Claves para una vida victoriosa sobre la carne (Parte II)

//Pr. Eliud Cervantes\\

UNA SALVACIÓN TAN GRANDE
La-Salvación-De-Cristo-Es-Grande

El sábado pasado vimos la primera clave para una vida victoriosa sobre la carne y era tener revelación de que debido a la obra consumada de Jesús, tus deseos y pecados carnales ya no eran parte de ti. Es de gran importancia que sepas y creas esto: no eres tu carne, por eso Pablo hace una clara distinción entre él y su carne en Romanos. 

Segunda clave: Conoce tu identidad – Como Cristo es, así somos en este mundo: aceptados, amados y muy favorecidos por Dios 

Hoy, como creyente nacido de nuevo, ya no eres el viejo hombre nacido de Adán. Naciste de nuevo en Cristo Jesús y cuando lo contemplas a Él y todo lo que Él es hoy, vislumbras tu verdadera identidad en Él.

Debido a la cruz, nuestras vidas ahora están envueltas en la de Cristo. ¡Él es nuestra vida (Col. 3:4)! Y como Él es, así somos nosotros en este mundo hoy (1 Juan 4:17).

Vemos en Efesios 5:30 que Dios también ha ordenado que el cuerpo de Jesús se componga de muchos miembros: de Su carne y de Sus huesos. “porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.”

Hoy no somos solo uno con Jesús en el Espíritu, sino que también somos uno con Él en la carne, lo que se refiere a nuestros cuerpos físicos. Esto significa que si te enfrentas a un problema de salud, mira a Jesús. A la diestra del Padre, Él se encuentra en la cima de la salud física. ¡Como Él es, así eres porque eres uno con Él!

Por eso, en Juan 15:5, Jesús explica que Él es la vid y nosotros los pámpanos. Mientras permaneces apegado a la vid, toda su vida fluye hacia ti. También es responsabilidad del jardinero cuidar la vid y sus pámpanos, y esta es una imagen de nuestro Padre celestial que nos cuida (Juan 15:1). Eres uno con Jesús, hijo de Dios. Jesús es tu verdadera identidad hoy. 

“En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo” (1Juan 4:17) 

¿Dónde está Jesús hoy? Está sentado a la diestra de Dios, glorificado y victorioso. No tenemos que hacer nada para hacernos uno con Jesús. A los ojos del Padre, ya somos uno con Él. Estamos sentados con Cristo a la diestra de Dios.

Dios ve la realidad como nadie más. Lo que consideramos realidad depende de lo que podamos ver, tocar y sentir con nuestros cinco sentidos. Pero nuestros cinco sentidos solo pueden decirnos qué es real en este momento: es una realidad temporal. Pero Dios ve la verdad eterna: te ve sentado con Cristo a su diestra.

Nunca sabrás cuánto te ama Dios hasta que sepas cuánto ama el Padre al Hijo. ¿Sabías que no solo eres profundamente amado por el Padre, sino también aceptado y muy favorecido por Él?

“Con la cual nos hizo aceptos (‘charitoo’ – muy favorecido) en el Amado” (Efesios 1:6b) 

La palabra griega “charitoo”, significa muy favorecido. Es la misma palabra que se usa para describir a María, quien fue elegida para ser la madre terrenal de Jesús (Lucas 1:28). Tu Padre celestial quiere que sepas que no solo eres “aceptado en Cristo” sino “aceptado en el Amado”. Quiere que sepas que eres amado y muy favorecido, y tienes derecho a sentirte así.

Al mismo tiempo, puede ser difícil reconciliar esta identidad que tenemos en Cristo con nuestros impulsos y tendencias pecaminosas ¿Cómo los superamos?

“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20)

Tus pecados son lo que has hecho y lo que haces. En la cruz, Cristo no solo murió por nuestros pecados, sino que murió como nosotros. En lo que concierne a Dios, tú (tu antiguo yo, en cuya carne no habita nada bueno) ha sido crucificado con Cristo en la cruz.

Siempre que te sientas débil en la fe, recuerda esto: estás descansando en la fe del Hijo de Dios, quien te amó y se entregó a sí mismo por ti. No se trata de tu propia fe, sino de la fe de Jesús que te lleva a través de las circunstancias.

La Biblia deja en claro que somos miembros del cuerpo de Jesús, de Su carne y huesos (Efesios 5:30). Esto significa que así como Jesús está sano en Su carne y huesos, tú también lo estás en este mundo. Comenzamos a poseer nuestras posesiones cuando comenzamos a confesar y declarar esta verdad. Esa es tu realidad hoy: ¡Así como Él es, tú eres en este mundo!

Comienza a poseer y reconocer esta realidad: hemos sido hechos uno con Cristo Jesús. Dios nos ve uno con Cristo: justos, aceptados y muy favorecidos.

Tercera clave: Tus sentimientos no son el barómetro de la verdad; la Palabra de Dios lo es

En tu caminar diario con Dios, todavía hay momentos en los que experimentas conmociones pecaminosas y otros efectos de la carne. El objetivo del diablo es convencerte en esos momentos de que eres lo que sientes y lo que experimentas. Pero eso no puede estar más lejos de la verdad. La Biblia no dice que debemos vivir nuestra vida regidos por cómo nos sentimos. Dice que por fe andamos y no por vista (2 Corintios 5:7).

Ahora, la fe no pretende que el problema no exista. La fe reconoce el problema, pero lo compara con lo que dice la Palabra de Dios al respecto (porque la Palabra de Dios durará más que cualquier realidad que podamos ver en el momento presente).

“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos (logizomai) muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:9-11) 

Has muerto al pecado de una vez por todas en la cruz. La muerte y el juicio no están delante de ti, sino detrás de ti. Hoy estás al otro lado de la muerte. Estás en Cristo resucitado.

“Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar” (Éxodo 14:30) 

Según cuenta la historia, Dios dividió el Mar Rojo para los hijos de Israel y lo atravesaron. Cuando el faraón y sus ejércitos trataron de perseguirlos, todos se ahogaron en el mar y sus cuerpos fueron llevados al otro lado, donde los hijos de Israel pudieron ver con sus propios ojos que Dios había derrotado a sus enemigos por ellos.

Así como los hijos de Israel estaban al otro lado del Mar Rojo, salvados y rescatados de los egipcios que los perseguían, nosotros estamos del otro lado de la cruz, con nuestros pecados muertos detrás de nosotros.

Mira a tus enemigos muertos al otro lado ¿Estás viendo lo que Dios te está mostrando o estás viendo lo que el diablo está tratando de proyectar en tí? Si bien tus tendencias pecaminosas todavía están presentes y pueden parecer reales, no son la verdad. Tus sentimientos no son el barómetro de la verdad.

“Así también vosotros consideraos (logizomai) muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:9-11)

La palabra “consideraos” en griego es “logizomai” y, en la definición de Thayer, el cálculo no se basa en suposiciones sino en hechos.

Si bien nuestros sentimientos y luchas pueden parecer reales, la Palabra de Dios es la verdad y no puede ser sacudida. Tus enemigos han sido ejecutados y sin efecto debido a lo que Cristo ha hecho por ti en la cruz.

Entonces ¿cómo lidias con los sentimientos negativos cuando surgen? Solo identifícalos como mentiras. Ya sea resentimiento, depresión, lujuria, orgullo o celos. Identifíquelos como muertos. La Palabra de Dios es la verdad y la Palabra de Dios dice que están muertos.

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