Mi paz os doy

//Pr. Luis A. Núñez\\

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27)

La Biblia también llama a nuestro Señor como el Rey de Salem (Hebreos 7:2). “Salem” significa “paz”, es decir nuestro Señor es el Rey de paz.

“A quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo;cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz”   (Hebreos 7:2)

Ahora volvamos al verso 27 de Juan 14, notemos que inmediatamente después que Jesús dijera: “La paz os dejo, mi paz os doy…”, Él dijo también: “No dejes que tu corazón se preocupe, ni tampoco que tenga miedo”. No dejes que tu corazón se preocupe ni que tenga miedo. En este versículo el Señor Jesús está usando dos verbos diferentes que han sido traducidos como “dar” y “dejar”, existe por supuesto una diferencia entre estos dos verbos, dejar y dar no son lo mismo, el Señor dice que nos deja la paz y nos da su paz, veamos entonces a que se refiere.

Primero

Cuando el hombre pecó contra Dios, allá en el Génesis, se produjo una separación, una ruptura en su comunión con Dios.  La vida de Dios salió del hombre, por tanto Dios que es Santo, Santo, Santo ya no podría tener comunión con el pecado, esto es denominado como “enemistad” y la palabra morir significaba “separación”, el hombre se separó de la vida de Dios, se convirtió en enemigo de Dios.

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte,así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”   (Romanos 5:12)

Esta naturaleza pecaminosa en el hombre definió su separación de Dios y por lo tanto la Biblia lo denomina como enemigo de Dios, como extraño, desconocido.

“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 5:10)

“Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliadoen su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él” (Colosenses 1:21-22)

Estos versículos nos muestran la condición del hombre delante de Dios, éramos enemigos,  ya no teníamos comunión con Él, pero vemos que la muestra de su amor se manifiesta en Cristo:

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1)

“Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado” (Colosenses 1:20-21)

Segundo

Jesús dice “mi paz os doy”, esto es el resultado de una relación personal con El Señor. La relación con el mundo da un tipo de paz y la relación con Jesús nos da su paz ¿Cuál es la diferencia? El mundo llama paz a la ausencia de problemas, por esa razón cuando estás en problemas muchos te ofrecen olvidarte de ellos con una cerveza o con cualquier otra actividad, pero regresando a tu realidad todo continua, pero la paz que da Cristo es la paz en la que aun habiendo problemas y luchas yo tengo estabilidad, bienestar, tranquilidad, porque está basada en la confianza plena, es saber que aunque el mundo puede estar cayéndose, Dios está conmigo ¡aleluya! este sentir es el resultado de una relación con Jesús, Él no te ofrece religión, te ofrece una relación que resultará en paz, una paz que supera todo entendimiento.

Este verbo es un presente continuo, “mi paz te estoy dando”, porque ciertamente somos constantemente candidatos a que nuestro corazón sea turbado y orillado al desánimo, al cansancio, al sentimiento de soledad, a la desconfianza, etc. Justamente por eso es necesario continuamente tener revelación, entendimiento de Cristo en nuestra vida, de la obra de Cristo en la cruz y de lo que somos en Él.

  1. La paz que cuida nuestro corazón y nuestra mente

“Y la paz de Dios, (mi paz os doy) que sobrepasa todo entendimiento, guardará (bajo vigilancia) vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”      (Filipenses 4:7)

La revelación de Cristo, de la obra consumada del perdón de pecados, traerá una paz que guardará, cuidará, vigilará tu corazón para que no seas atacado por pensamientos de mal, de soledad, sentimientos de angustia. No permitirá que tengas un corazón turbado, preocupado o angustiado ¡Aleluya! te verán como loco, porque cuando deberías estar angustiado, estarás lleno de gozo, cuando deberías estar destruido estarás animado, eso es el resultado de reconocer la gracia de Dios y por experimentar su favor. Esa revelación de Cristo que te traerá paz.

  • ¿Por qué están tristes?

“Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido. Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén” (Lucas 24:12-13)

Un mismo acontecimiento produjo en uno alegría porque se supo perdonado y en otros desánimo porque no era como pensaban que sucederían las cosas.

“Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?” (Lucas 24:15-17)

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:27)

¿Por qué sus ojos fueron velados de manera que no reconocieron a Jesús? La Biblia nos muestra que en lugar de mostrarse y decirles quien era Él les mostró lo que las Escrituras hablaban de Él. Porque por encima de nuestras emociones está la revelación de lo que su Palabra nos dice, por eso es necesario buscar primero esa revelación en su Palabra y es cuando esa revelación nos lleva a la experiencia, se abren los ojos y las fuerzas vuelven, la alegría vuelve, la expectativa vuelve.

Toda revelación de Cristo en su Palabra abrirá las puertas a la experiencia con Él y esa es nuestra victoria sobre el desánimo, sobre la desmotivación, sobre la tristeza circunstancial, espiritual u orgánica.

“Alzaré mis ojos a los montes ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda” (Salmos 121:1-3)

“Alzaré mis ojos a los montes ¿de dónde vendrá mi socorro?” este primer verso nos muestra el estado de nuestro corazón, ese es el momento en que tu corazón te dice: “Estás solo, no hay quien te ayude”, pero allí viene la revelación del propio salmista: “Mi socorro viene de Jehová”, esa es la revelación de una verdad, de la realidad, que traerá victoria sobre el desánimo.

La revelación de Él a través de su palabra te dará la experiencia de la paz. El verbo dar en el idioma original es constante, mi paz te estoy dando. Lo que quiero decirte es que la realidad no es lo que tu corazón siente, porque tu corazón es engañoso, la realidad es lo que en Él tienes. La única manera de vencer ese desánimo es teniendo convicción plena de su amor, de su perdón, de su llamado, de su propósito, de su cuidado, de su protección, etc. Eso es fe, es como abrir la cortina para que el sol entre por tu ventana, entonces tendrás la experiencia de su gracia, de su paz.

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