Problemas en tiempo de problemas (Parte II)

// Pr. Luis A. Núñez\\

Vimos que el Señor nos hizo sentar en lugares celestiales y nos dio toda bendición, es decir, nuestra percepción de las cosas es sobrenatural, no es natural, entonces ese entendimiento nos permite confiar plenamente en el Señor.

“Ahora bien,  Jehová me ha hecho vivir,  como él dijo,  estos cuarenta y cinco años,  desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés,  cuando Israel andaba por el desierto;  y ahora,  he aquí,  hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces,  tal es ahora mi fuerza para la guerra,  y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte,  del cual habló Jehová aquel día;  porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo,  y los echaré, como Jehová ha dicho” (Josué 14:10-12)

Caleb tenía 85 años en este momento, era el sobreviviente de una generación que vivió guerras para tomar lo que Dios les había dado. Fueron 45 años de guerras, de peligros y de adversidades y ahora el reconoce algo muy importante:

Me has hecho vivir  

Él reconoce que su vida no es el resultado de una casualidad o de su suerte, él reconoce que su vida es solo la expresión de la soberanía de Dios sobre él. Es porque Dios determinó que él viviera que el vive, eso solo puede originar dos cosas:

  • Gratitud, porque sin merecerlo vivimos.
  • Paz de saber que nuestros días están en sus manos.

Hoy somos una generación de sobrevivientes, una generación que sobrevivió a un pandemia y a un congénere de enfermedades y accidentes, es decir, si vivimos hasta hoy es porque el Señor determinó así nuestros días.

Todavía tengo fuerzas

Él dice: “Dame ese monte” esto habla de propósito. Es la gratitud la que lo lleva a reconocer que hay un propósito en nuestra vida de parte de Dios. El primer propósito es que tengamos vida y el segundo es que la tengamos en abundancia, que es la plenitud de vida. Esa plenitud de vida solo puede ser completada cuando vivimos para terminar nuestros días haciendo aquello para lo cual fuimos destinados, de lo contrario siempre habrá algo que falte en tu vida. Por eso ayunaremos, para que pueda haber el despertar en nosotros de esta verdad y que cada uno pueda reaccionar de la mejor manera para experimentar victoria en Cristo.   

La semana anterior vimos dos problemas que deberíamos evitar pues no nos permiten tener una vida de victoria.

  1. No tener una fe correcta.
  2. No tener revelación de la gracia.

Ahora veamos el tercer y cuarto problema en tiempos de problemas:

  1. El desánimo 

En Génesis 25:27-34 vemos una vez más la historia de Jacob y Esaú. Vemos que el Señor en su soberanía determinó que Esaú sería el mayor, el primogénito, aquel sobre el cual recaería una gran bendición. La doble bendición era para el primogénito, era una posición de gracia, porque no hizo nada para tener la doble bendición, Esaú estaba en posición de recibir la bendición.

“No sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura” (Hebreos 12:16) 

Vemos que Esaú cambió esa doble bendición por un plato de lentejas. Entonces la Biblia lo llama fornicario o profano. Fornicación es acostarse con una y otra mujer y profano es atentar contra la santidad, el carácter de Dios, es decir, Esaú no le dió el valor a aquello que recibió y por tanto, enfrentó a Dios. Cambió gracia por merecimiento.

Esaú despreció lo que Dios le dio y todo por el desánimo, por el cansancio, por eso es importante aprender a lidiar con el desánimo, a vencer el desánimo, porque podemos dejar de darle valor aquello que es valioso.

¿Cómo se vence el desánimo? Simplemente confiando y esperando en el Señor. No hay otra fórmula. El desánimo está relacionado a la pérdida de fuerzas para seguir luchando. La Biblia dice que los que esperan en el Señor “nuevas fuerzas tendrán”, eso es victoria sobre el desánimo.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:1-3)

En otras palabras, Él sufrió para que tú y yo tengamos fuerzas y no desmayemos, porque Él es nuestra fuerza.

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16) 

Para alcanzar gracia o bondad inmerecida en el momento cierto, debemos acercarnos siempre confiando en el trono de gracia, no dudando. Dale valor a la iglesia, dale valor a tu liderazgo, a tu familia, etc. No atentes contra Dios despreciando lo que es bendición,  sino por el contrario, se grato.

  1. No reconocer quien es su paz 

“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos” (Lucas 19:41-42) 

Vemos un versículo muy triste, cuando Jesús llegó cerca de la ciudad de Jerusalén lloró, pero su congoja no era por los problemas sociales, la traducción Dios habla Hoy dice a si:

“¡Si en este día tú también entendieras lo que puede darte paz! Pero ahora eso te está escondido y no puedes verlo”

Nada ofrece seguridad en este mundo, ni la economía, ni la salud, ni la estabilidad ambiental, todo puede resquebrajarse en un momento. En medio de eso Dios se está moviendo, trayendo revelación de su Palabra, dándonos la oportunidad de ver y oir lo que tantos hubieran querido ver y oir. Esta es la oportunidad de ganar una generación para Él y de participar del propósito eterno, la oportunidad de que tu vida no sea vana en este mundo.

El apóstol Pablo enfrento un problema, pero vemos que su vida expresa la paz de Dios y por tanto libera perdón.

“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”                    (2 Timoteo 4:16-18)

Pablo experimentó la tristeza de verse solo, de estar desamparado, sin embargo, él no tiene un sentimiento de venganza o rencor, sino más bien desea en su oración que no les sea tomado en cuenta ese error, pero ¿cómo es que llega a tener esa actitud? ¿cómo es que llega a tener paz? ¡Él espera en Dios! su confianza es Dios. La revelación de que Dios está con él y eso es importante, pues cuando no tienes ese conocimiento, esa revelación, y no crees en ella, tu vida es un conjunto de decepciones. Las actitudes de los demás te decepcionan constantemente y sin la revelación de que Dios está contigo serás una persona amargada, porque todos te fallarán. Te fallará el pastor, el hermano, la hermana, el esposo, la esposa, etc. Conozco muchas personas así y su vida se torna un conjunto de amarguras, pero cuando sabes que tu esperanza es el Señor, tu pronta ayuda, sabrás que no estás solo. Pablo tiene revelación de esta verdad ¡Dios está conmigo! y a la vez sabe que Dios tiene un propósito en esta tierra, eso es muy importante, muy necesario. Saber que hay una proposito para ti, confiar en esa verdad, te da seguridad de que Dios te preservará de toda obra mala, es decir, no está hablando de una condicionante, en la que tu ganas el derecho de ser protegido, sino simplemente confía en lo que eres para Dios, en el proposito que Dios tiene para ti.

Amado hermano, esperar en las personas es la puerta al merecimiento, esperar en Dios es saber que su favor está contigo de manera inmerecida. Las personas pueden fallarte, pero el Señor siempre estará contigo.

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