¡Yo hago así!

//Pr. Luis A. Núñez\\

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”  (1 Corintios 15:58)

Corinto era la capital de la provincia romana de Acaya, que comprendía la mayor parte de la antigua Grecia al sur de Macedonia. Al tratarse de un centro de comercio acaudalado, Corinto atraía a personas de todo el imperio Romano, lo que hacía que fuera una de las ciudades con mayor diversidad de la región. La adoración de ídolos dominaba la cultura religiosa de Corinto y había numerosos templos y santuarios en toda la ciudad. En el momento en que se desarrolló el ministerio de Pablo, los corintios tenían reputación de ser extremadamente inmorales, Corinto era un centro de comercio e intercambio. En la ciudad había un gran mercado como también muchas tabernas en las cuales la gente bebía y se emborrachaba. Mucha gente se enriquecía con todo el comercio y los negocios y definitivamente gastaban el dinero de maneras pecaminosas.

Este es un ejemplo de como la presión de una sociedad puede influenciar sutilmente en la forma de vivir de algunos hermanos, por eso Pablo exhorta a la iglesia respecto a algunos pecados en los que cayeron, como la fornicación (Relaciones sexuales fuera del matrimonio), el adulterio y la homosexualidad, pues eran algunos pecados que se tornaron comunes entre los corintios (Véase 1 Corintios 6:9–10). Es en medio de ese contexto que el Señor desafía a la iglesia a estar firmes, perseverantes y creciendo siempre en la obra del Señor.

Ciertamente Pablo había vivido todo tipo de experiencias, desde las más gratas hasta las más decepcionantes, pero algo hacía que él mantuviera un mismo ritmo, avanzando a un mismo paso, creciendo, conquistando. Somos exhortados a crecer aun en medio de las presiones que quieren influenciar en nuestra vida, esto no es sobrevivencia, no es soportar estando intimidado, por el contrario, es seguir creciendo. Crecer habla de madurez y madurez es simplemente creer en lo que eres, a eso llamamos identidad. Por esa razón el Señor nos dijo que somos la luz de este mundo y que no fuimos encendidos para estar ocultos bajo la cama, sino para alumbrar, para influenciar a un mundo donde reina el maligno. Eso nos hace responsables a todos de estar vigilando lo que vemos, lo oímos y tomar constantemente actitudes que nos lleven a vencer y no a exponernos a la caída por nuestra carne.

“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22)

No te detengas

Muchos creían que Pablo era un hombre feliz porque no tenía suegra, ni las responsabilidades de estar casado, otros creían que cualquiera podría haber sido como él pues no tuvo hijos, pero estamos equivocados, tal vez no enfrentó las mismas circunstancias que tú, pero tenía sus propias crisis. En algún momento manifestó que tenía presiones, tribulaciones, que pasaba por apuros y circunstancias que lo derribaban e incluso en algún momento manifestó que tenía un aguijón (2 Corintios 12:7), hasta ahora no sabemos exactamente a qué se refería, si a una enfermedad o a algún problema, otros piensan que ese aguijón fue una persona que constantemente se oponía a él o trabajaba para desacreditarlo, por eso usa el término “mensajero de satanás” y hasta una enfermedad (Gálatas 4:13-14), lo cierto es que él enfrentó el mismo problema que hoy la mayoría de nosotros, por no decir todos, enfrentamos, la tendencia a detenernosen algún momento de nuestra vida, la tendencia a perder el rumbo, el norte. He estado pensando y vino a mi mente una lista de cosas y quiero meditar con ustedes en algunas de ellas, pues existen muchas cosas que podemos imitar de aquello que él hacía.

“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante,  prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14)

Observa algo, hay un pasado, un presente y metas que alcanzar, así es la vida que Dios nos dio, en toda área, personal, familiar, ministerial. En nuestra vida se manifiesta un principio, hay un pasado, un presente y metas que alcanzar. Mirar el pasado siempre nos detendrá, pero por favor entiende que no es del todo errado, contrariamente, hay una forma de mirar el pasado que ayuda a ser impulsados hacia la meta, como en el caso de una flecha, puede retroceder, pero solo para ir más lejos. En muchas oportunidades el Señor nos recuerda quienes éramos y quienes somos ahora de manera paralela, pero eso nos impulsa hacia adelante como el combustible a un cohete a propulsión, eso es llamado como reconocimiento de la gracia.

  • Eras desobediente y ahora has alcanzado misericordia (Romanos 11:30).
  • Eras tinieblas y ahora eres luz (Efesios 5:8).
  • Eres extraño y enemigo y ahora has sido reconciliado (Colosenses 1:21).
  • No eras pueblo, pero ahora eres parte del pueblo de Dios (1 Pedro 2:10).
  • Eras como oveja descarriada y ahora tienes pastor (1 Pedro 2:25).

Sin embargo, la forma incorrecta de ver el pasado es a través del pasado de la acusación, del rencor, de la falta de perdón, de la frustración, de la decepción que siempre nos detendrá. Extendernos a la meta siempre nos hará movernos hacia adelante y nos recordará que hay una meta que alcanzar.

¡Una cosa hago!

Se dice que la iglesia de los filipenses era una de las que tenía mayor relación con Pablo, es como si Pablo hablara con un amigo y les dice: “Una cosa hago…” o “Te recomiendo que hagas esto para continuar…”,  “…olvidando” (Filipenses 3:13),  pero este “olvidar” no significa amnesia, sino significa “no lo considero” o “no le doy importancia”, es decir, para alcanzar la meta debo extenderme a lo que está delante, mirar lo que aún nos queda por conquistar, lo que aún falta por caminar, sueños aun por cumplir y para eso debo olvidar, no tomar en cuenta, no considerar el pasado, es decir, no es una actitud casual, sino causal, es decir, no debes esperar que aparezca un sentimiento, sino debes expresar una actitud. No tomo más en cuenta y miro lo que aún me falta, entonces continuo a esa meta.

¿Qué cosas no debo tener en cuenta?

Frustraciones, decepciones, traiciones, hechos dolorosos, etc. En mi vida personal, olvidando lo que quedo atrás, como frustraciones, decepciones, experiencias amargas, traiciones, etc. En mi ministerio, olvidando lo que quedo atrás, como decepciones, experiencias amargas, etc. En la familia, olvidando lo que quedó atrás.

¿Quiénes lo deben hacer?

“Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto también os lo revelará Dios” (Filipenses 3:15)

“Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (Filipenses 3:17)

Los que somos perfectos, es decir, los que están completos, los que tiene los recursos en Dios, en Él eres perfecto, eres completo, eres más que vencedor.

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad” (Hebreos 12:18)

“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos” (Hebreos 12:22-23)

Es en Cristo que fuimos hechos perfectos, es decir, tienes todo para tener esa actitud, ¡Tienes un nuevo comienzo! Hay mucho que recorrer, entonces dejemos atrás el pasado, prosigamos con firmeza a la meta ¡Aleluya!

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