pueda correr aun, no significa que es imperfecto.

No entristescas al Espíritu

“Y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:8)

Vivir en la carne significa no creer en lo que somos y por no creer tenemos actitudes erradas y caídas.

“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado” (2 Timoteo 2:4)

Definitivamente hay una forma de agradar a Dios y es creyendo en Él y en la obra consumada y por el creer en la obra perfecta que hizo en nosotros, expresar la vida en abundacia. Es verdad que aún todos estamos sujetos a caídas y cuando caemos entristecemos al Espíritu Santo, pero Él no se va, su tristeza no es como una herida del alma con nosotros, su tristeza está relacionada a nosotros mismos, ya que toda caida repercutirá en nuestro propio sufrir porque tendremos que enfrentar consecuencias.

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”            (Efesios 4:29-30)

La tristeza del Espíritu no es rabia, ni ira, lo que si es verdad es que la ira de Dios vendrá, pero no sobre sus hijos.

¿Cómo debemos vivir día a día?

“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu”            (1 Tesalonicenses 5:16-19)

Pablo usa el verbo apagar, pero en la lenguaje original podemos entender esta palabra como bloquear, extinguir, opacar, etc. En el contexto que se nos da, son una serie de instrucciones y cuando impedimos la expresión de Cristo en nosotros estamos bloqueando o apagando, pero entendamos bien el sentido, no es como apagar el fuego, ni como desconectar una bombilla eléctrica, sino es como cubrir una luz que está brillando, es como una ventana cubierta de vapor, es decir, cuando insisto en vivir fuera de la voluntad de Dios, no dejo que la luz de Dios brille, que Él se exprese en su plenitud. Dios quiere expresarse a través de nuestra vida, porque su naturaleza es nuestra naturaleza.

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23)

No fui llamado para amenazarte, vine a contarte una buena noticia: Quién está muerto ya fue libre del pecado, pero tampoco fui llamado para decirte que Dios va a recompensarte en el caso de que tú estés pecando, tú necesitas saber quién eres y creer en eso. Tú eres una nueva criatura, hijo de Dios, tú eres santo, vive de acuerdo a tu nueva naturaleza. A partir del momento en que tú sabes quién eres en Cristo y crees en esa verdad, entonces debes vivir de acuerdo con eso.

El mensaje de la gracia produce el milagro del nuevo nacimiento, transformando a las personas, ese mensaje es poderoso para liberar al hombre del pecado. Tú eres santo (Separado), ahora esa es nuestra naturaleza otorgada por Dios el día que creímos, por eso somos llamados santos.

“Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él” (Efesios 1:4)

La santificación, es la expresión de nuestra condición, la expresión de tu nueva naturaleza. La palabra pecado, de acuerdo al idioma original significa errar en el blanco, significa desviarse del camino, significa  no ser parte de, entonces desde Adán el hombre tiene la naturaleza del pecado que lo llevó a vivir en pecados. El problema del pecado fue resuelto por Cristo en la cruz, otorgándonos su naturaleza santa y poder de victoria sobre los pecados. Ahora sabemos que ¡fuimos perdonados! todos nuestros pecados fueron perdonados en la cruz.

“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecadossegún las riquezas de su gracia” (Efesios 1:7)

Aquí el uso del verbo perdón no es pasado, sino un presente continuo, en quien estamos siendo perdonados ¡Aleluya! Por eso decimos que Él nos perdonó los pecados pasados, presentes y futuros, en Él tenemos perdón continuo, pero no entender esta realidad maravillosa produce pensamientos errados como:  “¿Por qué me debo preocupar en tener una actitud correcta si Dios ya garantizó el perdón para todo lo que yo hiciere ahora o en el futuro? entonces puedo pecar mañana porque ya fui perdonado”.

Casi dos mil años y el problema es el mismo

Los hermanos de la iglesia primitiva también pensaron igual cuando el apóstol Pablo hizo la misma afirmación, es por eso que Pablo realiza una pregunta que él mismo responde, veamos:

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?  ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:1-4)

Lo más interesante aquí son las razones que Pablo presenta para que nosotros no permanezcamos más en el pecado:

  1. Él no dice que no debemos pecar porque vamos a perder la salvación.
  2. Tampoco dice que Dios va a castigarnos con plagas y maldiciones.
  3. Ni que Dios va a quedar airado con nosotros.
  4. Tampoco dice que seríamos excluÍdos de la comunión.

