Venza la justicia propia con cristo Parte III

//Pr. Luis A. Núñez\\

Anteriormente dijimos que para vencer a la justicia propia en nuestras vidas es necesario, en primer lugar, entender que el arrepentimiento es un cambio de mente, ahora continuaremos con el siguiente punto:

  1. La bondad de Dios es la que nos conduce al arrepentimiento

Es la bondad y no el miedo la que nos lleva al arrepentimiento.

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Romanos 2:4)

El verdadero arrepentimiento, que en realidad es el cambio de mentalidad, es manifestado cuando entendemos el amor y la gracia de Dios. Cuando entiendes que Dios te ama eso desencadena un cambio dramático en tu vida; vivir con miedo al castigo puede cambiar momentáneamente tus acciones, pero nunca te dará el poder de renovar completamente tu mente.

Dios no quiere estar rodeado por la eternidad de personas que lo escogieron como una alternativa solo por miedo a ir al infierno, necesitamos llegar al punto de ser tan deslumbrados con el Señor que todo lo demás se convierta en una mala alternativa.

Veamos algunos acontecimientos:

  1. Después que Jesús inició su ministerio vemos que en Mateo 4:17 narra lo mismo que Marcos 1:14, Jesús comienza predicando el evangelio del Reino diciendo “arrepentíos y crean en el evangelio”, luego vemos en el versículo 18 al 22 lo siguiente: “Pasando Jesús junto al Mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, que echaban la red en el mar, porque eran pescadores. Y les dijo: —Venid en pos de mí, (Ven y sígueme) y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, lo siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan, en la barca con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Ellos, dejando al instante la barca y a su padre, lo siguieron”

¿Qué es lo que paso en realidad?

En la cultura judía, la base de la educación era la Tora, todos eran educados a través de este, los padres enseñaban todo el tiempo a sus hijos.

– La educación formal comenzaba a partir de los 6 años en el Bet sefer o casa de lectura.

– En el primer nivel los niños comenzaban su educación a partir de los 6 a los 10 años. A través de un rabino aprendían todo el pentateuco de memoria.

– Los que destacaban pasaban al siguiente nivel, de los 10 a los 14 años. Era el bet talmud o casa de estudio. Aquí las enseñanzas ya eran mucho más profundas, tenían que estudiar todo el Antiguo Testamento y las interpretaciones. En esta etapa buscaban a los mejores rabinos para ser sus mentores.

– Muy pocos eran encogidos para pasar de nivel, la gran mayoría no lo lograba.

– Venía una nueva selección, pero solo pasaban los mejores de los mejores al tercer nivel.

– Esta tercera etapa se llamaba Bet midrash o casa del discípulo, aquí el rabino escogía a alguien que sería su discípulo.

– Entonces si aprobabas, tu rabino te decía: VEN Y SÍGUEME.

– Los que no eran escogidos volvían a sus casas y se dedicaban a la profesión de los padres.

– Cuando pasabas al 3er nivel eras llamado talmidin. Ellos eran los mejores de los mejores.

– Inclusive se mudaban con su rabino. Hacían todo lo que él hacía, tenían que estar demasiado cerca.

– Cuando cumplían 30 años ellos se dedicaban a buscar sus propios talmidinos.

Entonces esta porción en la palabra nos muestra que Jesús encuentra a estos pescadores lavando sus redes, eran hombres que habían sido desechados, no eran los mejores, en cierta forma sus padres estaban decepcionados, ellos habían soñado escuchar la voz del rabí, diciendo “Ven y sígueme”, pero nunca pasó. Ellos, seguramente, debían vivir un tipo de condenación continua, una sensación de haber fallado a sus padres y parientes y lo primero que hace Jesús es acudir a estos reprobados y les dice: “Ven y sígueme”, esta es la razón por la que al instante dejaron sus redes. Esto es confirmado por el propio Señor más adelante en Juan 15:16:

No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca”

¿Qué hizo que estos hombres se arrepintieran y cambiaran su forma de pensar? Simplemente la bondad de ese Rabí llamado Jesús. Yo era alguien que fui desechado y Él me llamó ¡Aleluya!

  1. Otro ejemplo es Zaqueo en Lucas 19:1-9. Su cambio de actitud vino a través del reconocimiento del amor y gracia del Señor, Jesús le dijo: “Voy a tu casa” y él se alegró, no podía creerlo. Zaqueo era alguien odiado, despreciado, él vivía acusado, sabía que no merecía nada. La gente murmuró al respecto con mucho desdén, porque Zaqueo no merecía nada, pero esa muestra de amor hizo que Zaqueo decidiera devolver y reparar el daño que hizo. Jesús, refiriéndose a él, dijo que él era un legítimo judío (hijo de Abraham) ¿Sabes lo que fue para Zaqueo escuchar eso? Jesús no le dijo devuelve todo, repara el daño, simplemente le mostró su amor, su bondad y esto lo llevó al arrepentimiento. Aun siendo despreciado por todos (Lucas 18:11), pero la muestra de amor de Jesús lo llevó a arrepentirse.
  2. Otro ejemplo es Saulo (Hechos 9:1-18) el perseguidor de cristianos, el asesino y brutal enemigo de los cristianos, el religioso y legalista, fariseo de fariseos, talmidin de Gamaliel. ¿Qué hizo que cambiara tan drásticamente de perseguidor a predicador de Cristo? fue un acontecimiento asombroso. Cuando Jesús se presenta frente a él, camino a Damasco, le pregunta por qué lo perseguía, por qué asolaba su iglesia. Definitivamente ese fue un momento donde el temor lo invadió (v.6), en ese momento atinó a decir “¿Qué quieres que haga?” Esa es solo una expresión de quien está pensando lo peor. Luego se levanta, pero está ciego, pasan tres días y él tiene una visión de que un hombre llamado Ananías ponía sus manos sobre él y sanaba, ese hecho talvez lo tiene confundido, pero es real. Dios, por otro lado, estaba hablando con Ananías y eso acontece, entra y le dice: “El Señor me ha enviado para que recobres la vista” Es obvio que Ananías le narró el plan de Jesús para su vida, porque en las epístolas Pablo dice que fue enviado a los gentiles. Esta fue la mayor muestra de su gracia, pues Pablo no merecía algo así, todo lo contrario, merecía ser condenado, pero Jesús lo escoge para ser instrumento suyo, eso es gracia, desde allí se convirtió en el predicador más grande de “este camino”. La bondad de Cristo lo llevó a cambiar de mentalidad, al arrepentimiento (Hechos 26:16) Solo hay una cosa que podría llevarte a ser el predicador del evangelio más grande de esta generación y eso es el reconocimiento de la gracia de Dios sobre tu vida. Cuando no merecías nada Él te dio vida.

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