Cómo vivir la aceleración

//Pr. Eliud Cervantes\\

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“Dad gracias en todo, porque esta es la …

Como ya hablamos en nuestras reuniones pasadas, recibir una dirección de parte del Señor, requiere que tengamos ciertas actitudes en nuestro día a día para poder experimentar en su plenitud aquello que Dios tiene para nuestras vidas. Entender estos principios y practicarlos nos llevará a esa experiencia. 

Aliméntate de la Palabra de Dios

Una de las primeras prácticas que debemos tener en este año de la Aceleración es alimentarnos con la Palabra de Dios. Cada vez que nos alimentamos de la Palabra de Dios, estamos dando un banquete a nuestro espíritu y experimentamos un gran gozo y alegría.

Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos” (Jeremías 15:16) 

Pero la Palabra de Dios no se detiene allí ¡también ministra vida y sanidad a toda nuestra carne!

“Porque son vida a los que las hallan y medicina a todo su cuerpo” (Proverbios 4:22) 

La misma vida que Dios sopló en nosotros al principio, cuando nacimos de nuevo, está ahora en las páginas de la Biblia. Cuando pasas tiempo en la Palabra de Dios, te da vida y salud no solo a tu cuerpo físico, sino a todo tu ser, incluyendo tu espíritu y alma. 

Vive en el “ahora” y experimenta de su gracia y favor día tras día 

La forma en que Dios quiere que experimentemos este tema especial para el año es viviendo un día a la vez, estando presentes y viviendo en el ahora porque ahora es el tiempo del favor de Dios.

“… he aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:2b)

En hebreo “aceptable” es la palabra “râtsôn”, mientras que en griego, es la palabra “dektos” (como se ve en Lucas 4:19: “Para proclamar el año aceptable del Señor”). Este es un momento en el que abunda profusamente el favor de Dios. Esta época no es un año o una temporada específica en el futuro, sino es ahora. En lugar de esperar a que se logre un evento u objetivo futuro para ser feliz ¡disfruta el viaje!

La Biblia dice: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11), lo que significa que la provisión, el favor y la gracia que Dios nos da es para un día a la vez. Esto se debe a que Dios quiere que vivamos en el ahora con Él. “Ahora” es el momento favorable para vivir, en lugar de en el pasado o en el futuro donde no hay favor, ya que no es el “tiempo aceptable” ¡Ahora es el momento del favor!

Dios no es el Dios del futuro ni del pasado, sino que es nuestro pronto auxilio en tiempos de necesidad. Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1)

Cuando Lázaro murió, Marta le dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (Juan 11:21). Ella estaba insinuando que Jesús llegó demasiado tarde. Sin embargo, Jesús le dijo: “…Yo soy la resurrección y la vida…” (Juan 11:25) y resucitó a Lázaro de entre los muertos. Mientras vivimos cada momento de este año, recordemos que Jesús siempre está con nosotros en el presente y listo para ayudar. 

En este año declara: “sí” y “amén” a todas las promesas de Dios 

Puedes reclamar cualquier promesa de la Palabra, porque todas las promesas de Dios son sí y amén.

“porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Corintios 1:20) 

Cualquier cosa a la que digas “amén” sucederá porque estás proclamando, “así será” en tu vida. ¡Las promesas de Dios son todas tuyas para que creas y recibas! Vemos esto en la vida de Caleb, quien a la edad de ochenta y cinco años, declaró que estaba físicamente fuerte y listo para reclamar la tierra que Dios había prometido a los israelitas.

“Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió;  cual era mi fuerza entonces,  tal es ahora mi fuerza para la guerra,  y para salir y para entrar” (Josué 14:11) 

Pero, ¿por qué él hizo esa declaración? Porque es una promesa del Señor. Hay una promesa de Dios que fue profetizada sobre la tribu de Aser: “…¡que dure tu fuerza tanto como tus días!” (Deuteronomio 33:25 NVI)

Naturalmente, nuestra apariencia física y fuerza disminuyen a medida que avanzamos en edad. Sin embargo, la Palabra de Dios nos promete que experimentaremos lo contrario: a medida que avancen nuestros días, tendremos mayor fortaleza. “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (Lc 18:27).

Sin embargo, cuando el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías y le profetizó que su esposa, Isabel, daría a luz, él no creyó las palabras de Gabriel y se quedó mudo hasta el nacimiento de su hijo (Lucas 1:20). Pero, cuando Gabriel se apareció a María y profetizó que llevaría a Jesús en su vientre, ella creyó en la Palabra de Dios (Lucas 1:38).

“Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo” (Lucas 1:20)

“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia” (Lucas 1:38)

Inclusive, el propio nombre de nuestro Señor Jesús es “Amén”.

“…Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz” (Apocalipsis 3:14 NVI) 

La palabra “Amén” en este versículo se refiere a la persona de Jesús mismo. Al decir “amén” estamos expresando nuestra fe. Podemos ver esto en la vida de Abraham:

“Y creyó (aman) a Jehová y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6) 

La palabra hebrea para “creyó” es “aman”. La palabra hebrea para “fe”, que es “emuná”, se origina en “aman”. En este versículo, Abraham estaba diciendo “amén” a la promesa del Señor de tener hijos, y esta era una declaración de fe. Por eso, todas las promesas de Dios que lees en el Antiguo o Nuevo Testamento, las reclamas por fe diciendo: “¡Amén!”

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