¿Qué es lo que tienes en la mano?

//Pr. Eliud Cervantes\\

Confía en el Señor y camina por fe

La palabra de hoy se basa en una historia en 1 Samuel 13, donde el ejército de Israel, dirigido por el rey Saúl, de la tribu de Benjamín, fue rodeado por sus enemigos.

“Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando” (1 Samuel 13:5–7) 

El rey Saúl tuvo mucho miedo en esta situación, y por temor a que su propio pueblo lo abandonara, desobedeció a Dios. En 1 Samuel 10:8, el profeta Samuel instruyó a Saúl que esperara la llegada de Samuel para sacrificar holocaustos y ofrendas de paz antes de ir a la guerra. Pero durante este período de espera, cuando Saúl vio cómo sus soldados huían (1 Samuel 13:11), optó por ofrecer un sacrificio por su cuenta en lugar de esperar a Samuel porque estaba desesperado por tomar el control de la situación él mismo. Debido a que Saúl desobedeció a Dios, su reinado pasó a otro (1 Samuel 13:14).

Saúl era un hombre carnal que andaba por lo que veía. La carne siempre quiere hacer algo para ayudarse a sí misma en lugar de esperar en el Señor. La Biblia nos dice que caminemos por fe y no por lo que vemos (2 Corintios 5:7). Incluso frente a nuestros problemas, podemos elegir estar quietos y ver al Señor pelear por nosotros (Éxodo 14:13). 

Cuando estés abrumado, confía en el Señor y vé la victoria 

“Saúl, pues, y Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, se quedaron en Gabaa de Benjamín; pero los filisteos habían acampado en Micmas.Y salieron merodeadores del campamento de los filisteos en tres escuadrones; un escuadrón marchaba por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual,  otro escuadrón marchaba hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchaba hacia la región que mira al valle de Zeboim, hacia el desierto” (1 Samuel 13:16–18) 

Israel estaba rodeado por sus enemigos (los filisteos se acercaban desde Bet-horón, Ofra y Zeboim, mientras que Jerusalén estaba ocupada por los jebuseos). Como resultado, la gente tuvo miedo y se escondió. Algunos incluso desertaron para unirse a los filisteos. Pero la victoria de Dios es diferente de la victoria alcanzada por el brazo de la carne; no podemos usar métodos mundanos para vencer al mundo.

“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6b) 

Esta es la manera en que Dios supera nuestras pruebas: a través del poder del Espíritu Santo que fluye en nosotros a medida que seguimos al Señor. Los filisteos eran griegos que entraron a Israel por la costa del Mediterráneo en lugar de cruzar el río Jordán como lo hicieron los hijos de Israel.

Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los filisteos habían dicho: Para que los hebreos no hagan espada o lanza. Por lo cual todos los de Israel tenían que descender a los filisteos para afilar cada uno la reja de su arado, su azadón, su hacha o su hoz. Y el precio era un pim por las rejas de arado y por los azadones, y la tercera parte de un siclo por afilar las hachas y por componer las aguijadas” (1 Samuel 13:19-21) 

Los filisteos no querían compartir su conocimiento con los israelitas para que pudieran permanecer más avanzados en armamento. Sin embargo, a los hijos de Israel se les permitió usar hierro para sus herramientas agrícolas, pero tuvieron que ir a los filisteos y pagar una cantidad exorbitante de dinero para afilar sus herramientas de hierro con el hierro de los filisteos. Esto se sumó a la vergüenza de los israelitas, ya que se volvieron dependientes de la ayuda de su enemigo durante el tiempo de la batalla.

Pero tenemos que saber que Dios no necesita que usemos las cosas del mundo para ver la victoria en nuestras vidas. Cuando usamos las cosas del mundo, nos volvemos dependientes del mundo. Dios quiere que dependamos de Él. Dios puede darnos la victoria usando lo que está en nuestras manos.

