Establece la esperanza en tu hogar

//Pr. Luis A. Núñez\\

La palabra esperanza en griego es elpis y sgnifica una convicción firme, es decir, es una expectativa y confianza de que las cosas buenas vienen de Dios. Por otro lado, la palabra esperanza en hebreo es tiqvah y además de su común significado también, curiosamente, esta palabra es la misma que se usa para cuerda, esto muestra que la idea de esperanza está ligada a Dios y debido a que estoy conectado con Él, mi futuro es maravilloso, ya que comparto la misma vida con Él. El mundo tiene esperanza, pero no estamos seguros si esa esperanza se cumplirá, pero en el caso de la esperanza en Dios tenemos seguridad porque nuestra esperanza está basada en una realidad. Hoy estamos bajo la nueva alianza, eso implica que todo lo que era nuestro, es decir, maldiciones, corrupción y pecado, fueron asumidos por Cristo y todo lo que Cristo merece, es decir, bendición y gracia, está con nosotros, en eso está basada nuestra esperanza.

Prisioneros de esperanza

“Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua. Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble” (Zacarías 9:11-12) 

Todo lo que recibimos hoy se debe a la sangre del Pacto, la sangre de Jesús. El Señor te está devolviendo todo multiplicado por dos, no porque seas bueno, sino por la sangre de Jesús que fue derramada en la cruz tiene ese poder. Por la sangre del pacto fuimos liberados de la prisión del pecado y hechos prisioneros de la esperanza, es decir, ya no podemos vivir sin la expectativa de gloria, ahora conocemos nuestro destino en Cristo y estamos atrapados en él.

En el pasado fuimos prisioneros de la desesperación. Cuantas noches pasamos sin dormir dando vueltas y vueltas, porque estábamos preocupados, teníamos ante nuestros ojos imágenes de desesperanza y miedo. En ese momento, intentamos ser optimistas y positivos, pero siempre volvíamos a un lugar oscuro de ansiedad y angustia, éramos prisioneros de la desesperación, pero ahora hemos sido llevados a un lugar de paz. Por mucho que escuchemos malas noticias y malas predicciones del futuro, nuestro corazón insiste en tener esperanza, porque el Señor es nuestra fuerza. Todo lo que veo es la bendición y el favor de Dios derramándose abundantemente sobre mí. Vemos victoria, éxito y prosperidad. La promesa del Señor es que nos dará el doble. Si hubo pérdida, prepárate porque recibirás un reembolso doble.

La puerta de la esperanza

Hay una historia muy triste que le sucedió a un hombre llamado Acán. Cuando el pueblo de Israel conquistó Jericó, Acán tomó las cosas consagradas a Dios y por eso fue apedreado en un valle llamado valle de Acán o Acor en hebreo, pero Dios prometió, muchos años después, que en el valle de Acor habría una puerta de esperanza.

“Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto” (Oseas 2:15) 

Acor significa problema o perturbación en hebreo. En tu valle de Acor, Dios ha puesto una puerta de esperanza. Tu puerta no se encuentra en la montaña, se encuentra en el valle, las montañas siempre hablan de buenas experiencias y bendiciones, es decir, cuando nos sentimos fuertes y cubiertos con todas las bendiciones, tenemos una experiencia en la cima de la montaña, pero cuando bajas al valle, ese será un lugar de prueba. Ese es el momento en que el diablo te dice que te quedarás en el valle. Puede que estés cruzando un valle, pero mientras estás caminando Dios está abriendo un camino para que salgas por el otro lado. Hay una promesa de Dios, así que cuando estés en tu valle de angustia, busca la puerta de la esperanza, abre esa puerta esperando lo mejor. Abre la puerta por amor a tu Dios, porque estás atado a Él con cuerdas de esperanza.

El cordón de la esperanza

La primera mención de algo en la Palabra de Dios siempre es significativa y la primera mención de la palabra esperanza o tiqvah en hebreo la encontramos en la historia de una prostituta. Su nombre era Rahab y vivía en Jericó. Esta fue la primera ciudad que Josué y sus hombres conquistaron después de cruzar el río Jordán. La escritura dice que Dios dividió las aguas del río Jordán para que las aguas que venían de arriba se amontonaran como un pilar, como un montón de agua, que se elevó hasta la ciudad de Adam (Josué 3:16). Esta es una imagen de Dios venciendo a la muerte, toda la muerte que vino como resultado de la caída de Adán. Después de cruzar el río Jordán, la primera ciudad que tuvieron que conquistar fue Jericó.

La Palabra de Dios dice que las murallas de la ciudad eran tan anchas que incluso construyeron casas sobre ellas y los carruajes pasaban sobre ellas. Toda la tierra pertenece al Señor y ahora Él le estaba dando esa tierra a su pueblo. Los habitantes de Jericó fueron invasores que se negaron a irse, pero dentro de las paredes, en una vivienda, vivía una prostituta llamada Rahab.

