Renovándonos frente a los nuevos tiempos

//Pr. Luis A. Núñez\\

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2)

Una de las claves en nuestra relación con Dios es saber siempre cuál es su voluntad, en el original significa “el buen deseo de Dios” para ti. Saber cuál es su voluntad  es determinante en las adversidades, pues esto te alimenta y te llena de fortaleza,  pues comprendes que su voluntad es buena, agradable y perfecta.

Cuando encuentro jóvenes en conflicto con sus padres por sus disposiciones, siempre les pregunto ¿Crees que tu madre te odia? ¿crees que tus padres quieren lo peor para ti? y casi siempre la respuesta es no, entonces es un buen comienzo para entender el trasfondo de porque sus padres actúan así, pero cuando la respuesta es si, es decir, piensa que sus padres lo odian, hay un problema grave que requiere todo un proceso de sanidad en ese joven.

Lo primero que se nos dice en este versículo es que “no nos conformemos a este siglo”, en el idioma original el sentido es “no entres en la forma de este siglo”, otra traducción es “no adoptes la forma de este siglo”. Esta advertencia habla del estilo de vida por un lado y de forma de pensamiento o filosofía de este siglo, cada generación tiene sus peculiaridades, pero en el fondo tienen el mismo principio.

Vivimos en una generación que tiene una forma de vida que no tiene empatía con nuestra nueva naturaleza, por eso debemos estar atentos a cada tipo de conducta que adquirimos, y debemos buscar ser dirigidos por el Espíritu.

Hace unos domingos hablamos acerca de que la vida crsitiana es presentada como un camino, como una pista de carrera, en la que decidimos si vencemos o salimos derrotados, siempre sabiendo que tenemos todo recurso para ganar, por eso lo importante no es quién llega primero, sino que lleguemos a la meta, entonces las decisiones son muy importantes, decisiones que pueden detenerte y no terminar la carrera que comenzamos, decisiones que pueden frenar la aceleración que Dios está provocando en nosotros, es allí donde se usa la expresión EN LUGAR DE, es decir, en lugar de buscar acomodarnos a un estilo de vida que no tiene empatía con nuestra nueva naturaleza debemos ser transformados por la constante renovación de nuestro entendimiento, nuestra manera de entender las cosas debe ser renovada por el entendimiento. El capítulo anterior nos habla acerca del carácter de Dios y de su bondad como expresión de fe, es decir, si constantemente renovamos nuestra forma de ver las cosas a través de una verdad que es la bondad de Dios, seremos transformados porque comprobaremos siempre la buena voluntad de Dios.

“Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la luz” (Salmos 36:9)

La forma en que los cristianos nos renovamos es en realidad fortaleciéndonos con el entendimiento de la obra consumada de Cristo, es la luz que alumbra nuestro corazones,  porque todo ya fue hecho por Cristo en la cruz, es por el entendimiento de la Palabra.

La oración del apóstol 

“Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9)

El apóstol Pablo oraba para que seamos llenos de todo el conocimiento de su voluntad y tengamos inteligencia espiritual para ser fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad (Colocenses 1:11). El apóstol entendió que la clave para una vida victoriosa  esta en entender cual es su voluntad, su voluntad hacia nosotros. Si comprendemos plenamente que Dios tiene buenos pensamientos acerca de nosotros que su voluntad se expresa en que seamos vencedores en Cristo, ya que su voluntad es que creamos que Él nos hizo hijos amados, nuevas criaturas libres de la esclavitud del pecado.

Vivimos en un mundo incierto, cambiante, estamos avizorando la consumación de los tiempos y una de las porciones bíblicas más leídas ahora es Mateo 24, donde se habla de las señales de los últimos tiempos  y en medio de eso el Señor dice lo siguiente: 

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35) 

Para entender las profecías de Mateo 24, necesitamos entender que una parte está direccionada a que los judíos la entiendan y la otra direccionada  al entendimiento de la iglesia. Es muy importante entender que parte se dirigida a los judíos y parte a la iglesia.

