//Pr. Eliud Cervantes\\
Si deseamos edificar una célula, discipulado e iglesia grande, el primer y más importante principio es la unidad. Sin unidad no hay edificación.
“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Corintios 1:10-13)
Todo lo que el diablo hace tiene como objetivo destruir la unidad dentro de la iglesia. Si perdemos la unidad, la expresión de la iglesia estará arruinada y no tendremos ningún impacto en el mundo espiritual.
En la iglesia de corinto, había muchos problemas: de carnalidad, entendimiento doctrinario, situaciones sobre el matrimonio, sobre los dones, comida consagrada a ídolos. Pero de todos ellos, lo que Pablo trató en primer lugar fue el problema de la división. Sin unidad nunca conseguirás alcanzar la meta de tener una célula grande.
Me gustaría ver algunos principios que ayudarán a avanzar en este tiempo.
- Una visión de la casa
Solo reunirnos no es suficiente, es necesario que haya unidad de corazón. Amos 3:3 dice: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”. Para caminar juntos necesitamos tener concordancia, pues sin concordancia, no hay unidad. Nosotros somos por el crecimiento, la multiplicación, el conquistar esta generación para el Señor.
Por eso en nuestro medio, todos son motivados a tornarse líderes. Cada creyente es un ministro y por eso debe ser entrenado para ser líder. La manera como Dios va cumplir su propósito es el ministerio de todos los santos (Efesios 4:11-16). Cada casa debe tener el deseo de recibir una célula.
La multiplicación ocupa un lugar importante en nuestra visión. Somos por el crecimiento y por la multiplicación. No queremos solo llenar casas, queremos multiplicar células, queremos crecimiento, pero aquella que venga del Señor y no por medio de la levadura.
Propon en tu corazón engendrar discípulos, y no meros seguidores de Jesús. No negocies el mensaje, ni abarates el precio del discipulado. Si deseamos edificar una gran célula o iglesia, debemos comenzar teniendo celo por la unidad de la visión en medio del equipo.
- Principios de la casa
Existen muchas cosas que explican el éxito y el crecimiento de una célula, pero ciertamente el factor principal es la unidad. Cuando un grupo realmente está de acuerdo en relación a algo y no hay una voz que discorde, entonces no habrá restricción para todo aquello que intentan hacer.
“Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer” (Génesis 11:6)
Jesús dijo que un reino dividido no puede permanecer. Si la célula va prevalecer, necesita caminar en unidad. El enemigo sabe que la única forma de prevalecer contra la iglesia es produciendo división en medio del cuerpo.
“Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá” (Mateo 12:25)
La pregunta de Jesús fue muy clara: “Si Satanás está dividido, como permanecerá?” El mismo principio se aplica a nosotros. Si estamos divididos, no podemos prevalecer con el diablo. Antes de avanzar necesitamos tener unidad.
Hechos dice que la iglesia perseveraba en la doctrina y en la comunión (Hechos 2:42). Es necesario que haya unanimidad, caso contrario la palabra no prevalecerá.
Nuestros principios son basados en la Palabra de Dios. Valorizamos la unidad y la lealtad. Nosotros tenemos cargos dentro de la iglesia, pero no somos clericales, no anulamos la función del cuerpo.
El centro del corazón de Dios es tener hijos y hay dos paradigmas que definen las iglesias de hoy: el hacer y el engendrar. Hay células que apenas están interesadas en hacer algo para Dios, pero en nuestras células el enfoque es engendrar hijos para Dios.
a.- Debe haber mutualidad en las reuniones
Por causa enorme de la influencia religiosa que recibimos, no estamos familiarizados con la mutualidad en las reuniones de la célula. De forma genera, aun esperamos que una persona dirija la palabra y los demás oigan. Pero eso no es conforme el modelo bíblico.
Podemos ver dos tipos de reuniones en el Nuevo Testamento. El primero sucedió después del pentecostés, cuando Pedro se levanta y dirige la palabra a más de 3 mil personas. Se trata de una reunión grande. Pero la reunión propiamente dicha es bien diferente. En 1Co 14:23, Pablo habla de la reunión de la Iglesia en un solo lugar y que debe haber orden.
Pero la reunión de la célula esta descrito en el v.26. “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación”. Este es el modelo para nuestras reuniones: la mutualidad. Cada creyente está allí el uno por el otro. Todos ministran de alguna manera con el don que han recibido.
Si no hay mutualidad, no podemos decir que tenemos una reunión de célula correcta de acuerdo con el modelo bíblico. Infelizmente muchas reuniones de célula son pequeños cultos.
b.- La necesidad de hablar
El segundo elemento clave en una reunión de célula es que hable cada miembro. Si nadie habla, eso mata la reunión.
“Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5:42)
Esta es la descripción de la iglesia después del pentecostés.
“Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos” (2 Corintios 4:13)