¿Qué pues diremos?

//Pr. Luis A. Núñez\\

Una de las cosas que debemos entender es que la Biblia, escrita en su idioma original, no tenía los capítulos ni los versículos como los tenemos hoy. Las traducciones posteriores han agrupado la Biblia por temas o mensajes y eso realmente ha sido muy bueno, porque eso ha ayudado a los creyentes de hoy a ubicarnos en la lectura y estudio. Solo imaginen la dificultad de tratar de ubicar una porción del texto en un solo bloque de escrituras, sería realmente complicada una simple lectura. Otra gran ayuda es que todas las traducciones de la Biblia han mantenido ese estándar, de capítulos y versículos.

Cuando leemos y estudiamos la Biblia, un pasaje o capítulo en específico, siempre es bueno danos el tiempo de leer el capítulo anterior y también el siguiente, para comprender el mensaje completo y el contexto de lo que estamos leyendo. Por ejemplo veamos los siguientes versículos:

En Romanos 5:1-11 se nos muestra que hemos sido justificados y reconciliados por gracia, por amor.

“Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:2) 

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (Romanos 5:11)

Después Romanos 5:12-16 básicamente nos habla de dos puertas, Adán y Cristo. Adán es la puerta por la que entró el pecado, la muerte y por otro lado, Cristo es la puerta por la que entró la vida, la plenitud de vida.  

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron”  (Romanos 5:12) 

“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17)

A través de esta lectura hemos recibido revelación de cómo por gracia fuimos salvos de la separación eterna de Dios causada por Adán y de cómo por causa de Cristo, en su amor y gracia, fuimos libres de esa condenación siendo reconcilados con Dios. Infelizmente, existió en ese tiempo y en la actualidad también, una tendencia a distorcionar la gracia, por eso la siguiente pregunta es muy pertinente ¿Qué es la gracia para ti?

  1. ¿Qué pues diremos? 

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” (Romanos 6:1)

Después de hacerse esta pregunta, el mismo apóstol Pablo se responde y dice: “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Vers. 2). La respuesta es tajante, de ninguna manera ¿cómo vas a continuar haciendo lo que hacías antes? ¿cómo vas a perseverar en las prácticas pasadas? ¿cómo vas a perseverar en aquello que son actitudes de los hijos de desobediencia?

“Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:10-14)

  1. ¿Qué pues? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley? 

“¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera” (Romanos 6:15)

La respuesta a esta segunda pregunta es la misma, en ninguna manera y reafirma la respuesta en el siguiente versículo: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Vers. 16).

Nota que en el primer punto habla de aquellos que quieren seguir haciendo lo que hacían antes, cuando vivian lejos de Dios, la pregunta es ¿Quieres seguir siendo esclavo del pecado y presentarte ante Él para ser instrumento de iniquidad? o más bien lo correcto es presentarte ante Él como alguien libre, pues te dio la vida para ser instrumento de justicia. 

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:1-3)

En el segundo punto habla de las intenciones que afloran en tu mente para pecar que comienzan con la idea equivocada que podemos pecar porque estamos en la gracia.

Noten que la respuesta en Romanos 6 es con otra pregunta y generalmente eso pasa cuando alguien te quiere llevar a reflexionar, a que confrontes tus actitudes que están fuera de foco ¿Acaso no sabes que si te sometes a alguien para obedecerle eres esclavo de ese alguien? Es decir ¿de quién quieres seguir siendo esclavo? ¿del pecado para servirlo, para ser instrumento de iniquidad, para experimentar muerte a tu alrededor?

El problema radica en andar a través de lo que te a ti te parece y en esa condición solo la voz de Dios puede hacerte dar cuenta de tu error. Mira lo que dice la Palabra:

“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12) 

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14)

Necesitamos caminar guiados el Espíritu, eso marcará la diferencia, por eso estuvimos ayunando y orando, para que nuestros ojos sean abiertos. Es simple, camina como a ti te parece y terminarás en muerte, en destrucción de la plenitud de vida.

  1. ¿Qué diremos? ¿La ley es pecado?

“¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás” (Romanos 7:7) 

La respuesta ante esta tercera pregunta es la misma, en ninguna manera. Es común escuchar frases como “él es pura ley”, el problema es que con frases como esta damos a entender que los mandatos de la ley no son de Dios, que son algo malo, por consecuencia, dejamos de ver la santidad de la ley, como la expresión de Dios y creemos que podemos violarla, nada más alejado de la verdad.

“De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12)

La ley fue compartida por Dios para mostrarnos que en nosotros, desde Adán, había pecado, pero por la obra de Cristo ahora esa ley ha sido impregnada en nuestros corazones, porque tenemos una nueva naturaleza. La ley tiene el próposito de evidenciar nuestra condición y que eso nos conduzca a Cristo. El problema son los hábitos que tienen que ser combatidos, por eso hemos aprendido en el Curso de madurez espiritual que nuestro espíritu tiene que ser ejercitado, nuestra alma está siendo transformada y nuestro cuerpo tiene que ser disciplinado.

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