//Pr. Líbano Gamarra\\
Sabemos que nuestro Señor Jesucristo hizo muchos milagros, entre ellos multiplicó los panes y peces y alimentó a cinco mil personas, sin considerar mujeres ni niños; hasta ahí todos estaban contentos y felices por haber comido hasta saciarse, solo que después la gente comenzó a buscar a Jesús solo por la comida y no por la palabra que habían escuchado (Juan 6:26-29), por eso, creemos que Jesús no realizó más milagros de multiplicación de panes y peces (Solo en dos oportunidades). Emmanuel vino a la tierra para salvarnos, ese era y es su objetivo, si fuera de otra manera, se hubiera dedicado a multiplicar panes y peces y alimentar en forma diaria a los seres humanos, pues para Él, eso no es difícil ni imposible, por que es Dios y poderoso en gran manera.
Tesoro
Un tesoro es lo que el hombre tiene en alta estima o constituye su riqueza.
Tu tesoro debe ser Dios (Mateo 6:19-20)
Él nos da vida, salvación y propósito (Efesios 1:7), no existe un bien material, ni un logro intelectual, no hay amor humano que pueda darte esa plenitud de vida que estás buscando, porque fuiste creado para vivir en comunión permanente con tu creador (Jeremías 1: 5–119:73).
Si de razones se trata, hay muchas para considerar a Dios como nuestro tesoro más preciado. Esto de ponerme a pensar dónde estaba mi tesoro, dónde está mi corazón, me llevó a preguntarle a Dios: “Padre ¿Y tu corazón dónde está puesto, cuál es tu tesoro?¿Y sabes qué? Su respuesta aún hoy sigue llenándome de gozo. Dios me dijo: “Vosotros sois mi especial tesoro” (Deuteronomio 7:6). El corazón de Dios está puesto en ti y en mi. Tú y yo somos no solo el tesoro de Dios, sino su especial tesoro. Tu y yo somos real sacerdocio, nación santa, linaje escogido por Dios, para exaltar las virtudes de aquel que nos llamó de tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9) No lo digo yo, lo dice nuestro amoroso Padre.
Pon tu corazón en Dios, Él si vale la pena (Mateo 22:37-39)
Por eso no permitas que nada ni nadie te haga dudar quién eres y mucho menos que te haga desviar tu corazón hacia algo que realmente no vale la pena. Dice el Padre:
“Dame, hijo mío, tu corazón,
Y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26)
Dios quiere que le entregues tu corazón, quiere que lo ames, que Él sea todo para ti. Nunca creas que las bendiciones que recibes son por tu esfuerzo, la profesión, negocio, Dios te las da. El rey Nabucodonosor era prosperado por Dios, pero un día dijo que todo era por él, que todo lo que tenía era por su esfuerzo, dejó de darle gloria a Dios y luego terminó de expresarse de esa forma y en un momento apareció comiendo pasto en el campo juntamente que los animales, después de mucho tiempo reconoció que Dios es el todopoderoso y por Él y para Él deben ser todas las cosas, solo asi volvio en si y se le devolvió el reinado. Es Dios el que te da y si quiere te quita.
“Vended vuestras posesiones y dad limosnas; haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro en los cielos que no se agota, donde no se acerca ningún ladrón ni la polilla destruye. Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón” (Lucas 12:33-34)
El tesoro más preciado del rey David era Dios (1 Crónicas 29:3,6-17)
David era conforme al corazón de Dios, para el rey David Dios era su principal tesoro, Dios era primero, nadie más.
- Un talento: En el Antiguo Testamento, equivalía a cerca de 34 kg de plata y en el Nuevo Testamento a 6000 dracmas o lo que es lo mismo, 21600 g de plata.
34 kg x10000 = 340000 kg de plata (Es lo que dieron en plata) - Una moneda de oro: $128 x 10000 = $1284500 (Es lo que dieron para el templo de Dios)
Solo estoy mencionando el oro y la plata, faltaría enumerar todo lo demás.
¿Soy amo de mis bienes materiales o soy esclavo? (Mateo 6:24, 1 Timoteo 6:10)
Es una cuestión de libertad, no debemos dejarnos poseer por los bienes materiales, sino ser más bien nosotros sus amos; pues la riqueza material puede ocupar el “corazón” y generar una creciente ansia de poseer más, una auténtica dependencia. Has que tus bienes le sirvan a Dios y no tu a tus bienes materiales.
Soy libre, por eso amo a Dios y confío en Él (Mateo 22:39)
¿Todavía estamos con miedo de perder nuestro trabajo o tenemos miedo de dar una ofrenda? Cuando confías plenamente en Dios, no hay temor (Salmos 4:8; Isaías 41:10).
Tu tesoro más preciado debe ser el Señor (Mateo 6:3; Filipenses 3:8)
Todos tenemos un tesoro y no me refiero solamente a oro, plata, propiedades, carro, personas, etc. Me refiero a todo aquello que es prioridad número uno, nada lo reemplaza, le damos todo nuestro tiempo o el mayor tiempo posible, lo demás es cosa secundaria, segunda opción. Es lo primero que viene a nuestra mente, es lo primero que ocupa nuestro tiempo, es lo primero en mi agenda, es lo primero que al levantarme de la cama y le dedico mi tiempo, pienso, medito en eso, converso de eso, me esfuerzo en eso.
Cuando nuestro corazón está puesto en Dios tenemos ganancia, en todos los aspectos, todo viene por añadidura. Si Dios es primero, la salud viene, si es Dios primero, el alimento, ropa, casa, matrimonio viene por añadidura. Todo lo que implica prosperidad está incluido, pues prósperas en tu salud, relacionamientos interpersonales, comienzas a ser mejor padre, madre, hijo, nuera, yerno, suegro, etc. Dios se encarga de darte todo, por que eres su hijo amado y eso no tiene precio, Él te da sabiduria e inteligencia.