Los dos amores de Cristo

//Pr. Luis A. Núñez\\

“Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:15-19)

El Señor Jesús dijo que “A quien se le perdona más ama más” y esta porción de la Biblia dice que nosotros le amamos porque Él nos amó primero ¿comprendes? su amor se manifestó a través del perdón y por causa de ese perdón nosotros le amamos, porque fuimos perdonados. Por eso es tan importante entender el mensaje de la gracia, nuestra salvación no es por obras, es un favor inmerecido.

Quiero que leamos nuevamente el verso 16:  “nosotros hemos conocido y creido en su amor, en el amor que Él tiene por nosotros”. Esta expresión simplemente está hablando de la entrega de Cristo por nosotros, de la obra consumada de Cristo por nosotros y por eso dice en el verso 17 que “en esto se ha perfeccionado el amor en nosotros”, es decir, en el conocer y creer en su amor, ese amor que nos perdonó y sin merecer nada nos salvó y nos trasladó a su Reino (Colocenses 1:13). Como hijos, el conocimiento de ese amor, nos lleva a vivir no por el temor, sino por la revelación de ese amor.

El principio de valorar, respetar y amar lo que Jesús ama

“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él” (Juan 14:23)

El padre amará al que guarda su palabra, porque la palabra es el mismo Señor, es la expresión de Él mismo.

“Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre” (Juan 16:27-28)

¿Observas este maravilloso principio? Yo amo a Dios, porque Él me amo primero y aunque no merecia nada, fui plenamente perdonado y por causa de eso, valoro y guardo su palabra, porque su palabra me muestra a Dios mismo.  Amo lo que Él ama.

A continuación quisiera exponer dos cosas que la Biblia dice que Jesús amaba:

1. Jesús ama a la Iglesia

“Maridos, amad a vuestras mujeres,así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”             (Efesios 5:25-27)

No es posible decir que amas a Cristo y no amas a la iglesia. Si amas a la iglesia, amas al Señor, es simple. Amar a la Iglesia es amar a las personas que la conforman, es amar los proyectos de ella, es aprender a perdonarse unos a otros, es mantener la unidad, es hablar un mismo lenguaje, es ser parte de cada proyecto.

“Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia” (Colosenses 1:24)

“Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Colosenses 1:18)

“Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia” (Efesios 5:29-32)

2. Jesús ama a este mundo

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:9-10)

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9)

No hay manera de decir que amamos al Señor y no amar a las personas, nuestro amor por las personas se expresa por la predicación del evangelio.

“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! (Romanos 10:13-15)

Anunciar el evangelio implicaba salir a caminar, ir por cada pueblo, tener los pies sucios, rajados y callosos. Para todo el que viera estos pies podría ser algo muy desagradable, pero para el Señor son pies lindos, hermosos; para el sistema de este mundo es vergüenza, es pérdida, pero para el Señor es hermoso, es agradable. Una respuesta de amor es predicar el evangelio, porque Él no quiere que alguien perezca. Nuestra respues al amor de Dios es alcanzar vidas de personas y usamos todo los recursos que Dios nos dio para esto. Esta semana, vamos a orar por alguien, vamos a ayunar por alguien. Líderes, hagamos eventos puente, no nos cansemos de llevar personas al encuentro, amemos lo que el Señor ama.

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