Levántate y resplandece con su gloria

//Pr. Eliud Cervantes\\

Hoy en día muchos creyentes piensan que la salvación simplemente significa ser salvados del infierno, pero la salvación es mucho más que eso. La palabra salvación Yeshúaen hebreo— es en realidad el nombre de nuestro Señor Jesús. Es una palabra que incluye: Rescate del pecado y de la muerte eterna, protección en todos los ámbitos de la vida y finalmente plenitud en nuestro ser.

Una palabra para describir este tipo de bienestar es shalom, que suele traducirse como paz, pero también incluye plenitud, integridad y prosperidad. Pero la prosperidad bíblica es más que eso y no se trata en absoluto de materialismo ni avaricia. La verdadera prosperidad comienza con una relación íntima y próspera con Dios. ¿No llamarías próspero a un hogar lleno de amor y paz? Así lo describe la Biblia. Cuando nuestra alma prospera, todo lo demás en nuestra vida se alinea (3 Juan 1:2).

Quedarás saciado por dentro alimentándote del pan de vida

¿Cómo experimentamos esta prosperidad del alma? Alimentándonos de la palabra de Dios. Las personas sanan con solo escuchar la Palabra predicada. Ese es el poder del evangelio. Y eso pasa cuando nos sentamos bajo la unción de la Palabra predicada.

La Escritura dice que a Dios le agradó salvar mediante la locura de la predicación (1 Corintios 1:21), no porque el mensaje sea necio, sino porque el método parece demasiado simple. “Pues ya que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”.

Una y otra vez, a lo largo de la Escritura, vemos cómo Dios usa a los débiles y humildes para traer una gran victoria a su pueblo. Un ejemplo es Gedeón. Antes de entrar en batalla, Dios le dijo que se infiltrara en el campamento enemigo y escuchara lo que decían los soldados. Allí, escuchó a un soldado madianita describir su sueño: “un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó” v.13 (Jueces 7:9-15). Esa simple hogaza de pan es una imagen de la Palabra de Dios (Juan 6:35, Juan 1:14).

En hebreo, “pan” es ” lechem y comparte la misma raíz que “lucha”, que es ” lacham “. El hecho de que ambas palabras suenen tan parecidas en hebreo es la señal de que Dios le dice a su pueblo que no luche esforzándose, sino alimentándose. Y no solo alimentándose de cualquier cosa, sino de su Palabra.

En el mundo actual, muchas personas se sienten vacías por dentro y buscan distracciones, entretenimiento, actividad, incluso comida, pero permanecen insatisfechas. No se dan cuenta de que este hambre o vacío interior solo puede llenarse con una cosa: Lo que todos necesitamos es el Pan de Vida, la Palabra de Dios. Cuando nos alimentamos de la Palabra, nuestra alma se nutre y nuestro cuerpo se fortalece y se renueva.

Por tanto, en estos días previos al regreso de Jesús, la actitud que debemos tener, no es simplemente aguantar ni quedarnos de brazos cruzados. Estamos llamados a brillar con la gloria de Dios. Isaías 60 describe cómo serán estos últimos días aquí en la tierra para los creyentes:

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; más sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria” (Isaías 60:1-2)

El mundo se oscurecerá, pero nosotros resplandeceremos más con la radiante belleza de Su gloria.

Resplandece con Su sanidad, restauración y bendición

¿Qué significa resplandecer con la gloria de Dios? ¡Incluye brillar con una salud radiante! Vemos una imagen de esto en el éxodo de Israel: “Los sacó con plata y oro; y no hubo en sus tribus enfermo” (Salmo 105:37).

Los israelitas habían sido esclavos en Egipto, sometidos a malos tratos y desnutrición, pero no salieron de allí débiles ni quebrantados. Salieron sanos y fuertes. ¿Cómo? Comiendo del cordero pascual, una imagen de nuestro Señor Jesús.

¡También la gloria de Dios sobre nosotros incluye la salvación de nuestros seres queridos! Isaías 60:4 (NTV) dice: “¡Levanta los ojos, porque todo el mundo vuelve a casa! Tus hijos llegan desde tierras lejanas; tus hijas pequeñas serán traídas en brazos”. Dios conoce el clamor de tu corazón por tus seres queridos: tus hijos, tu cónyuge, tu familia. Y su promesa es esta: En esta época, Él los atraerá de vuelta. ¿Cómo sucederá esto? Tu resplandor será lo que los atraerá a casa.

El siguiente versículo dice: “Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará (pakjád-temor) y ensanchará tu corazón…” (Isaías 60:5ª). Ese temor no es por miedo sino por asombro, tal como lo describe Jeremías 33:9: “habrán oído todo el bien que yo les hago; y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré”.

La bondad de Dios nos dejará a nosotros y a quienes nos rodean sin palabras. ¡Y todo esto sucederá únicamente por su gracia! Y eso no es todo. Isaías 60:5 profetizó que “las riquezas de las naciones hayan venido a ti”. Así como Israel salió de Egipto con el oro y la plata, Dios está poniendo provisión en nuestras manos para sus propósitos. Esta prosperidad no es para beneficio propio, sino para ser administrada para su gloria.

Mantente resplandeciendo a través de la alabanza, la oración y la Palabra

  1. Alabanza

Isaías 60 nos dice: “Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones… tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza” (Isaías 60:11, 18).

Nuestras puertas, las entradas por donde entran el favor, la restauración y la abundancia de Dios, se llaman alabanza. En otras palabras, cuando tu puerta (o boca) de alabanza está abierta, la gloria y la provisión de Dios fluirán libremente. ¡Así que mantén tu puerta bien abierta con alabanza!

La alabanza tiene poder. Cuando el rey Josafat se enfrentó a sus enemigos (2 Crónicas 20:21-25), envió cantores a la batalla. Mientras alababan, Dios preparó emboscadas contra los enemigos y los derrotó.

  • Orar en el Espíritu

La segunda manera de permanecer resplandeciendo es orar en el Espíritu. Si Isaías 60 nos dice que brillemos, Isaías 59 nos dice cómo sucede:

“El Espíritu mío que está sobre ti, y mis palabras que puse en tu boca… Levántate, resplandece” (Isaías 59:21–60:1)

El Señor nos ha dado su Espíritu y ha puesto sus palabras en nuestra boca, lo que habla de orar en el Espíritu. Esto significa que nos levantaremos y brillaremos cuando permitamos que el Espíritu de Dios fluya en nuestras vidas y cuando oremos continuamente en el Espíritu. ¡Así es como su gloria se manifestará en nosotros!

  • Mantén la palabra en tu boca

Podemos permanecer resplandeciendo manteniendo la Palabra de Dios en nuestras bocas.

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él… porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8)

En el nuevo pacto, el Espíritu ha reemplazado la ley. Esto significa que ahora meditamos no en la ley, sino en las palabras del Espíritu. Ya sea declarando las Escrituras, hablando en lenguas u orando la Palabra, nos alineamos con el fluir de Dios para alcanzar el éxito y la plenitud. La palabra hebrea para “meditar” aquí es “hāgâ“, que significa murmurar o hablar en voz baja. ¡Así que sigue predicando la Palabra y orando en el Espíritu a lo largo del día! Fuiste llamado a resplandecer.

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