//Pr. Luis A. Núñez\\
Noche de paz
Esta frase, sobretodo en este mes, nos recuerda inmediatamente ese conocido villancico que dice: “noche de paz, noche de amor” y que se refiere a un acontecimiento asombroso e inimaginable descrito en el evangelio de Lucas.
“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:8-12)
Todos concluimos en que este ángel se apareció a los pastores en la noche porque la Biblia aclara que se apareció a los pastores que guardaban las vigilias de la noche. En la Biblia cada detalle nos da un mensaje de parte de Dios, la noche siempre ha sido asociada a la oscuridad, a las tinieblas e incertidumbre, la noche siempre ha sido asociada a una fase de desamparo, pero esa, en realidad, es la posición desde la perspectiva de la humanidad, una humanidad sin esperanza y justamente en medio de esas tinieblas resplandeció la luz, la esperanza vino con una gran noticia, había nacido el salvador, el mesías, el Cristo, el ungido, quien fue separado para esta gran obra de redención; en el momento más oscuro de la humanidad vino la luz de la esperanza, así sucede tanbién en nuestras vidas, pues en el momento más oscuro de tu vida Dios te trajo la noticia del perdón, de nueva vida, en el momento en el que estabas más lejos de Él, Él te veía redimido, por eso es gracia.
Un gran ejemplo de esto es Pablo, quien inicialmente se llamaba Saulo ¿Quién era este hombre? él era un fariseo de fariseos, un hombre docto, sumamente religioso, él mismo dijo que tenía muchos títulos y este hombre se convirtió en uno de los apóstoles más renombrados, pues levantó iglesias, formó líderes y fue usado por Dios para una gran revolución en la extensión del Reino.
Pero ¿cómo fue que llegó a los pies de Jesús? allí está lo interesante, veamos:
“Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo” (Hechos 7:58)
La gente mató a Esteban y Saulo lo consintió, él tenía autoridad para hacerlo o detenerlo. Tal vez él creía que estaba en lo correcto y eso solo fue el inicio pues continuó su persecución.
“Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles. Y hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. Y Saulo asolaba la iglesia, y entrando casa por casa, arrastraba a hombres y a mujeres, y los entregaba en la cárcel” (Hechos 8:1-3)
Hubo una gran persecución, la iglesia era asolada. Saulo iba con soldados casa por casa y los arrastraba ¿imaginas esto? de hecho, él mismo detalla esto en Hechos 22:4:
“Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres”
Los apresaba para castigarlos, él menciona que tenía permisos concedidos de parte de los sacerdotes para matar y torturar a los cristianos hasta hacerlos blasfemar contra su fe. Vamos al capítulo 9:1-9, allí se describe el acontecimiento sobrenatural de su conversión, el Señor llegó a su vida en el momento más oscuro de su existencia. Así funciona siempre, la gracia de Dios nos ha alcanzado.
Paz a los hombres
“Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!»” (Lucas 2:13-14)
Ya vimnos que esta paz se refería a la salvación, a la oportunidad de reconciliarnos con Dios. La Palabra dice que eramos enemigos y ahora somos hijos, vimos como Dios expresó su complacensia a través de Cristo, era la paz de la redenció, pero todavía vemos algo maravilloso en Juan 20:19:
“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros”
El primer domingo que resucitó de entre los muertos, el Señor se apareció a sus discípulos. Incluso con las puertas cerradas, entró y les dijo: “¡La paz sea con ustedes!” Al caer la tarde de ese día, el primero de la semana, las puertas de la casa donde los discípulos se escondían de los judíos estaban cerradas, Jesús vino, se paró en el medio y les dijo: ¡La paz sea con ustedes! Lo primero que dijo el Señor a sus discípulos fue: “¡La paz sea con ustedes!” Después de resucitar, el Señor los encontró y les mostró las heridas de la cruz. Esta es la base adecuada para que Él te diga: “¡La paz sea contigo!” Podemos encontrar paz solo en la obra consumada de Cristo. El Señor Dios ya no está mirando nuestro pecado, sino la obra consumada de Cristo, descansamos por fe. Siempre sucede algo que no entendemos, es allí que siempre debemos descansar en la fe. Todo en nuestra vida cristiana comienza con paz. Muchos tratan de vivir la vida cristiana con sus propias fuerzas, según su concepto natural y el resultado es siempre ansiedad y pesadez. Otros quieren liderar, pero no tienen paz ¿cómo pueden hacer la obra de Dios? Todo ministerio comienza y se basa en esa paz, solo digo que todo comienza con la paz, entonces descansa en el Señor, saca de ti todo el peso. Multipliquemos nuestras células con alegría y vamos a abrir iglesias llenas del descanso del Señor.