El verso 31 del capítulo 24 es la línea divisoria, del verso 1 al 31 todo se relaciona a los judíos y del verso 32 hasta el capítulo 25:46 a la iglesia, esta división se basa en las evidencias del propio texto, veamos algunas de ellas:

Del verso 1 al 31 es interpretado de forma literal, por ejemplo, el invierno en el verso 20, es literal ya que es difícil huir en el invierno a causa del frio, el sábado también es literal, pero el verano mencionado en el verso 32 debe ser interpretado espiritualmente, pues se refiere a la venida del Reino y la higuera es un símbolo de Israel. En el verso 26 el interior de la casa es literal, pero la casa mencionada en el verso 43 debe ser interpretada espiritualmente, todo lo que se refiere a los judios es literal, pero lo que se refiere a la iglesia es simbólico. La parte anterior al verso 31 está llena de menciones judaicas, como el lugar santo (v. 15), Judea (v.16), sábado (v. 20), pero después del verso 31 no tiene ninguna mención al respecto. Hasta el versículo 31 el único requerimiento es huir, pero después del verso 31 es necesario orar y vigilar, que son actitudes que involucran responsabilidad.

Debido a que los judíos aun continúan esperando al mesías, los falsos cristos son mencionados antes del verso 31, pero no se menciona nada sobre los falsos cristos después del verso 31, porque esa parte está dirigida a la iglesia. En resumen, los versos 4 al 31 se relacionan a los judíos y los demás a la iglesia.

Entonces en el mensaje a su iglesia en el versículo 35 el Señor nos da una verdad universal, absoluta, para cualquier remoción o cambio generacional, sea el tiempo que sea en el que estemos viviendo.

“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Mateo 24:35)

Una cosa si podemos decir claramente y es que los cambios que ahora estamos enfrentando, los tiempos de incertidumbre y de inseguridad que estamos viviendo, las crisis en toda área y los tiempos nuevos ameritan una posición de parte de nosotros, una respuesta de vida y de fe. El Señor nos dijo una verdad que nos afirma frente a todo este tiempo, “cielo y tierra pasaran” esto habla de cambios drásticos y frente a esos cambios hay algo que prevalece por los siglos ¡Su palabra! es decir, nos está diciendo que su Palabra nos asegura que prevaleceremos en medio de todos esos cambios.

Pero ¿cuáles son esas palabras? En el evangelio de Juan capítulo 6, el Señor está hablando en realidad del contenido de su “Palabra”. 

“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Zoe)” (Juan 6:63)

Ese mensaje central, esa palabra expresada en sus palabras es llamada evangelio.

“Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada” (1 Pedro 1:25)

Es decir, la palabra del evangelio siempre te llevará a tu identidad en Cristo, la manera de ser fortalecidos y renovados es reconocer cada día quien eres en Cristo, lo que tienes en Cristo, no es luchar para alcanzar lo que fue alcanzado por Él para ti, sino creer y tomar lo que Él te dio, vivir en esa verdad, aferrarte a esa verdad y así estarás siendo afirmado en Cristo, que es la Roca. Por eso podemos decir “todo lo puedo en Cristo que me fortalece, en Él soy mas que vencedor”.

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (Mateo 7:24-27)

“Hacer” es una palabra que significa practicar, establecer, afirmar, solo hay una forma de afirmarse en la roca y no derrumbarse y es oyendo y haciendo. El problema no es el oir, ya que ambos hombres oyen, sino el hacer, el “poieo”, el afirmarse en la Palabra hablada por el Señor Jesús. Entonces es todo lo que eres y tienes en Cristo, es tu posición por el evangelio, la autoridad que tienes por causa de la obra de Cristo, si cada día despiertas a esta verdad, te aferras a ello y crees en ello, nuevas fuerzas vendrán a ti, te afirmarás en la Roca y nada te derumbará.  

“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:17-18)

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