Beneficios del perdón

//Pr. Luis A. Núñez\\

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1) 

“Para que abras sus ojos,  para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18) 

“Por su amor,  nos predestinó para ser adoptados  hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (Efesios 1:5-7) 

“Él nos ha librado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:13) 

“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados” (Isaías 43:25) 

  1. Marcos 2:1 inicia contando una historia donde un grupo de cuatro amigos querían ver sanado a su amigo paralítico y al llegar donde se encontraba el Señor Jesús no había espacio para ingresar, así que deciden hacer un agujero en el techo y descender al paralítico. El relato dice que el Señor “viendo la fe de ellos” procedió, pero más allá de lo que esperaban. La Biblia dice que hay una manera de agradar a Dios y es con fe, es creyendo; fe es creer en Él, en lo que hizo, en lo que es, no es fe por fe, es fe en Él.

¿Qué hace el Señor frente a la necesidad y deseo del paralítico? El Señor primero le dijo: “Hijo, tus pecados te son perdonados” y probablemente no era lo que él quería, pero veamos el contexto de quienes padecían enfermedades en ese tiempo. Ese hombre vivía en un tiempo donde la ley (Deuteronomio 28) decía que su enfermedad era fruto de maldiciones por sus muchos pecados, era así en el tiempo de la ley y en ese contexto, el Señor le dice: “Todos tus pecados te son perdonados”, lo curioso es que él ni siquiera había ido a pedir perdón, sin embargo, para recibir el milagro tenía que entender que había sido perdonado.

Los maestros de la ley pensaron: “¿Quién es él para perdonar pecados?, el Señor responde: “Para que sepan que el hijo del hombre tiene poder de perdonar pecados” y el milagro aconteció. Una vez que la maldición es removida ahora si es posible efectuar el milagro, pero ¿por qué se disipó la maldición? porque el pecado fue perdonado; ese es un gran beneficio, ganas fe para recibir milagros, pues no es cuestión de tener pecado, sino de si fuiste perdonado. Una vez que te liberas de la maldición, entonces ganas fe porque crees que fuiste perdonado, tu pasado tu presente y tu futuro están borrados. Dios tiene para ti los mejores planes, pero no porque tú seas bueno, sino porque fuiste perdonado.

  1. Lucas 7:36-48 cuenta una historia fascinante en la que comprendemos que nuestro amor por el Señor depende de cuánto entendemos que hemos sido perdonados. No puedes amar a quien tienes miedo; la Biblia dice que el fariseo Simón invitó a Jesús a comer, el Señor se sentó apoyado en su codo y en ese momento una mujer pecadora. No sabemos cuál haya sido su pecado, pero presumimos que era prostituta, pues no era correcto que ella lo tocara y ese fariseo queda perplejo. Jesús le dice: “Simón, dos hombres debían a un acreedor. Uno le debía 35 000 y el otro 3 500 y ninguno podía pagar, pero él perdonó a ambos, ahora dime ¿cuál amará más?” Simón, como buen judío, respondió: “el que fue más perdonado”, Jesús le dijo que estaba en lo cierto, pero le replica: “tú no me diste agua, no lavaste mis pies, pero esta mujer no para de lavar mis pies, no me diste un beso al llegar a tu casa, pero esta mujer no deja de besar mis pies”. Esa mujer no fue para ser perdonada, ella fue porque ya había sido perdonada. Luego seca sus pies con sus cabellos y eso fue espontáneo, la razón de esa actitud es que ella había sido perdonada y ese justamente es el secreto de todo en la vida de la iglesia, el perdón, es entender cuánto fuiste perdonado.

Tal vez el fariseo se creía mejor que esa mujer, lo cierto es que estaba convencido que no tenía necesidad de perdón como esa mujer y por consecuencia, no necesitaba de Dios. La conciencia de perdón es el camino del avivamiento, pero muchos creen que traer el avivamiento es hacer algo y en realidad es solo descubrir cuánto has sido perdonado, sin embargo, para eso debemos conocer el tamaño de nuestro pecado, pues a la medida que entiendas que tu pecado no era pequeño, más revelación viene del amor de Dios viene sobre ti.

Podrías decir: “Yo no cometí crímenes como los que están en la cárcel” entonces ¿cómo puedo amar más a Dios? Tienes que entender que el tamaño del pecado está definido de acuerdo a quién se dirigió la ofensa, quién es la persona ofendida. Permíteme compartir un ejemplo: Has de cuenta que discutes con un mendigo y ofuscado, le das un golpe a ese mendigo. Por supuesto que está mal lo que hiciste, pero no irás a la cárcel, no sucede mucha cosa. Cambiemos la situación, en el colegio discutes con el profesor por algo que consideras que hizo mal y le das una cachetada. Nota que la agresión es la misma que en el caso anterior, pero en este caso lo más probable es que el profesor te denuncie. Otra situación, estás sentado en el bus y alguien que está parado cerca de tuyo tiene un bebé en brazos que vomita encima de ti. Muy molesto decides darle una cachetada al bebé. Es casi seguro que irás a la cárcel por esa reacción. La agresión es la misma, pero las consecuencias son distintas, dependiendo de la persona a la que agredes. Pongo estos ejemplos, para que entiendas que tu ofensa es más grave de lo que imaginas, para Dios cada pecado es una cachetada en su rostro ya que Él es Santo, nunca pienses que tu pecado es pequeño, pues lo que define el tamaño de la ofensa es la persona a quien ofendiste.

Todo pecado es contra Dios y Él no te perdonó solo tocando tu hombro, sino que envío a su propio hijo para pagar la penalidad de tu delito. Eso es amor más allá de toda comprensión. Cuando comprendes el tamaño del pecado que se te perdonó, el resultado es que oras más, predicas más, no consigues callarte y finalmente, amas más.

  1. A través de la historia que comienza en Hechos 10:43 vemos como van a buscar a Pedro que está en Jope. Pedro subió al techo y tuvo una visión con animales impuros y Dios le dijo: “Pedro mata y come. No consideres impuro lo que yo santifique” y de repente tocan la puerta los enviados de Cornelio, allí entendió que la visión estaba relacionada a la predicación a los gentiles que no son judíos. Cornelio había reunido a toda la familia y en el verso 43-44, cuando Pedro habló acerca del perdón de pecados el Espíritu Santo bajó sobre ellos. Cuando ellos entendieron que habían sido perdonados inmediatamente el Espíritu bajó sobre ellos. Este es el camino para ser lleno del Espíritu Santo, recordar todo el tiempo cuánto fuiste perdonado. Todo el tiempo declara que fuiste perdonado y redimido, puedo recibir el Espíritu porque fui perdonado.
  1. Leamos 2 Pedro 1:5-9 ¿Cuál es el secreto del crecimiento? ¿Por qué algunos no crecen? algunos dicen que la razón es que hay pecado oculto y eso trae acusación, pero Pedro dice en el verso 9 que ellos están ciegos porque se olvidaron de la purificación de sus pecados del pasado. Pedro dice que debemos tener fe, conocimiento, dominio propio y perseverancia, pero también dice que el creyente que no tiene estas cosas es porque está ciego y su ceguera es porque se olvidó que fue perdonado. El secreto es no olvidar de has sido perdonado.

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