//Pr. Eliud Cervantes\\

Estamos viviendo tiempos proféticos, el regreso del Señor Jesús está cerca y mientras el mundo se repliega con temor, como hijos de Dios, podemos esperar con esperanza Su regreso por nosotros. Por tanto, podemos enfrentar el día a día con valentía, así como David entró en el campo de batalla contra Goliat, no con miedo, sino con la plena confianza de que Dios está con nosotros y luchando por nosotros, no enfrentemos con nuestra fuerza natural ni con soluciones humanas, sino que confiemos en Él, Aquel que aplastó la cabeza de la serpiente, y ahora regresa para llevarnos a donde Él está.
“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado” (1 Samuel 17:45)
Estamos llamados a resplandecer
El pasaje de Isaías 60:1-5 no se trata es una promesa de lo que sucederá en el futuro; es una palabra profética para la iglesia en este momento. En medio de la creciente oscuridad del mundo, Dios nos llama a levantarnos, a resplandecer y a esperar que su gloria se manifieste en nosotros y esa gloria ya está aquí gracias a Jesús y su obra consumada en la cruz.
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:1-2)
Esta oscuridad es real y se puede observar en el mundo como depresión, ansiedad, confusión y miedo. Pero la Palabra dice: “El Señor amanecerá sobre ti, y su gloria será vista sobre ti”, lo que significa que su presencia y protección sobre ti serán visibles para quienes te rodean.
Entonces, ¿qué puedes esperar en particular cuando la gloria del Señor esté sobre ti? Puedes esperar que la gente se sienta atraída hacia ti. “Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Isaías 60:3).
También la restauración familiar: “Tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos” (Isaías 60:4).
El gozo y alegría también vendrá. Dios no quiere que esta temporada sea de tristeza, ni que los creyentes no enfrenten pruebas. Pero no estamos llamados a sobrevivir y vivir en la tristeza. La Palabra dice: “Verás esto y te pondrás radiante de alegría; vibrará tu corazón y se henchirá de gozo” (Isaías 60:5) NVI.
¡Ora en el Espíritu y resplandece!
Dios ya nos dio los medios para levantarnos y brillar. La Palabra dice que el Señor ha puesto su Espíritu sobre nosotros y sus palabras en nuestra boca, lo que habla del orar en el Espíritu.
“Y este será mi pacto con ellos, dijo Jehová: El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca, no faltarán de tu boca, ni de la boca de tus hijos, ni de la boca de los hijos de tus hijos, dijo Jehová, desde ahora y para siempre” (Isaías 59:21)
Orar en lenguas es entregarse al Espíritu Santo, permitiéndole orar a través de ti, fortalecerte y guiarte. Así es como el Espíritu y la Palabra de Dios fluyen juntos en tu vida. Y la Palabra nos dice que así es como debemos resplandecer.
Hemos visto que David no confió en armas visibles ni humanas para derrotar a Goliat, sino en su Dios, entendió que “la batalla es del Señor”. De la misma manera, no debemos confiar en estrategias naturales ni en la sabiduría humana. “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” (2 Corintios 10:4) y orar en lenguas es una de ellas.
Oremos también en lenguas con nuestros hijos e inculquemos ese deseo por las cosas de Dios en ellos. Y todo esto se da porque hemos sido completamente perdonados.
Al orar en el Espíritu declaramos que hemos sido perdonados
El Señor declara en Isaías 59:21 que, mediante un pacto, su Espíritu y su Palabra en nuestra boca obrarán juntos para permitirnos resplandecer, pero en Romanos 11:26-27, el apóstol Pablo cita Isaías 59:21 y nos da un detalle de este pacto:
“y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados”
Aquí Pablo añade el Espíritu y la Palabra solo pueden fluir en nuestras vidas porque nuestros pecados han sido completamente limpiados. ¡Esa es la clave! No puede haber una vida llena del Espíritu sin la seguridad del perdón total.
Cuando oramos en lenguas, esuna demostración que has nacido del Espíritu y que eres justicia en Cristo. Orar en lenguas te edifica, infunde paz en tu vida y situaciones. Y cuanto más ores en lenguas, más brillarás. No con tu propia luz, sino con la luz de Aquel que te ha perdonado, te ha llenado y ahora brilla a través de ti.
¡No te calles! Usa tu boca para orar en el Espíritu en todo momento
Una de las principales estrategias del enemigo es silenciar a los creyentes mediante la condenación. La respuesta es orar en el Espíritu, porque con ese mismo acto se confesa que se ha sido completamente perdonado. Así que, incluso cuando te sientas débil, y sobre todo cuando te sientas indigno, ese es el mejor momento para orar.
En 1 Pedro 3:10 vemos que nuestros labios son la clave para una larga vida y días de gozo, y orar en el Espíritu te ayuda a mantener tu boca alineada con el cielo: hablando la verdad.
“Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño”
Ahora, no esperes estar en el local de la iglesia ni a un momento especial para orar en lenguas. ¡Podemos hacerlo durante todo el día! Cuanto más ores en el Espíritu, más sensible serás a su guía. Te sentirás fortalecido, en paz y edificado. Así que, déjate llevar por la corriente hoy y observa cómo el Espíritu te impulsa a levantarte y resplandecer, sin importar lo que suceda a tu alrededor. “El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica…” (1 Corintios 14:4).
Preguntas para compartir:
1. En tiempos oscuros como el que estamos viviendo ¿con qué armas Dios espera que podamos enfrentar estas situaciones?
2. ¿Por qué la oración en el Espíritu (o en lenguas) nos lleva a resplandecer?
3. ¿Por qué podemos declarar que hemos sido completamente perdonados?