Dios dió una Victoria con aguijada de buey:   

“Después de él fue Samgar hijo de Anat, el cual mató a seiscientos hombres de los filisteos con una aguijada de bueyes; y él también salvó a Israel” (Jueces 3:31)
Dios dió una Victoria con una honda y una piedra:

“Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano” (1 Samuel 17:50) 

Dios dió una victoria con la quijada de un burro:

“Y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres” (Jueces 15:15) 

En la Biblia vemos como el pueblo de Dios derrotó a sus enemigos con las cosas sencillas que tenían en sus manos. A pesar de que no tenían armas poderosas (que se habrían sumado a su fuerza natural para la batalla), estos hombres aun así derrotaron a sus enemigos porque el Señor estaba con ellos. De la misma manera, no necesitamos las armas del mundo para obtener la victoria en nuestras vidas. Nuestra victoria viene de Dios y de seguir Sus caminos.

Todas las bendiciones de Dios pueden venir sobre ti y alcanzarte sin la ayuda de la creación del hombre.

“…Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios…” (Deuteronomio 28:1–2)

Dios nos ha puesto por encima del mundo. Esta promesa para los hijos de Israel en Deuteronomio 28 es nuestra realidad hoy. ¡Por la obra terminada de Jesús, estamos sentados en los lugares celestiales y bendecidos con toda bendición espiritual! Estas bendiciones también se traducen en bendiciones materiales.

La bendición de Dios hace que lo poco sea lo suficiente 

Los caminos de Dios son simples. Él puede usar lo poco que tenemos para prosperarnos. Vimos cómo en Jueces 3:31, Samgar venció a los filisteos con una aguijada para bueyes. Una aguijada de buey es una imagen de las palabras en nuestra boca.

“Las palabras de los sabios son como aguijones…” (Eclesiastés 12:11) 

La traducción hebrea de “aguijones” es “ lamed ”, que significa enseñar. El aguijón es una imagen de nuestras palabras. Parece que son solo Palabras, pero es suficiente para que Dios obre en la vida de las personas; por tanto, lo poco es suficiente para Dios y eso lo vemos en la Palabra el Señor en la vida de Moisés y una viuda.

“Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara” (Éxodo 4:1-2) 

Aunque Moisés sintió que solo tenía una vara en la mano, Dios usó esta vara para provocar las plagas en Egipto y dividir el Mar Rojo. Hoy Dios te está preguntando: ¿Qué es eso que tienes en la mano? ¡Él puede hacer grandes cosas con él!

“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite” (2 Reyes 4:1-2)

La traducción hebrea de esta palabra vasija es “asuk ”, que se refiere a un frasco pequeño. ¡Dios hizo que saliera aceite de esta pequeña vasija para llenar muchas vasijas hasta que se acabaron las vasijas (2 Reyes 4:5–6) En estas dos historias, vemos cómo Dios usó las cosas simples que Moisés y la viuda ya tenían para prosperarlos. La clave de su bendición no eran las cosas que poseían sino la bendición de Dios sobre ellos. El Señor quiere usar lo que ya tenemos para prosperarnos.

El Señor puede salvar con muchos o pocos

Volviendo a la historia del rey Saúl y su ejército siendo rodeados por sus enemigos. Cuando todas las probabilidades estaban en su contra, Dios solo estaba esperando que un hombre diera un paso al frente y confrontara al enemigo. Y esa persona era Jonatán, hijo de Saúl.

“Aconteció un día, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven y pasemos a la guarnición de los filisteos, que está de aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre” (1 Samuel 14:1) 

Jonatán decidió luchar contra los filisteos con su escudero sin el conocimiento de Saúl. El escudero de Jonatán era un hombre joven. Hoy, Dios está buscando hombres y mujeres jóvenes para llevar a cabo sus grandes y poderosas hazañas. 

“Dijo, pues, Jonatán a su paje de armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos; quizá haga algo Jehová por nosotros, pues no es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos. Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón; ve, pues aquí estoy contigo a tu voluntad” (1 Samuel 14:6-7)

Nada puede impedir que el Señor nos salve. El Señor es un Salvador y quiere salvarte en tu situación ahora mismo, sin importar las probabilidades en tu contra. Todo lo que se necesitó fueron dos personas (Jonatán y su escudero) para que el Señor liberara a Israel de los filisteos. El Señor solo estaba esperando que alguien diera un simple paso adelante ¿Qué es lo que tienes en la mano?

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