//Pr. Luis A. Núñez\\
Estos son tiempos atípicos, en todo sentido, debido a esta pandemia, por lo cual tal vez tu madre no esté contigo hoy. Probablemente no te es posible honrarla como querías o quizás estos días las relaciones se hayan deteriorado por causa de la convivencia forzada. También sé que, en la mayoría de los casos, toda la familia está reunida, por lo cual quiero aprovechar este día como una oportunidad para que, por la revelación de su Palabra, seamos todos edificados.
Quiero comenzar diciendo que ser madre es una comisión que viene de Dios, así como sucedió con María, ella fue comisionada para ser madre, ella engendró y cuidó al Mesías (Lucas 1:26-38). Muchos piensan que la maternidad limita la vida, destruye carreras y acumula trabajo, pero Dios dice que ser madre es recibir una tarea de Dios. Dios muestra su carácter maternal, a través de muchas circunstancias, para demostrar su amor tierno y cuidadoso.
“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isaías 49:15)
“Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín, tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba. Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor; y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su cerviz, y puse delante de ellos la comida” (Oseas 11:3-4)
“Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!” (Lucas 13:34)
Por tanto, las características de madre están en el Dios Padre. Nuestras madres son dignas de ser honradas y elogiadas por todo lo que han pasado y luchado, por sus sufrimientos y lágrimas derramadas, por realizar esta comisión sublime y maravillosa. Quiero recordar a cada madre que, tanto ustedes como nosotros, tenemos que seguir creciendo y madurando en Cristo, que tenemos la naturaleza aun carnal, pecaminosa y adámica que necesita ser confrontada y transformada. Es necesario meditar también en los errores que solemos cometer para poder orar los unos por los otros, para pedirle a Dios que nos capacite en ser lo que Él quiere que seamos.
Pienso que no es necesario resaltar las virtudes y bondades de una madre, pues eso resalta cada día, a simple vista, quizás es por eso que no existe el día del hijo, porque las actitudes de nuestras madres hacen que cada día sea el día del hijo.
Es importante que veamos lo siguiente:
“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Malaquías 4:6)
Este es el último versículo del Antiguo Testamento y aquí podemos encontrar una promesa, que el Elías que vendría, que es “la representación profética de restauración”, haría volver el corazón de los padres hacia sus hijos y de los hijos hacia sus padres, esta sería la expresión de una generación bendita, sana y libre. Dios siempre valoró la familia, nos dio siempre muestras de la importancia de la familia. Cuando Israel fue liberada de los egipcios, la salvación vino por estar juntos en la casa, como familia. Cuando faraón quiso que dejaran a sus hijos en Egipto, Moisés dijo que no, la familia en su totalidad tenía que ser salva. El Señor dijo que si crees serías salvo tú y tu casa. Para Dios es muy importante la familia, esa es la razón por la que hoy todo lo que el diablo hace es intentar destruir la familia. El Señor quiere resaltar la restauración de las relaciones.
Dios está necesitando hombres y mujeres de valor que abran sus corazones para volverse a sus hijos y para volverse a sus padres. Dios obra en nosotros a través de su Palabra, nos transforma por su Palabra, por tanto es con sus principios y viviendo en ellos, que nuestros corazones serían vueltos los unos a los otros, pero ¿por qué dice que nuestros corazones serían vueltos de padres a hijos? porque el sistema de este mundo ha creado separación entre generaciones y esto ha causado muchas heridas. Dios desea la restauración de las relaciones entre padres e hijos, además, porque esto tiene que ver también con la manifestación de su paternidad.
- A los hijos
¿Cómo pueden volver los hijos su corazón hacia sus padres? Viviendo bajo la voluntad del Señor, dejando que su Palabra nos transforme.
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo «Honra a tu padre y a tu madre» que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra” (Efesios 6:1-3)
Definitivamente la obediencia a nuestros padres no es una obra tuya, no podrá ser una victoria tuya, necesitas acudir al Señor, por eso dice “en el Señor” pues solo con Él es posible, por eso es que somos vencedores “en Cristo”. Esta palabra honra significa dar valor, respetar y aun sustentar sus necesidades, este es un mandamiento cuyo cumplimiento encierra una promesa. Sé que en algunos hogares los hijos se “pelotean” a sus padres ancianos, no los quieren atender, si ese es tu caso solo déjalos, no te preocupes ¡hazlo tú! si tus hermanos no lo hacen, entonces hazlo tú, porque a ti te va ir bien ¡Es una promesa!
El amor hacia tus padres debe ser incondicional, percibe que la honra a ellos no es condicionada, sino es un mandamiento enfático. Existen muchos “peros” en nuestra mente, sin embargo, no hay justificaciones válidas, honrarlos es un mandamiento. Respetarlos, darles valor y sustentarlos cuando lo necesiten es un mandamiento sin condiciones. Hoy vemos que el respeto se ha convertido en solo una idea y está lejos de ser la realidad de muchos hogares. Si eres hijo de Dios entenderás que cumplir este mandamiento trae consigo una gran promesa. Si lo meditas es simple de entender, si no aprendes a honrar a quien ves (tus padres) cómo aprenderás a honrar a quien no ves (el padre celestial).
