//Pr. Luis A. Núñez\\

Hace un par de semanas comenzamos a hablar respecto a vivir intensamente. Todos tenemos adversidades y circunstancias difíciles, pero eso no debería ser motivo para dejar de vivir una vida feliz y abundante, reconociendo cada día la gracia de Dios.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jeremías 29:4-7)
En la primera parte empezamos a considerar algunos puntos. El primero de ellos era salir de la condenación, pues quien acepta la condenación vive todo el tiempo asumiento los errores del pasado. Recuerda que las cosas viejas ya pasaron, ahora eres una nueva criatura. Vivamos esta nueva vida a plenitud, libres de toda condenación.
Sigamos entonces con los siguientes puntos:
2. Vive en paz
No se puede vivir intensamente sin tener paz y la manera de tener paz es justamente saber que no hay más condenación sobre nosotros.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)
Tenemos paz para con Dios por causa de que hemos sido justificados, declarados inocentes, porque Cristo llevó nuestros pecados, porque fuimos limpiados por su sangre. Cuando decimos que tenemos paz con Dios, nota que esta declaración no está en pasado, sino en presente, es decir, habla de una realidad que ahora mismo disfrutamos. Esta verdad se manifiesta en dos cosas:
- Dejamos de ser enemigos de Dios, es decir, ajenos a Él.
“Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado” (Colosenses 1:21)
“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10)
- Podemos descansar constantemente en Él.
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7)
Se usa la palabra “echar” porque es necesario que sea algo inmediato, ipso-facto, porque la tendencia de nuestra carne es desarrollar el hábito de estar angustiado y siempre queremos dejar algo para satisfacerla. Por eso, echa toda ansiedad. Descansar en Dios siempre es la puerta para experimentar mayor gracia y por lo tanto, mayor plenitud de vida.
Experimentar paz con Dios y descansar en Él, nos permitirá tener paz con los demás.
“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18)
“No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9)
“Si es posible” proviene de la palabra dunatos, derivada de dumanmis que es poder, en otras palabras dice “hasta que dependa de ti” éstate en paz, pero eso solo es posible cuando experimentas la paz de Dios.
3. Ten buenas espectativas
“¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:9-11)
El mayor problema es que la mayoría tiene el hábito carnal de tener expectativas negativas a propósito de las circunstancias. Dicen, por ejemplo: “seguro no me va a ir bien”, “seguro las puertas se van a cerrar”, “este día será terrible”, “ya estoy yendo preparado para que me rechacen”.
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11)
El Señor quiere tu paz, tu descanso, Él ama tu tiempo de paz. Entonces vivamos intensamente nuestra nueva vida en Cristo.
“Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa y digan siempre: Sea exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo” (Salmos 35:27)