Saca fuerza de la debilidad

//Pr. William Sagarvinaga\\

Sé que para muchos de nosotros puede ser difícil entender cómo algo que te hace débil te puede hacer fuerte. Vivimos en un mundo donde nuestras debilidades son un problema para nuestras vidas. Mi deseo para todos nosotros es que podamos superar esas debilidades. Tal vez en este momento estás cansado, pasando por problemas en tu vida, en tu corazón o simplemente te sientes débil física o espiritualmente, pero Dios quiere intervenir en nuestras vidas. Así como nuestros problemas son reales, de igual forma, nuestro Dios lo es y su poder también es real. Dios tiene el poder de cambiar nuestra debilidad en fuerza.

“Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Marcos 10:27)

La Biblia está llena de ejemplos que nos muestran la obra de Dios en hombres y mujeres comunes como tú y como yo. Nos muestra cómo aquello que parecía imposible para ellos, Dios lo hizo posible. Cuando las circunstancias eran difíciles y parecía no haber respuesta para ello, Dios daba respuesta y mostraba que Él puede cambiar la debilidad en fuerza. 

Héroes verdaderos 

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David,  así como de Samuel  y de los profetas;  que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”                 (Hebreos 11:32-34)

Estos personajes son héroes de la fe que lograron grandes cosas por Dios y recibieron grandes bendiciones de Él, pero no eran perfectos. Todos ellos tenían problemas como todos nosotros. Pasaron por situaciones en sus vidas en donde sintieron desánimo, dolor, sufrimiento y debilidad, pero ellos “sacaron fuerzas de su debilidad”. Estando en una situación similar a la nuestra, Dios obró en ellos y a través de ellos. No eran perfectos. Eso es algo que nos anima, ya que a pesar de sus luchas y debilidades, Dios pudo sacar grandes cosas de eso. Eran personas como nosotros. 

Dios puede cambiar nuestras debilidades en fuerza

Hay días donde nos sentimos en la cima, pero también hay días donde no queremos levantarnos, nos asqueamos de la monotonía de nuestra vida. Todos pasamos por situaciones difíciles y nos afectan. Aún nuestros cuerpos se cansan, pero a pesar de eso Dios puede cambiar nuestras debilidades en fuerza. Puede cambiar nuestras enfermedades en sanidad, puede cambiar nuestra tristeza en alegría, puede cambiar nuestra depresión en gozo ¡Dios puede!

¿Soy débil o soy fuerte? 

En esta ocasión quisiera mencionar al apóstol Pablo, un gran personaje de la Biblia. Él atravesó kilómetros para predicar el evangelio en todo lugar. Era comerciante, fue estudiante de uno de los rabinos más famosos de Jerusalén, era romano, podría escribir con elocuencia, pero a pesar de ello, Pablo no era un hombre perfecto. Él escribía acerca de sus debilidades y necesidades, pero lo que más impresiona es que, a pesar de su debilidad, esto no lo destruyó. Con la ayuda de Dios, Pablo sacó fuerza de su debilidad. El apóstol Pablo cuenta que le fue dado un aguijón en la carne, una debilidad.

Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:7-10)

 Sin embargo, no menciona exactamente qué era esa debilidad. Qué contradictoria puede sonar esta palabra para nosotros: “cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Vamos a intentar ubicarnos ¿realmente conoces tus debilidades? ¿conoces las cosas que te hacen separarte de la presencia del Señor? Muchos cristianos nos equivocamos al momento de tratar y manejar nuestras debilidades. Muchos de nosotros cometemos el error de huir de nuestra debilidad, de no reconocerla, de negarla, olvidarla y querer quitarla de nuestra vista. Sin embargo, Dios no quiere que huyas de ella, sino que la tengas presente siempre. Sé que a nadie le gusta que alguien vea lo malo de uno mismo y es aún más feo cuando nosotros mismos somos quienes tenemos presentes todas esas cosas malas que habitan en nosotros.

La clave está en reconocer tu debilidad 

Nuestra tendencia como ser humano es fingir que estamos bien, no nos gusta reconocer que tenemos debilidades. Preferimos fingir que no tenemos problemas porque siempre queremos estar bien, tener lo bueno y lo cómodo. No nos gusta confrontar las cosas malas, pero eso es un error. Dios quiere que tengas presentes tus debilidades. Muchos queremos orar y queremos meternos en la presencia de Dios pretendiendo que estamos bien, pero a Dios le agrada que saquemos al tema nuestras debilidades. Muchos de nosotros queremos conquistar rápido nuestras debilidades pues pensamos que son nuestros mayores estorbos en nuestra vida espiritual, pero Dios piensa que nuestras debilidades son el secreto para traer victoria a nuestra vida. El que aceptemos que somos débiles nos dará acceso al poder transformador del Señor.

