//Pr. Luis A. Núñez\\
Nunca debemos olvidar que tenemos un propósito en común, la conquista de esta generación para Cristo, nuestro propósito es cumplir el sueño de Dios, la tierra llena de hijos e hijas para Él.
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer” (1 Corintios 1:10)
La frase “estar perfectamente unidos” en el griego es “estar ajustados”; es como si cogieras dos ladrillos y los ajustaras con pegamento, es decir, hay que ajustarnos, pero ¿cómo? con una misma mente, un mismo parecer, una misma forma de pensar. Este es un principio que funciona para el éxito de todo, es un principio que funciona en un matrimonio, funciona en una empresa, todos ellos deben ajustarse a una misma mente, a una misma forma de pensar. Pero ¿Cuál es ese pensamiento que nos une en la iglesia? ¿En base a qué debe ser nuestra misma forma de pensar? Todos nuestros pensamientos deben estar basados en un gran propósito, hay algo que debe ocupar nuestro pensamiento, hay algo que debe motivarnos a ajustarnos a una sola forma de pensar, ese es un sueño celestial, el sueño de una humanidad redimida (2 Pedro 3:9).
“También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente”
“Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos, pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”
(Lucas 15:11-13, 23-32)
En esta parabola podemos ver varios aspectos, el principal es el amor del padre, pero otro aspecto es que la familia del padre está compuesta de dos hijos, estos dos hijos por lo tanto representan la iglesia y lo que vemos es que en la iglesia hay dos tipos de hijos y ambos tienen algunos problemas:
- Falta de propósito
En primer lugar es interesante la aclaración que hace la Biblia del hijo que se fue, pues era “el menor”, entonces nos preguntamos ¿por qué se fue el menor y no el mayor? básicamente aquí ya podemos deducir algo y es que tiene que ver con propósito, pues en aquellos tiempos existía una orientación muy fuerte en la enseñanza sobre la responsabilidad y el propósito del primogénito. Desde muy niño el hijo primogénito era llevado a entender que él asumiría los negocios cuando el padre se ausentara o cuando este muriese, él tenía que tomar cuenta de las responsabilidades, así que fue criado entendiendo su propósito; mientras que el menor muy probablemente no entendió esto, así que él miró todo a su alrededor, la vida de familia, el trabajo diario, los proyectos y concluyó en que todo representaba un obstáculo para que él pueda “vivir la vida”.
Uno de los problemas del ingreso del humanismo en la vida de la iglesia es el énfasis y atención al “estilo de vida”, pero sin propósito. La enseñanza común hoy es que Dios está para darnos paz interior, para darnos prosperidad y nos ayuda a ser buenos; las enseñanzas con este enfoque promueven que nuestra relación con Dios se centralice en el “yo”. Este enfoque incluso ha afectado y cambiado el concepto de salvación que tenemos, por eso muchos creen que Jesús murió para que el borracho deje de beber, para que el mentiroso deje de mentir, etc. y se ya no se entiende que la muerte del Señor Jesús implicó algo más trascendental, como la redención de toda la creación y la oportunidad del ser humano de volver al plan original, tener la naturaleza de Dios y reinar eternamente con Él, es decir, que su muerte nos liberó de la esclavitud del pecado; todos nosotros teníamos la naturaleza pecaminosa desde Adán, pero todo cambió con Cristo, por eso decimos que el cristianismo no es cambio de conducta, sino es cambio de naturaleza. Jesus enfatizó a sus discípulos el propósito y les dijo: “ustedes son la luz de este mundo”, “la sal de la tierra”.
Cuando viajaba a visitar las iglesias dejaba a mi esposa con mis hijos pequeños y ella y yo entendimos algo, que si le decía a mi hijo mayor ¡pórtate bien mientras yo no esté! no resultaba mucho, pero entonces cambie de estrategia, le miré a los ojos y le dije: ¡Tú te quedas a cargo, ahora eres el hombre de la casa y cuando salgas con tu mamá no dejes que ningún muchacho la mire! (propósito). Él comenzó a asumir el encargo, porque entendió que tenía un propósito.
“Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios; en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2:9-10)
Perciban cómo comienza este versículo, mostrando quienes somos, luego nos muestra el propósito y nos recuerda quienes éramos. Cuando no hay un propósito en Cristo tu matrimonio puede colapsar, cuando no hay un propósito en Cristo, tu vida se volverá monótona, no por la rutina, sino por no tener sentido de lo que haces. Cuando no tienes propósito en tu vida esta se volverá religiosa, tu búsqueda de Dios será solo circunstancial.
- Falta de disfrute
“Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas” (Lucas 15:31)
El hijo mayor, el responsable, tenía un problema pues, aunque había entendido el propósito, dejó de disfrutar la presencia del Padre; no te familiarices y aprende cada día a disfrutar su presencia, su amor, eso es gracia y mira esto, cuando el padre dice “me tienes a mí”, el padre quiere mostrarle lo siguiente:
- El hijo mayor le manifestó que su alegría sería alcanzada al tener una fiesta con sus amigos, pero su padre le dice: “Tu alegría debería ser yo”. El problema es que este hijo, de manera muy sutil, dejó que todo sea más importante para él que la presencia del padre. Lo que el Señor quiere decirnos es que la fuente de nuestra alegría, de primera instancia, debe ser que estamos con Él, que Él está con nosotros.
- El hijo mayor mostró que ya no tenía alegría mientras lo servía, solo lo sostenía el compromiso, este es el problema de muchos líderes, incluso pastores, tienen compromiso, pero no tienen alegría.
“Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas” (Deuteronomio 28:47)
Esta alegría no es expresada solo con una sonrisa, porque podemos tener una sonrisa forzada y decir que estoy alegre, en realidad esta alegría habla de satisfacción en nuestro servicio a Dios, tiene que ver con confianza en Dios; una alegría que es fruto de saber que estamos en sus caminos y la ilusión de ver redimida una humanidad, es soñar los sueños de Dios.
- “Todo es tuyo”. El hijo mayor solo tenía que tomar lo que quería, solo necesitaba pedir y disfrutar la gracia, esa es la vida abundante, creer y pedir. Somos herederos de toda bendición.
“Y si hijos, también herederos;(A) herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Romanos 8:17)
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3)
“No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 Pedro 3:9)