No desaproveches las oportunidades de Dios

 

//Pr. Líbano Gamarra\\

Recuerda siempre que la Palabra de Dios, es viva y eficaz y más cortante que toda espada de dos filos. Cierta vez, hace un tiempo atrás, un joven comenzó a realizar sus prácticas, el trato era que iba a trabajar sin paga, ad honorem, resulta que los primeros días era puntual en el horario de ingreso y trabajaba con muchas ganas, pero pasó el tiempo y este ya no tenía mucho ánimo para ir a trabajar, empezó a llegar tarde, reiteradas veces, mencionaba que no le pagaban y por eso no quería esforzarse. Resulta que otro de sus compañeros ingresó a la misma empresa a realizar las prácticas pre profesionales, este se esforzó desde el comienzo hasta terminar sus prácticas, aprovechó su oportunidad y al terminar la misma, lo contrataron ¿cómo creen que se sintió el primer muchacho? se sintió muy mal, no hizo caso al consejo que le daban, que debía dar lo mejor de él y se arrepintió, pero todo ya estaba perdido.  

Fuimos llamados por el Señor para servirlo, para ser testimonio, para ser cristianos no solo de nombre. En Antioquía por primera vez los seguidores de Cristo fueron llamados cristianos, porque se parecían a Cristo, porque en Cristo no hay pecado, fue tentado en todo, pero no pecó en nada, Jesús era humilde, tenía mucho amor para las personas, podemos contemplar su rostro y quedarnos impresionados por su aspecto de paz, tranquilidad, amor y paciencia.

Cristo = Ungido                                Cristiano = Pequeño ungido

El cristiano debe dar buenos frutos por muchas razones, primero porque es hijo de Dios, por haber nacido de nuevo (Juan 1:12). En el Antiguo Testamento nadie osaba llamarse hijo de Dios, solo los ángeles eran hijos de Dios y Jesucristo dijo, que era hijo de Dios y por eso lo querían apedrear. Por Jesús nosotros somos ahora hijos de Dios, estamos  injertos en la vid verdadera (Romanos 11:17), somos templo del Espíritu Santo, somos el cuerpo de Cristo, tenemos el ministerio de la reconciliación, somos embajadores del Señor Jesucristo. Los frutos buenos son signo de madurez, de vida fecunda, vida que engendra vida (Mateo 28:19), una vida que comunica vida, que hace nacer vida en la comunidad cristiana. Jesucristo da su vida por nosotros, pues Él es el camino la verdad y la vida (Juan 14:6).

“Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. 7 Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? 8 Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después” (Lucas 13:6-9)  

  1. Nos plantó en su viña siendo higuera (V-6) 

¿Una higuera en un terreno de vides? esa higuera es el pueblo de Israel, esa higuera somos nosotros. Siendo aun pecadores nos llamó a su reino y fuimos plantados en el reino de Dios. Pertenecíamos al reino de las tinieblas, nuestra vida normal era hacer todo lo malo, pues Satanás es así, él es padre de mentira y hacer lo malo, es su deleite. Por la gracia y misericordia de Dios fuimos salvos, por su gracia Dios nos da nuevas oportunidades. Hasta ahora todavía podríamos vivir diciendo: “Todos fuman por eso yo también lo hago, tienen dos mujeres y yo también, mienten y yo también, roban y yo también, etc. La salvación es personal, tú ya saliste del reino de las tinieblas al reino de Dios, perteneces al reino de nuestro Dios, gracias a Jesucristo (Colosenses 1:13).

  1. Tenemos que saber y comprender que nuestro Dios espera frutos de cada uno de nosotros 

“…y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló…” (Lucas 13:6b)   

El dueño de la viña no llegó a su terreno a ver qué tan grande y bonita estaba su higuera, llegó con un solo objetivo, buscar frutos, pero lastimosamente esa higuera, que estaba plantada en un terreno fértil y especial, no había dado ningún fruto. Aquella higuera era una higuera con hojas pero sin frutos, es decir, tenía nombre de higuera, tenía hojas de higuera, tenía apariencia de higuera, pero no producía higos y cada uno de nosotros tenemos que saber que nuestro Dios no espera de nosotros solo apariencia, sino frutos, porque los frutos reflejan lo que verdaderamente somos (Mateo 7:16). Tenemos que comprender que nuestro Dios no quiere personas que se llamen cristianos, que tengan apariencia de cristianos, pero que sus hechos nieguen que han conocido a Cristo (Tito 1:16). Tenemos que ser cristianos, no parecer cristianos. El pueblo de Israel perdió la oportunidad de ser hijos que produzcan frutos dignos de arrepentimiento. 

“Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino” (Mateo 21:43) 

Somos la sal y luz, no dejemos pasar esta oportunidad de ser testimonio en todo lugar, prediquemos siendo testimonio, porque así ganaremos muchas almas para nuestro Señor Jesucristo (Mateo 5:13-16).

El Señor nos dio talentos, talentos que debemos hacer que se reproduzcan, no los escondamos, recuerda que si eres fiel en lo poco, en lo mucho te pondrá el Señor, tenemos que dar frutos dignos de arrepentimiento (Mateo 7:16-23). 

  1. Dios ha sido paciente con nosotros, pero no es indiferente a nuestra esterilidad espiritual 

Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?” (Lucas 13:7) 

Tres años había esperado el dueño de la viña que su higuera diera fruto, tres años de no encontrar ningún fruto en la higuera, había sido paciente con ella, pero paciencia no es lo mismo que indiferencia. Él quería recibir frutos de su higuera y al tercer año de esterilidad decidió cortar la higuera, para no inutilizar esa tierra tan fértil, para poder sembrar otra higuera u otra viña que si fructificara y en la vida cristiana tenemos que reconocer que nuestro Dios ha sido muy paciente con nosotros, a pesar que quizás no estamos dando frutos, pero tenemos que saber que Dios es paciente, pero no es indiferente con la falta de frutos en nuestra vida cristiana

¿Cuánto tiempo lleva esperando el Señor que nuestra vida fructifique? Nuestro Señor predicó por un tiempo de tres años, los israelitas lo rechazaron, siendo ellos el pueblo de Dios escogido, se creían santos, se creían con el derecho de juzgar a las personas y apedrearlas según la ley, solo aparentaban, porque ellos mismos estaban llenos de pecado. Quiero mencionar como ejemplo a la mujer que fue encontrada en pleno acto del adulterio, Jesucristo confrontó a los presentes diciéndoles: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, ellos soltaron sus piedras, porque estaban en pecado.

  1. Dios es un Dios de nuevas oportunidades por su gracia y su misericordia 

“Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. 9 Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”   (Lucas 13:8)

Aunque el dueño de la viña (Dios) había decidido cortar la higuera por no dar frutos, el viñador (Jesucristo) le pidió una nueva oportunidad para esa viña. El viñador es Jesucristo y la viña es Israel, le pidió un año de gracia, un año para invertir en la higuera, para trabajar en ella, para abonarla, para cavar a su alrededor para que el abono, la Palabra de Dios (Isaías 55:10-11) llegará directamente a sus raíces, para que pudiera dar los frutos que el dueño de la viña esperaba.

Todo el tiempo nuestro Señor intercede por nosotros, no nos deja solos, es un Dios de nuevas oportunidades, no la desaproveches, aprovecha tu oportunidad (Romanos 8:34). Esa plática entre el dueño de la viña y el viñador representa al Padre celestial y nuestro Señor Jesucristo. Justicia de Dios sería cortarnos, pero la gracia del Señor se manifiesta en nuestra vida para darnos una nueva oportunidad ¡No la desaprovechemos! el Señor está dispuesto a invertir aún más en nosotros, pero hoy tenemos que reflexionar ¿Será que este es el año en el que Dios está esperando que demos frutos? El pueblo de Israel perdió su oportunidad de reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador, en lugar de aceptarlo lo rechazaron, pero ahora somos nosotros los que no debemos desaprovechar nuestra oportunidad, seamos como Zaqueo, ese hombre pequeño descendiente de Abraham, quien era rechazado por todos por causa del trabajo que realizaba (cobrador de impuestos), nadie lo quería, se juntaba solo con los despreciados y para colmo era bajito, pero no desaprovechó su oportunidad, se subió al Sicómoro solo para ver a Jesucristo, quería solo disfrutar de Jesucristo viéndolo, pero ¡Sorpresa! Jesucristo le dijo que bajara y que iría a su casa, Zaqueo se puso muy contento y se arrepintió de quién era y devolvió todo lo que había cobrado de más. Zaqueo supo aprovechar su oportunidad (Lucas 19:1-10).

Quiero terminar con esta frase para hacernos reflexionar: “Excusas siempre habrá, pero oportunidades no”. 

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