Renovados en Jesús

//Pr. Eliud Cervantes\\

Estamos en el año de la aceleración y hay grandes obras a ser alcanzadas en Cristo Jesús. Por eso es fundamental que nosotros podamos vivir siempre en el descanso y renovados.

Llénate de la Palabra de Dios y sé renovado en todo tu ser 

“Hijo mío, está atento a mis palabras; Inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón; Porque son vida a los que las hallan, Y medicina a todo su cuerpo” (Proverbios 4:20-22)

Es interesante que la Biblia nos dice que Su Palabra es medicina para todo nuestro cuerpo, es decir, no solo para nuestro espíritu, sino afecta también nuestra alma y nuestro cuerpo físico.

La palabra “medicina” en hebreo es “marpé”, que significa cura, sanidad, liberación; y es precisamente eso que podemos experimentar cada vez que nos exponemos a Su Palabra. La Palabra de Dios puede sanarnos no solo espiritualmente sino también físicamente. No sólo eso, sino que es beneficioso para toda – cada parte – tu carne. Por eso es tan vital que todos podamos participar de nuestros cultos, reuniones de célula, de discipulado; porque es allí que la Palabra de Dios se expone.

Contemplemos a Jesús en Su Palabra y volvámonos más y más como Él 

Un claro ejemplo de alguien que fue renovado contemplando a Jesús fue Moisés. La palabra de Dios nos dice que él murió a los 120 años, pero estaba lleno de vigor y murió sin enfermedad ni dolencias.

“Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor” (Deuteronomio 34:7) 

Si leemos la Palabra, veremos que a esa edad, cuando tenía que morir, Moisés tuvo que subir toda una montaña. La pregunta es ¿cómo pudo mantenerse de esa manera?

“Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (Hebreos 11:27) 

La palabra griega para “sostuvo” es “karteréō ” , que se refiere a fuerza y ​​poder. Moisés se mantuvo fuerte porque sus ojos estaban fijos en Jesús. ¿Cómo vemos a Jesús hoy en día? Lo vemos en la Palabra. Ahora, cuando hablamos de ser renovados, estamos hablando de una vida larga y buena. Y la promesa del Señor para nuestras vidas es que Él nos va saciar de larga vida.

“Lo saciaré de larga vida y le mostraré mi salvación” (Salmos 91:16) 

En un mundo como el que vivimos, las personas no quieren vivir más muchos años; pero es interesante que mientras que el salmo anterior a este, el Salmo 90, habla de una vida de 70 a 80 años bajo la ira de Dios, el Salmo 91 (un salmo sobre la vida bajo el nuevo pacto de gracia) habla de Dios dando ¡larga vida hasta que estemos satisfechos!

Todavía, podemos ver algo precioso en la palabra hebrea “salvación”, ella es “Yeshua” , ¡que es el nombre de Jesús! Dios quiere satisfacernos con una larga vida y revelarnos a Jesús en Su Palabra.

Una experiencia similar podemos ver en los discípulos que iban camino a Emaús:

“Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen” (Lucas 24:16)

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27)

El día que Jesús resucitó de entre los muertos, se acercó a dos de sus discípulos en el camino de Jerusalén a Emaús y les impidió que lo reconocieran. Luego, para aliviar su desánimo, comenzó a exponerles en las Escrituras “lo que de él decían” (Lucas 24:27). Era más importante para ellos verlo en las Escrituras que verlo en la carne.

Al hacer esto, Jesús nos dio a todos la misma oportunidad de experimentar lo que hicieron estos dos discípulos. Hasta el rapto cuando podremos verlo cara a cara, tenemos este mismo privilegio de verlo en las Escrituras. Cada vez que vemos a Jesús “somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3:18).

Otra experiencia lo vemos en la vida de Elias y Eliseo:

“Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes” (2 Reyes 2:9-12)

Elías era el mentor de Eliseo, y Eliseo le pidió a Elías una doble porción de su espíritu. Esta doble porción le fue impartida a Eliseo cuando vio que Elías era llevado al cielo. Después de esto, el ministerio de Eliseo creció e hizo 16 milagros en comparación con los 8 de Elías. De la misma manera, cuando vemos a Jesús ascendiendo (el Cristo glorificado) en la Biblia, Su poder viene sobre nosotros. 

Mira a Jesús con expectativa, esperanza y seamos renovados con Su fuerza 

“El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:29-31) 

La palabra hebrea para “nuevas” es “ khaw-laf’ ”, que significa “intercambiar”. Y la palabra hebrea para “esperar” es “qavah”, que significa “mirar con esperanza y expectación”. Cuando esperas en el Señor, cambias tu fuerza natural por la fuerza sobrenatural de Dios y esta fuerza nos hará correr y no cansarnos, caminar y no fatigarnos en este año de la aceleración.

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2) 

La palabra griega para “mirar” es “ aphoráo ”, que significa “apartar la mirada de todo lo demás”. Debemos apartar la mirada de las cosas que nos distraen y mirar atentamente a Jesús con esperanza y expectativa. Cuando lo vemos, llegamos a ser como Él, no por nuestro esfuerzo, sino por el Espíritu del Señor ¡Aleluya!

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