Pablo no hace ninguna amenaza, él solamente pregunta: “¿cómo viviremos aún en el pecado? Si hemos muerto para el”.

“En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:2)

La respuesta de Pablo es: “Nosotros hemos muerto al pecado, fuimos crucificados sepultados y resucitamos como una nueva criatura, vivimos una nueva vida”. Jesús murió no solo por nuestros pecados, sino también para proveernos una muerte, él murió para que pudiésemos morir también. Entonces es absolutamente vital que creas que estás muerto al pecado, que tu viejo hombre ya murió y ese nuevo hombre no está más sujeto al pecado. Eso es un hecho en el mundo espiritual, tú eres una nueva criatura.

La gran señal de que alguien nació de nuevo es que él no consigue pecar y luego quedar en paz, no estoy diciendo que tú no pecas, nosotros estamos sujetos al pecado y a la tentación, pero no disfrutamos más vivir así, cuando tú naciste de nuevo ya no eres más esclavo del pecado, ahora tú eres esclavo de la justicia.

Siervos de la justicia

“Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia” (Romanos 6:17-18)

Veamos la figura del esclavo de oreja perforada, quien es libre de su pecado, pero decide ser esclavo de la justicia y allí se abre una puerta de propósito, perforado junto a la puerta, o dentro del dintel, por eso Pablo dice: “Pablo, siervo de Cristo llamado a ser apóstol”.

La Palabra de Dios dice una gran verdad, que tú has muerto para el pecado. Muchos cristianos tienen una visión absurda en relación al pecado, ellos piensan que la iglesia es una prisión que impide a los creyentes que pequen y que si el pastor les da mucha libertad el creyente va a volver para el mundo, esa es una visión mundana.

Las personas del mundo piensan que somos como ellos y queremos hacer las mismas cosas que ellos hacen y concluyen que no lo hacemos porque el pastor nos detiene y nos amenaza en la iglesia. Nosotros no somos como las personas del mundo, somos esencialmente diferentes, tenemos una naturaleza diferente, nuestros deseos son otros, somos nuevas criaturas. El gran problema es cuando los cristianos siguen pensando que somos como lo eramos en el mundo. Nuestro deseo es para el Señor, nuestro corazón está inclinado al Señor y ahora nuestro nuevo hombre desea hacer su voluntad, Dios preparó una vida abundante, preparó lo mejor para nosotros y ofrece una vida santa para que nosotros podamos vivirla.

“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5)

Porque hemos muerto al pecado, tenemos que hacer morir en nosotros esos hábitos o concupiscencias, que eran cosas en las cuales vivíamos en otro tiempo, eran parte de nuestra vida. Hacer morir implica que debemos tener actitudes y tomar decisiones que hagan que estos hábitos mueran en lugar de fortalecerlos, es allí donde tomamos decisiones de no ir a lugares o participar de cosas que solo fortalecerán lo terrenal en nosotros.

“Cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:6-17)

La ropa tiene un principio donde sea, es expresión. La ropa muestra algo donde quieras, en China, Rusia, en la Tierra del fuego, etc. Entonces, cuando dice que debemos vestir como escogidos de Dios y despojarnos del viejo hombre, está hablando que debemos expresar nuestra nueva naturaleza. La base de toda esta victoria y la experiencia de una nueva vida es el hecho de que somos libres, hemos muerto al pecado.

El pecado tiene consecuencias

Ahora, es obvio que existen consecuencias para el pecado, tú no puedes esperar colocar la mano en el fuego y no quemarte, los pecados producen consecuencias, pero Jesús llevó sobre sí las maldiciones del pecado, sin embargo no esperes que Jesús te libre de las consecuencias naturales de tus actos. Consecuencias naturales y maldiciones son dos cosas diferentes, una consecuencia natural de un robo sería que la persona que cometió el delito vaya presa, más la maldición que viene sobre el que roba es que sus hijos y nietos serán ladrones y mendigarán el pan, la maldición es terrible, sin embargo, Cristo nos rescató de toda maldición.

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)” (Gálatas 3:13)

Muchos aún están con miedo de perder su salvación por haber caído en el pecado, pero eso no es posible porque tú no fuiste salvo por tus obras y no puedes mantener tu salvación por tu buen comportamiento. Algunos dicen que esta enseñanza suaviza el pecado, pero es exactamente lo opuesto, pecar es serio y grave, pero ahora que tenemos al Espíritu Santo en nosotros, Dios permite que vivamos una vida totalmente distinta.

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