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12:9)

A Pablo le fue mal en muchas circunstancias. En la Palabra se cuenta que fue azotado, apedreado, naufragó, tuvo viajes peligrosos, estuvo encarcelado por predicar la palabra, pasó desvelos, hambre, sed, fríos y nosotros por algo tan pequeño como una desvelada nos desanimamos. Ver la vida de Pablo debe motivarnos. Él fue fortalecido por Dios y así lo pudo expresar: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13) ¿Cómo pueden nuestras debilidades convertirse en fortaleza? A continuación mencionaré 5 puntos que te darán la respuesta:

  1. Nuestras debilidades fortalecen nuestra fe y confianza en el poder de Dios 

El que reconozcamos nuestra debilidad trae fortaleza para creer en Dios. Pablo tenía una relación con el Señor y él afirmaba creer en Él a pesar de lo que padecía.

“Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”       (2 Timoteo 1:12).

Reconocer nuestra debilidad hace que nuestra fe y confianza en el Señor crezca cada día. ¿Tienes confianza plena en Dios? ¿Crees que Él puede intervenir de esta forma en tu vida? Si hemos perdido esa fe entonces ve a tu alrededor, ve a hombres y mujeres de la palabra que fueron transformados por el poder de Dios, y ve lo que Él está haciendo en otros.

  1. Nuestras debilidades también fortalecen nuestra certeza en Dios 

La debilidad de Pablo no le impidió cumplir su propósito, el cual era predicar el evangelio a los gentiles. Al ver Pablo que Dios obraba en sus debilidades, esto le dio la certeza de compartirlo con otros. Pablo quería que cada persona conociera de Jesús y que fueran transformados por Él ¿Cuántos de nosotros estamos permitiendo que nuestras debilidades nos impidan cumplir nuestro propósito? Dios usó a personas a pesar de sus debilidades. Dios no quiere que nos olvidemos que padecemos de debilidades, pero tampoco quiere que ellas sean nuestro enfoque pues así nos desanimamos.

  1. Nuestra debilidad fortalece nuestra relación con otros 

Pablo fue rodeado con gente que lo animó. Un ejemplo fue cuando Dios le mandó a Ananías. 

“Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo” (Hechos 9:17)

Aquí podemos ver cómo en un inicio Dios rodeó a Pablo de gente que lo animó y lo impulsó a hacer frente a sus debilidades. Dios nos ha puesto juntos para motivarnos a crecer en el Señor. Algunos creen que no necesitan a la iglesia, que lo único que necesitan es a Dios y a nadie más, y se encierran en una burbuja, pero Dios nos ha puesto juntos con el fin de ver en otros sus imperfecciones y cómo aún así se esfuerzan en buscar ser transformados por Dios. También hay quienes viven en el otro extremo, dependiendo de otros como si fueran Dios, haciendo que sus vidas espirituales dependan de otras personas. Hay cosas que solo una relación con Dios puede dar. Los demás no pueden arrepentirse de tus pecados por ti, ni pueden buscar a Dios por ti. Somos como carbones encendidos, solo estando juntos podemos mantener esa llama viva.

  1. Nuestras debilidades fortalecen nuestra motivación para orar 

Muchos oran solo cuando están mal, eso no debería ser así, debemos aprender a orar siempre: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Saber que tenemos luchas y debilidades nos hace ver que debemos orar para mantenernos fuertes.

  1. El saber que tenemos debilidades nos fortalece en nuestra esperanza del futuro 

Podemos estar pasando por luchas y debilidades hoy, pero cuando conocemos a Dios sabemos que nuestras luchas y debilidades no serán para siempre. Tenemos la esperanza de una vida eterna. El buscar a Dios nos debe motivar al saber que un día seremos libres de todo eso.

Me emociona saber que Pablo, a pesar de vivir con ese aguijón en la carne, no permitió que la amargura viniera a su vida. En la Palabra no vemos a un Pablo amargado ni pesimista. A pesar de ese aguijón él amaba la vida, amaba servir a Dios. Él ponía su esperanza en el cielo y en la vida eterna. Vemos en la escritura que hay esperanza para nosotros y que ningún problema que nos acecha hoy será para siempre. Hay una esperanza, así que no tenemos que estar debilitados y desanimados por cualquier problema. Tenemos esperanza en el Señor y todo lo malo que nos acecha tienen un fin.

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10)

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