//Pr. Luis A. Núñez\\
“Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros” (Números 13:31)

Esta parece ser una simple expresión, muy humana, muy emocional ¡no podremos! pero evidencia un corazón lleno de justicia propia y falto de reconocimiento del amor de Dios sobre ellos. La promesa había sido dada, Dios les había dado ciudades que no edificaron, viñas que no plantaron, pozas que no cavaron (Deuteronomio 6:11) y hasta aquí Dios había manifestado su cuidado, amor y provisión continuamente, pero expresaron rebeldía ¿por qué? porque su fundamento, su estabilidad, no estaba basado en la en la evidencia del amor de Dios por ellos, un Dios que descendió del cielo para librarlos de mano de los egipcios, sino que su fundamento estaba basado en las circunstancias. Por eso no podían ver claramente el amor de Dios por ellos. Fue allí donde el Señor le dijo a Moisés:
“Y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?” (Números 14:11)
La palabra irritar se podría expresar como “¿Hasta cuándo no me tomarán en cuenta? ¿hasta cuándo no me creerán?”. La palabra creerán habla de firmeza, de fundamento, entonces el Señor está diciendo “¿hasta cuándo no seré su fundamento!”.
Existe una especie de principio, todo aquel que vive por las circunstancias termina recordando sus dolores y momentos difíciles y olvida que la mano de Dios es la que siempre lo sostuvo. Entonces, ante un nuevo desafío o un obstáculo, desfallecen porque en el fondo nunca fue Dios, por eso ahora ellos dijeron “¡no podremos!”, su mentalidad siempre fue acudir al Señor por un desfogue emocional y no porque en realidad la comprensión de su amor era su fundamento. Así fue con los discípulos en la barca que zozobraba, pero aun así, el Señor es grande y amoroso y detuvo al viento y al mar ¡Hombres de poca fe! no entendían quien era el que estaba con ellos en la barca y aunque experimentaron su poder y amor, salvándolos, se preguntaron ¿quién es este? Ese es el que te prometió que te sustentaría siempre con la diestra de su justicia, que estaría contigo hasta el fin.
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41:10)
Aumentanos la fe
Un día los apóstoles le dijeron al Señor:
“Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería” (Lucas 17:5.6)
Sabes que los niños miden el amor de sus padres por las expresiones circunstanciales, por eso en una fase de su inmadurez no se sienten amados porque no les diste el juguete que pidieron. Es común ver llorar a un niño e incluso decir a su padre “papa malo”. Los apóstoles le dijeron “auméntanos la fe” y Jesús les dijo “¡Si tuvieras fe como un grano de mostaza!”, pareciera que muchos, en cada circunstancia, le estaríamos diciendo al Señor que aumente nuestra fe, pero ¿cómo? para nosotros “auméntanos la fe” es ver lo que queremos ver, recibiendo en el momento lo que pedimos, lo que queremos, pero te pregunto ¿y si no recibimos y si no oímos y si el cielo está en silencio? ¿será que podemos seguir creyendo aun sin ver? ¿será que podremos seguir creyendo aun sin recibir? ¿será que nuestra fe puede ser como el grano de mostaza con la capacidad de crecer y crecer hasta convertirse en un arbusto gigante?
Cimentados en su amor
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19)
La única manera de comprender, en cada momento, en cada adversidad, en cada obstáculo, su inmenso amor, es que estés fundamentado en el amor ¡simplemente eres amado! esa es una realidad que no cambiará jamás.
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37)
Los versículos anteriores nos hablan de circunstancias adversas, de luchas, hambre, desnudez, persecución y el apóstol Pablo nos exhorta diciendo que todas estas circunstancias podemos vencerlas como más que vencedores por medio de aquel que nos amó o por causa de aquel que nos amó ¿entiendes esto? por causa de que Él nos amó, ahora podemos vencer cualquier circunstancia.
Creyendo en su amor
Son cinco veces las que en el evangelio de Juan, el apóstol Juan se ve como el “discípulo amado”. Las cinco veces son en momentos difíciles, confusos y adversos.
- Cuando Jesús da la noticia de la traición
“Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor ¿quién es?” (Juan 13:21-25)
Cuando Jesús anuncia que alguien lo entregaría, en el libro de Mateo se hace mención que fue un momento de mucha tristeza y Pedro le encomienda a Juan, con una mirada, que averiguara quien es. Cuando eres responsable por algo tan delicado, cuando estés al frente de algo incierto, cuando experimentes traición, deslealtad a tu alrededor, arráigate, cimiéntate es esta verdad ¡Eres amado! Porque si estás cimentado en la revelación de su amor podrás conocer el tamaño de su amor en cada circunstancia.
- Cuando Juan estaba a los pies de Jesús crucificado
“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19:26-27)
Había dolor a su alrededor, tristeza, lloro, confusión, pena, drama. Cuando no entiendas las circunstancias, cuando a tu alrededor hay sufrimiento y llanto, solo cimiéntate en esta verdad ¡eres amado! Porque si estás cimentado en la revelación de su amor podrás conocer el tamaño de su amor en cada circunstancia.
- Cuando trajeron la noticia ¡se han llevado el cuerpo de Jesús!
“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto. Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó. Porque aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos” (Juan 20:1 -9)
Juan estaba absorto, no logró ni entrar a la tumba pese a que llegó primero, tal vez no entendía aun la dimensión de lo que estaba pasando (Juan 20:2). Estaba en shock y por un momento quizás, no entendía lo que estaba pasando. En momentos así, solo fundaméntate en una verdad ¡eres amado! Porque si estás cimentado en la revelación de su amor, podrás conocer el tamaño de su amor en cada circunstancia.
- Cuando estaba desanimado y cansado, pero también refrescado por la alegría
“Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos” (Juan 21:7-8)
Cuando Jesús apareció en la orilla y no sabían quien era, fue el momento de mayor cansancio emocional, nada había sucedido como pensaban, nada salía como deseaban, las circunstancias no consolaban, solo aumentaban el desánimo (Juan 21:7). Cuando estés así, cuando el desaliento inunde tu corazón y aun las cosas sean peores, solo fundaméntate en una verdad ¡eres amado! Porque si estás cimentado en la revelación de su amor podrás conocer el tamaño de su amor en cada circunstancia.
Entonces le dirás a este sicomoro muévete, le dirás a esta montaña muévete, pues solo habrá una verdad ¡Gracia sobre gracia!
- Cuando Juan no sabía su futuro
“Volviéndose Pedro, vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?” (Juan 21:20-21)
Acaba de oír sobre el futuro de Pedro, cómo moriría Pedro, pero Juan no sabía lo que pasaría con él. Cuando no sepas que te depara el mañana, solo fundaméntate en una verdad ¡eres amado! ¡Eso jamás va a cambiar! Porque si estás cimentado en la revelación de su amor podrás conocer el tamaño de su amor en cada circunstancia. Solo hay una verdad ¡eres amado! y ese es tu fundamento. Cimentado en esa verdad cada día entenderás lo alto, lo ancho, lo largo de su amor en cada circunstancia.