En esta ocación, en lugar de enviar doce espías, se envió solo dos, porque solo dos regresaron con las noticias correctas la primera vez. Estos dos espías entraron en la ciudad y desafortunadamente fueron vistos por los soldado, entonces los espías se escondieron en un lugar que los soldados no esperarían, en la casa de una prostituta. Lo primero que les dijo Rahab fue:

“Nos enteramos de que Jehová secó el Mar Rojo delante de ustedes cuando salieron de Egipto” (Josué 2:10) 

Eso había sucedido cuarenta años atrás. Entonces, probablemente, escuchó esta historia de boca de su abuela o su madre. Es como si ella dijera. “Estaba esperando que llegaran”, su corazón estaba puesto en el Dios de Israel y lo que Él haría. Sabía que Dios le daría a Israel esa tierra, sabía que Dios estaba del lado de Israel y no de su pueblo, así que les dijo: “juren en el nombre del Señor y prometan que serán buenos con mi familia, porque yo también los traté con amabilidad. Salva a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas. No dejen que nos maten”. Entonces los espías le respondieron y esta es la primera mención de “Tiqvah” en la Biblia:

“Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado. He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre” (Josué 2:17-18) 

Luego los hizo descender con una cuerda por la ventana que daba a la pared ¿de qué color era la cuerda? de grana o escarlata, que es rojo. Esa es una imagen de la sangre de Jesús. La palabra cuerda es tiqvah. Tiqvah es esperanza en hebreo, la palabra cuerda y esperanza son lo mismo. Si estás en un pozo muy oscuro y de repente sientes que algo te cae encima y es una cuerda, entonces tienes esperanza. Esta cuerda te da esperanza, porque el color de la cuerda es rojo, el rojo es la imagen de la sangre de Jesús.

Cuando los espías se van, Rahab deja la cuerda roja en su ventana y los espías le dijeron: “Asegúrate de traer a tu padre, a tu madre”, esto nos habla de evangelismo. Me imagino que ella miraba por la ventana durante años esperando el día en que vendría Israel. Tenía una aterradora expectativa de maldad en su futuro, de temor, este sentimiento era lo opuesto a la esperanza. Desde su ventana ahora vio a Israel con sus doce tribus y la columna de fuego en medio de ellas. Ella sabía que Dios estaba sobre ese tabernáculo. Colócate por un momento en los zapatos de Rahab, el Señor está con ellos y tú sabes que estás en el lado perdedor, el lado opuesto de la bendición. Su ventana era como una pantalla de televisión y desde ella podía ver venir la destrucción. La destrucción está al alcance de la mano, no hay nada que esperar en el futuro, pero ahora ella tenía un rayo de esperanza, representado por la cuerda roja en su ventana. Esa cuerda roja es la sangre de Jesús. Como Rahab, solo tenemos la palabra de promesa y la sangre.

Imagínate si en ese momento un ángel apareciera en la habitación de Rahab ¿Qué le diría?  “Rahab ¿por qué estás tan asustada?” y ella respondería “Creo que estoy desesperada porque soy una prostituta y no hay lugar para mí entre la nación de Israel”. Me imagino que el ángel le sonreiría y le diría: “¿Me creerías si te dijera que serás la bisabuela del amado rey de Israel?” ¿Sabías que uno de los jóvenes que vino a reconocer la tierra es hijo de un príncipe de Judá? Es el hijo de Naasson. Su nombre es Salmon. Creo que uno de los espías era Salmon ¿sabes por qué? Porque Judá siempre lleva la delantera, siempre que hay una batalla Judá va primero. Judá significa alabanza y la alabanza siempre es lo primero.

Hay una tradición enseñada por los rabinos de que cuando Moisés levantó la mano para dividir el mar Rojo, el primero en entrar en el mar fue el príncipe de Judá, su nombre es Naasón, es el padre de Salmon. En la ofrenda hecha por los príncipes en el libro de Números, Naasón era el príncipe de Judá y él fue el primero en ofrecer, Judá volvió a liderar. Quizás el ángel le diría: “Rahab, tu futuro es brillante. Miras hacia afuera y ves destrucción, pero yo te miro y veo a la bisabuela de David y no solo eso, entrarás en el linaje del Mesías, el salvador del mundo. No solo de Israel, sino el Salvador del mundo”.

Su nombre se menciona en la genealogía de Jesús descrita por Mateo. Nada mal para una prostituta. El ángel continúa: “Te casarás con Salmon, el hijo de Naasón, el príncipe de Judá y darás a luz un hijo, su nombre será Booz. Booz se casará con Rut y tendrán un hijo llamado Obed. Obed engendrará a Isaí e Isaí será el padre de David y en esa línea vendrá nuestro Señor Jesucristo, el verdadero Hijo de David”.

Al mirar por esa misma ventana, hace unos días hubo destrucción, pero ahora hay liberación. Hace días no tenía futuro y estaba llena de desesperanza, pero ahora el futuro la sorprenderá, una prostituta se convertirá en la madre de Israel. Luego, durante siete días más, vio a Israel marchar alrededor de los muros de Jericó. Ellos no dijeron nada, solo llevaron el arca. El arca es Cristo, solo estaban levantando a Cristo. En el séptimo día, tocaron las trompetas y gritaron, luego cayeron las murallas de la ciudad, pero su casa estaba en la pared ¿Cómo fue esto posible? Esta no era la obra del hombre, sino la obra de Dios, a causa de la sangre. Hubo una parte de la pared que no se cayó y había una ventana en ella. Su casa estaba en la pared y cuando las paredes cayeron, su casa no se cayó. Ella y su familia estaban a salvo.

Cree en el Señor Jesucristo y estarás a salvo y también tu hogar. Tal vez mires hacia afuera y no veas nada más que desesperanza e impotencia y cosas oscuras que suceden, pero hoy Dios te hará prisionero de la esperanza, prisionero de tiqvah. Cuando la trompeta sonó por séptima vez, para otros fue una señal de juicio y destrucción, pero para Rahab fue el sonido del jubileo, el sonido de la liberación.

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