La Biblia nos muestra algo realmente asombroso, veamos:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6)
El libro de Isaías nos da la revelación profética de la venida de Cristo. En este verso se manifiesta las características del Mesías y se nos muestra con claridad que Cristo es Dios mismo hecho carne, pero además declara que Él es “el Príncipe de Paz”. Ahora muchos años después de compartida esta profecía, aproximadamente 750 años después, el Señor Jesús dijo lo siguiente:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27)
Esto es fascinante, el príncipe de paz, que es el Señor Jesús, Dios mismo hecho carne, el Emanuel, Dios con nosotros, nos dejó un gran legado de paz, pero quiero que reflexionemos en lo siguiente: Aquí el Señor Jesús está usando dos verbos diferentes, que han sido traducidos como “dar” y “dejar”, existe diferencia entre estos dos verbos, es diferente dejar y es diferente dar. El Señor dice que nos deja la paz y nos da su paz, veamos entonces, a que se refiere.
Cuando dice: “la paz os dejo” se refiere a la obra consumada, a la obra de reconciliación, fruto del cual ahora tenemos paz para con Dios, pero cuando Él dice: “mi paz os doy” se refiere a la paz que en Él experimentaríamos todos los días de nuestra vida, por eso lo primero que les dice a sus dicipulos al resucitar es “paz”,
Es una paz que supera todo entendimiento (Filipenses 4:7) ¡Aleluya! entonces probablemente te verán como loco, porque cuando deberías estar angustiado, estás lleno de gozo, cuando deberías estar destruído estás animado, eso es el resultado de reconocer cada día su gracia y por experimentar su favor. Cuando Él venga quiere encontrarnos en paz.
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por eso, amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprochables, en paz” (2 Pedro 3:13-14)
Ser hallados en santidad y en paz, es la marca de todo vencedor, paz que es fruto de creer en su favor en su gracia. Solo quien cree en su gracia, en su favor, experimenta paz.
La complacencia de Dios
Vimos como Dios expresa complacencia (eudokia) en Cristo, en la obra que Él hizo y lo que somos en Él. Cada día Dios adereza mesa delante de nuestros angustiadores, cada mañana Dios nos espera con el desayuno listo para que tengamos en Él también complacencia.
La tercera vez que el Señor Jesús apareció, se manifestó a sus discípulos a orillas del mar de Galilea. Después de esto, Jesús se volvió a manifestar a los discípulos junto al mar de Tiberíades; y así se manifestó:
“Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. El les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces” (Juan 21:1-6)
El Señor los había llamado a dejar sus ocupaciones de pescadores terrenales, pero ahora estaban desanimados. Quizás pensaron que el Señor ahora estaba en gloria y que tendrían que volver a ser pescadores. El Señor les dice que lancen la red a la derecha, si lo hace encontrará éxito y abundancia ¿Cuál es el lado derecho? En aquellos días, el lado derecho simbolizaba el lugar del favor, el lugar de las conquistas, un lugar de justicia. El Señor se levantó de entre los muertos y se sentó a la diestra de Dios Padre. Siempre que el Señor nos dice que arrojemos las redes, tiene abundancia en fruto para nosotros.
Lo más sorprendente que vemos es que el Señor después de la resurrección quiere estar con sus discípulos. Aquí lo vemos preparando el desayuno para los discípulos. Creo que esto es profético, porque el Señor vendrá a la iglesia como la estrella de la mañana y luego no cenaremos, sino desayunaremos. En estos dos mil años hemos estado cenando porque es de noche, pero llegará la mañana y Él nos estará esperando con el desayuno listo. También muestra la inmensa humildad del Señor. El Señor resucitado, que recibió toda la autoridad en el cielo y en la tierra, estaba haciendo algo tan simple y trivial por sus discípulos. El Señor les da a los discípulos pan y pescado. La palabra “pez” aquí en el original es “pez pequeño”. La palabra “pan” también es un “pan único”, en singular. Jesús vino, tomó el pan y les dio y también el pescado (Juan 21:13), en otras palabras, el Señor les dio a siete hombres adultos un pequeño pez y pan. Casi nadie lo reconoce, pero fue un milagro. Fue la multiplicación de pan y pescado nuevamente. En presencia de Cristo resucitado, lo pequeño se vuelve mucho, lo pequeño se vuelve más que suficiente.