//Pr. Luis A. Núñez\\
Existen momentos en los que somos puestos a prueba por las circunstancias, es necesario entonces responder de manera correcta. Muchos creen que es imposible perder lo que hemos conseguido en Dios, sin embargo, están equivocados.
“Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis la recompensa completa” (2 Juan 1:8)
“Mirar por vosotros mismos” habla de una gran responsabilidad personal, habla de una vigilancia personal y este énfasis es con un objetivo, no perder el fruto de nuestro trabajo. Hay cosas que podemos perder, el apóstol Juan ya anciano dice que podemos perder lo que hemos conquistado con esfuerzo, sacrificio, de rodillas, podemos perder lo que tenemos. Todo trabajo produce frutos y Juan dice que podemos perder ese fruto.
A veces creemos que solo grandes actos o grandes errores pueden echar a perder algo, pero no es asi, a veces son actos pequeños, detalles aparentemente insignificantes los que pueden echar todo a perder. Por ejemplo, imagina a alguien que se pasa toda la mañana haciendo un postre especial, de pronto, cuando ya todo está servido, se dan cuenta que en lugar de colocar azúcar puso sal o imaginen a un agricultor que compra un terreno para sembrar, trabaja de una manera dura para sembrar, cuida el terreno, lo abona y finalmente, una semana antes de cosechar dice “me cansé” y abandona ese trabajo, esta cosecha se perderá.
“Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; porque nuestras viñas están en cierne” (Cantares 2:15)
Ten cuidado, porque los actos pequeños, las desiciones aparentemente insignificantes, pueden echar a perder las cosas que Dios está haciendo en nosotros y por causa de esa decisión, tener que comenzar todo de nuevo, todo por causa de tomar malas decisiones. Nuestras decisiones son una asunto serio, por eso Juan nos dice que tengamos cuidado, porque podemos perder lo que hemos conseguido hasta ahora.
Nuestra vida cristiana es comparada con una carrera, veamos:
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:1-2)
No es una carrera en la que uno solo llegará, pero debemos correr para alcanzar la meta, esto habla de esfuerzo de impulso, pero deseando llegar, en realidad es una carrera de resistencia. En esta carrera no importa como comenzaste, sino es como llegas, muchos tal vez comenzaron bien, pero terminaron mal, Un ejemplo es Salomón, comenzó bien, Dios le dio mucha riqueza, le dio sabiduría, pero terminó muy mal, tomando pésimas decisiones respecto a las mujeres. Otros comenzaron mal, pero terminaron bien, por ejemplo Jacob, es un hombre que comenzó mal, pero terminó bien, terminó como Israel. Lo que importa es como terminas, termina bien la carrera que comenzaste en Dios.
Tenemos otros ejemplos en la Biblia:
- El pueblo de Israel
Este pueblo se encuentra frente al mar y murmura, salen del mar y siguen murmurando, siempre se quejaban diciendo “En Egipto era mejor, extrañamos las cebollas y ajos de allá”, hasta aquí Dios solo callaba y concedía, solo los soportaba, hasta que llegaron a un lugar llamado Cades – Barnea y algo inesperado sucede.
“Entonces toda la congregación gritó y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y contra Aarón, y toda la multitud les dijo: «¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá muriéramos en este desierto! ¿Por qué nos trae Jehová a esta tierra para morir a espada, y para que nuestras mujeres y nuestros niños se conviertan en botín de guerra? ¿No nos sería mejor regresar a Egipto?». Y se decían unos a otros: «Designemos un capitán y volvamos a Egipto” (Números 14:1-4)
Dios le dijo a Moisés que mandara espías para reconocer la tierra que les daría. De los doce espías que fueron enviados, diez de ellos informaron de una manera negativa, pero lo trascendente es que a propósito de este informe ellos decidieron volver a Egipto, esta decisión hizo que dios cambiara su forma de actuar. Hasta ese momento Dios solo escuchaba las quejas, pero aquí es donde Él decide que ellos no entrarán en la tierra prometida. Una decisión puede cambiar nuestras vidas, esa decisión les costó mucho, pues murieron en el desierto. Aquellos que toman decisiones correctas frente a las circunstancias saben que están siendo probados y necesitan dar una respuesta correcta delante de Dios. Dios permitió que sucedan todas esas cosas, pero ellos no supieron discernir y una decisión cambio el destino de sus vidas.
“Yo lo he perdonado, conforme a tu dicho. Pero tan ciertamente como vivo yo y mi gloria llena toda la tierra, que ninguno de los que vieron mi gloria y las señales que he hecho en Egipto y en el desierto, los que me han tentado ya diez veces y no han oído mi voz, verá la tierra que juré dar a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá” (Números 14:20-23)
Dios los había perdonado, pero no verían la tierra que había separado para ellos. Antes andavamos en cosas que ahora ya no podemos permitirnos, debemos cuidar las decisiones que tomamos.
- Esaú y Jacob
Esaú llegó de cazar y no consiguió nada para comer, le pidió a su hermano un poco del guiso que tenía. Esaú no percibió que él estaba siendo probado, al punto de decir “¿de qué me sirve esto?” y perdió la primogenitura. Por una decisión podemos ganar o perder un ministerio, nuestras decisiones son muy importantes. Esaú se arrepintió después:
“Que no haya ningún fornicario o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no tuvo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12:16-17)
Aunque luego Esaú buscó la bendición con lágrimas fue desechado, tus decisiones son muy importantes, puedes ganar o perder a través de una decisión, ten cuidado con lo que decides. Si alguién está cansado y ve la obra como una carga, tienes que entender que tienes una sola vida para servir a Dios.
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27)
Tu decisión puede hacer que Dios ponga esta responsabilidad en otro. Dios quiere que podamos renovar nuestro encargo, que podamos tomar decisiones correctas, Él es el Dios de la segunda oportunidad.
- Roboam
Después de la muerte de Salomón, quien asume el reino fue su hijo Roboam. En medio de su reinado Roboam recibe el consejo de los sabios y ellos le dicen “sé siervo de ellos y te servirán”, pero él no oyó y prefirió escuchar el consejo de los jóvenes que se habían criado con él y colocó cargas más pesadas en la espalda del pueblo. Eso provocó que el reino se dividiera, que diez tribus se separarán, solo se quedó con dos. Las tribus nunca más se juntaron por causa de esta decisión, las generaciones que siguieron sufrieron. Una decisión puede hacer que no solo suframos nosotros, sino las generaciónes que nos siguen: Tu eres el resultado de las decisiones que tomaste ayer y tu realidad de mañana será el resultado de las decisiones que tomes hoy.
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:13-15)