“Escucha a tu padre, que te engendró; cuando tu madre envejezca, no la menosprecies” (Proverbios 23:22)
Tal vez las madres se pongan un tanto difíciles porque siguen creyendo que eres el niño de 5 años cuando tienes ya 20, pero no la menosprecies, amala y respétala.
- A los esposos
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7)
Este es otro mandamiento cuyo cumplimiento no tiene condiciones. Como esposo representas la imagen sacerdotal de Cristo en tu hogar, tu comportamiento es probado como tal, recuerda que la Palabra dice que el amor que debes tener hacia tu esposa, debe ser como el amor que tiene Cristo por la iglesia. Nunca permitas que tus hijos falten el respeto a su madre, ni tengan actitudes de deshonra, ella tiene un lugar especial, eso es hacer que en Cristo, tus hijos vuelvan su corazón.
La palabra honor significa darle el valor que le corresponde. Valora el esfuerzo, el sacrificio, el trabajo que ella realiza al cuidar de tus hijos, mientras no estás en casa, valora lo que ella es y hace, no un día, sino siempre, porque tu representas la imagen sacerdotal, la imagen de Dios padre. Tal vez puedas pensar que ella no lo hace contigo, sin embargo recuerda, no lo hacemos en función de sus actitudes, sino de tus principios.
- A las suegras
Debes tener una actitud de enseñanza y no de crítica, de contienda, no seas controladora, tu tiempo de control acabó, ahora debes ser intercesora, consejera, ayudadora o simplemente observadora. Sé que tu exceso de amor maternal hace que tengas extremo cuidado, celo, pero existe el peligro de estar siendo un instrumento del diablo para destruir un hogar. Dios dijo que tu hijo o hija dejaría tu hogar cuando se casara, dejaría de estar bajo tu seno, tu cuidado, esa es una ley en la vida, no te consideres con tus hechos y actitudes más sabia que Dios.
- A las nueras y yernos
Nunca puedes juzgar una reacción si las tuyas se producen de la misma manera, estás llamado a perdonar, comprender y actuar como Dios quiere que actúes. Nunca respondas mal por mal, ni ojo por ojo, este es un tiempo donde tienes que salir aprobado(a).
- A las madres
“La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba” (Proverbios 14:1)
Tu sabiduría edificará tu casa, pero también tu necedad la puede destruir. Expresa el amor de águila (amor que entrena) y no tengas amor de mona (amor que mata). Nada de lo que hagas por tus hijos es en vano, Dios te premiará por ello, aunque ellos no lo reconozcan. Sé que tu labor, tu esfuerzo y tu sacrificio son algo que repercutirá, además Dios te dio una gran tarea, que es edificar tu casa.
Hoy quiero orar por ustedes, no estás sola, Dios te conceda fuerza para tu sufrir, para soportar las circunstancias adversas.
. Quiero orar para que tengas fuerzas para luchar contra tu mal genio o carácter. Sé que has soportado muchas circunstancias adversas, que has llorado sola, que muchas veces has sentido que ya no puedes, pero nunca olvides que así como bendices puedes maldecir.
“De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?” (Santiago 3:10-11)
. Quiero orar por aquellas que dejaron de soñar. Ana un día fue tratada injustamente por el sacerdote, fue atacada en su sueño y se vio incomprendida, pero no dejó de soñar y vio la gracia de Dios. Tal vez las circunstancias te quitaron el sueño y deseo que tenías para tus hijos, pero hoy quiero orar para que sigas soñando, porque ese sueño, ese anhelo será siempre el motor para engendrar fe, una fe necesaria para sustentar a tus hijos.
CONFESIÓN DE PERDÓN Y ALIANZA DEL HIJO
Madre quiero decirte cuán importante eres para mí, aunque muchas veces no demuestre nada de eso. Hoy estoy aquí para reconocer mis errores y pedirte perdón, por todo lo que hice y que te hizo daño, por ser egoísta y no considerar tus dificultades, la historia de tu vida, así como las innumerables veces que me has bendecido con tu vida y tu atención. Perdóname por la manera infantil con la que actué, culpándote muchas veces de situaciones que fueron el resultado de lo que yo mismo hice. Perdóname por tratarte mal, actuando de manera inconveniente, ofendiéndote porque la comida no estaba a gusto mío, por muchas veces rechazar un abrazo, un beso tuyo. Perdóname por muchas veces no oir tus consejos y actuar de manera ignorante, sin ver que siempre me amaste y lo que deseaste fue siempre mi bienestar. Estoy para expresarte mi gratitud por todo lo que hiciste por mí. Sé que no lograré, a partir de ahora, ser el hijo perfecto, pero buscaré en Dios ser diferente, te amo mucho y deseo que a partir de hoy podamos tener la oportunidad de vivir en el plan de Dios.
CONFESIÓN DE LA MADRE
Sé que he fallado muchas veces, sé que no supe manejar muchas situaciones de la forma correcta y eso te ha dañado, sé que muchas veces en mi enojo he proferido palabras que fueron, incluso, de maldición, que en mi impotencia he usado la fuerza y te he agredido, sé que hubo momentos en los que enfrenté presiones y cargas que me tensionaron y que me desfogué en ti, por eso te pido que me perdones, eres mi especial tesoro. Hoy libero sobre tu vida todas las bendiciones y declaro la gracia del Señor sobre tu vida.