Dale voz a tu esperanza

//Pr. Eliud Cervantes\\

Vivimos en tiempos de oscuridad en la tierra. Acabamos de salir de una pandemia global, algo que nunca antes había ocurrido; sin embargo, ahora vemos también guerras, inestabilidad económica, etc. ¿Qué hacer delante de ese panorama? La Palabra del Señor nos dice que: “aún no es el fin…”.

Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (Mateo 24:6-8)

Definitivamente, todas estas cosas son los “principios de dolores” antes de la venida de nuestro Señor Jesús. Somos la generación del arrebatamiento. Y la pregunta es: ¿Cómo deberíamos vivir sabiendo que el día se acerca? Las Santas Escrituras nos responde la forma que debemos vivir:

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión (confesión) de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23-25)

El escritor a los Hebreos nos dice lo que deberíamos hacer cuando se acerca la venida del Señor: “…no dejar de congregarnos”. Sin embargo, no quiero detenerme en ese punto, más bien, quisiera enfatizar la primera parte de nuestra lectura.

La confesión de tu esperanza

Hay algo en el cual debemos mantenernos mientras vemos que “aquel día se acerca”.

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la “confesión” de nuestra esperanza…” (Hebreos 10:23)

La palabra “profesión”, en el griego es la palabra “confesión.” Lo que el escritor a los Hebreos nos enseña es que en días previos al regreso de nuestro Señor Jesús debemos “mantener firme, sin fluctuar, la confesión de nuestra esperanza”. En días oscuros, debemos mantenernos firmes confesando de nuestra esperanza. Pero ¿qué es esa esperanza? “Esperanza” en el griego es la palabra “elphis”, que un diccionario lo traduce como: “una gozosa y confiada expectativa de eterna salvación”.

Ahora, no solo es “confesar de la esperanza”, sino lo que quiero enfatizar es que debemos “mantenernos firmes confesando”. Se trata que nuestra “confesión” nunca cese, nunca acabe. Nuestra esperanza no debemos tenerla apenas en nuestra mente, sino confesarla. No la tengas solo en tu corazón o en tu mente, sino en tu boca, confiésalo. Jesús vino para darnos vida, y en abundancia (Juan 10:10). Es esa vida abundante que debes confesar sobre todas las áreas de tu vida. Si estás luchando contra un problema, no solo hables del problema, confiesa la promesa del Señor sobre ese problema. ¡Habla! no solo creas en tu corazón, habla a tu problema, declara aquello que Jesús hizo en la cruz. Mantente declarando esa verdad.

No te vayas por lo natural, o lo que las personas o médicos puedan decir, cree en las promesas y mantente firme declarándola. Di las cosas que quieres ver en tu vida y no tus problemas.

La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos” (Proverbios 18:21)

¿Cómo Jesús sano a los enfermos? Jesús dio voz a lo que quería ver, Él ordenó. Ejemplo: paralítico, mano seca, etc. “La fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera…” (Hebreos 11:1). Por tanto, antes que tu fe venga, tu esperanza tiene que ser activada. Por tanto, no es tu edad o tu condición en el que estás que determina lo que eres o puedes hacer. Ejemplo: Caleb 85, Moisés 120 años y sus ojos estaban bien ¿Tú eres joven? ¿Eres bendecido? ¿Estas sano? Necesitas dar voz a todo eso, aunque en lo natural no parezca así. Un ejemplo claro de eso es Abrahán.

Llama las cosas que no son

(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Romanos 4:17)

Aquí vemos que Dios llama las cosas que no son como si fuesen. En la creación Dios vio la oscuridad, y ¿qué hizo? No declaró oscuridad, llamó la luz. Esa es la confesión de tu esperanza. Abrahán también lo hizo así:

Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue contada por justicia” (Romanos 4:18-22)

Aunque no haya esperanza naturalmente, debes seguir creyendo. Él tomo la promesa y la confesó. El Señor, sus nombres había cambiado y a partir de ahí, su confesión diaria cambió completamente. Él no consideró lo natural, sino la promesa que había recibido, la palabra.

No pierdas tu confianza, es necesaria la “resistencia”

Por tanto, sigue declarando lo que estás creyendo.

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia (resistencia), para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:35-36)

Cada día que pasa no estás lejos de tu promesa, más bien estás un día más cerca de tu promesa, de tu sanidad, de tu avance, de tu milagro. No pierdas tu confianza: Habla a tu montaña (problema). “Dios te lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús…” (2 Corintios 2:14).

En la Parábola del Sembrador podemos encontrar algo muy precioso.

Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan” (Marcos 4:16-17)

Es interesante ver que la “tribulación o persecución” vienen por causa de la palabra que has recibido, pues sin la palabra no puedes llevar fruto, y el diablo tiene miedo de la palabra, por eso causa tribulación. Todo lo que necesitas en tu vida es una palabra de parte de Dios. Por eso vienen la persecución para que desista, para que no creas; pero sigue creyendo, sigue declarando.

Tu fe aumenta cuando sigues declarando

Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería” (Lucas 17:5-6)

La fe tiene que ver con “decir” o declarar. Nosotros cuando creemos lo confesamos. Creer y hablar van de la mano.

Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”                           (2 Corintios 4:13)

Necesitas hablar a tu montaña. Mas importante no es lo que comes, sino lo que hablas, porque eso sale de tu corazón. ¿Qué hablas cuando estás enojado? ¿maldices o bendices? Maldecir es empujar más a la oscuridad a esa persona. Comienza a agradecer.

La palabra “podrías decir” (Lucas 17:6), en el griego es una acción continua y repetida. Lo que Jesús les estaba enseñando es que debían seguir declarando. Por tanto, sigue declarando que eres amado, justo, sano, perdonado, etc. Mantén la confesión de tu esperanza.

y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5)

Tu confesión de la esperanza, jamás te avergonzará, más bien te llevará a vivir las promesas del Señor en cada área de tu vida ¿Amén? ¡Aleluya!

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