Avivando la pasión

//Pra. Yadira Romero\\

“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado, pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:2-5)

Lamentablemente muchas personas en este tiempo han llegado a un nivel alarmante de tibieza espiritual en sus vidas. En medio de la Iglesia muchos hacen cosas para Dios, cantan, evangelizan, lideran, congregan, pero no con el mismo amor y pasión de antes, sino que se tornaron creyentes robots. Tal vez puedas argumentar que están haciendo cosas buenas y válidas y claro que lo son, pero eso se volvió algo religioso y dejo de ser la razón de sus vidas.

Algo que representa la razón de nuestra vida es como el aire que respiramos, la sangre que corre por nuestras venas, es como nuestro propio corazón. No es solo hacer cosas, es tener el corazón correcto. El Señor es la razón de nuestras vidas, por eso la palabra de Dios dice en Romanos 11:36 “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas”.

La Iglesia de Éfeso desarrollaba un trabajo arduo, hacían muchas cosas, eran pacientes, perseverantes, no soportaban la maldad, tenían celo, es decir, mucho cuidado de no seguir por seguir a alguien y también sufrieron; su trabajo y sufrimiento no fue por alguien, sino por el nombre del Señor y no desmayaron en eso, sin embargo, habiendo hecho todo eso, el Señor tenía algo contra ellos, habían dejado la razón de su vida, su primer amor.

El primer amor

¿Qué es el primer amor? El primer amor se trata de tener revelación del amor de Dios por nosotros y experimentarlo en nuestro día a día. Aquella persona que sabe y tiene revelación constante de cuán amado es por Dios, definitivamente responderá con pasión y encargo en todo lo que hace y vive. Nuestro amor a Dios es apenas la respuesta de cuán amados somos.

Lo que caracteriza a una novia apasionada es justamente eso, tiene un corazón para el novio. No se trata, en primer lugar, de obras o cosas que podamos hacer, sino de tener un corazón para Él. No te engañes, no creas que hacer muchas cosas, perseverar, sufrir y trabajar arduamente lo es todo, necesitamos entender que todo lo que hagamos tiene que ser fruto de la revelación de lo cuan amados somos por Dios y con eso no estoy diciendo que no sean importantes todas estas cosas, claro que lo son, lo que estoy diciendo es que lo que más importa es la fuente, estoy diciendo que tenemos que saber de donde nace todo lo que hacemos.

Cuando no tenemos revelación de esa verdad en nuestra vida empezamos a perder la pasión y ser como un carro que ya está con la reserva de combustible en su tanque, empezamos a perder fuerza, al punto que en un momento ya no funcionaremos. Dentro de cada auto está todo el potencial para avanzar e ir a más de cien kilómetros por hora, pero no podrá hacerlo si no tiene combustible y justamente, la pasión, fruto de revelación del amor de Dios por nosotros, es ese combustible que nos lleva a avanzar. Cuando esa pasión falta ya no podemos avanzar, tenemos todo el potencial, todo lo que necesitamos, pero sin combustible, sin pasión, no podemos avanzar.

Las pruebas son un test para la pasión

Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”                         (2 Corintios 4:7-10)

En esta vida siempre pasaremos por diversas circunstancias y mucho más si deseamos servir al Señor, pero la Palabra del Señor nos muestra que en toda circunstancia la vida de Jesús se manifiesta. No está mal desanimarse, decaer o inclusive, que en algún momento, se pase por nuestra mente la idea de desistir, pero es ahí cuando debemos reconocer que todo es por la gracia de nuestro Dios.

¿Qué lleva a alguien a enfrentar tribulación, persecución, angustia, desesperanza y abandono? Es la pasión.

La recompensa para nuestra pasión

“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”                     (2 Corintios 4:16-18)

Toda esa pasión y entrega delante de las circunstancias tiene una recompensa. Porque si perseveramos veremos ese peso de gloria sobre nuestras vidas.

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Hebreos 11: 32 -34)

¿Qué es lo que llevaría a alguien a experimentar todo esto que acabamos de leer? Simplemente una fe impulsada por una pasión que nace en el Señor. La pasión nos lleva a hacer cosas realmente sobrenaturales, que no están dentro de nuestra capacidad humana, de nuestra fuerza o talento. La pasión es la fuerza que necesitamos para hacer que todo lo imposible se torne posible.

Cuando hay pasión lo sobrenatural de Dios se manifiesta y es ahí cuando vemos la obra divina. Cuando algo se torna posible para ti mismo, cuando algo puede ser realizado por tu capacidad o talentos, ten la seguridad que eso es solo humano ¿Qué es lo que deseas? ¿una obra humana o una divina?

Aviva esa pasión

Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Timoteo 1:5-6)

La pasión es algo que tiene que mantenerse viva y eso no depende de tu pastor, de tu líder, esposo, hijos o cualquier otra persona, esa es tú responsabilidad. Deja de estar buscando en otros la responsabilidad que es solo tuya. Ese fue el consejo de Pablo a Timoteo y también es válido para nuestros días. No puedes ser como Adán que echó la culpa a Eva. Todos tenemos acceso al Espíritu Santo, Él habita en nosotros y es ese mismo Espíritu quien avivará día a día ese fuego.

Descargar Audio

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio