//Pr. Luis A. Núñez\\
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia. Él nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo” (Efesios 1:3-9)
Hay un plan celestial (que existe antes de la fundación del mundo), hay una expresión de amor eterno (que fuimos adoptados como hijos) y hay una determinación universal (que fuimos bendecidos con toda bendición espiritual).
a) Para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él
¿Cómo ser santos y sin mancha delante de Él? esto solo es posible por la obra de Cristo. La única manera de poder presentarnos sin mancha es porque fuimos lavados por su sangre, no es por nuestras obras, sino por la obra que hizo Cristo.
“Cristo es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. También a vosotros, que erais en otro tiempo extraños y enemigos por vuestros pensamientos y por vuestras malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprochables delante de él” (Colocenses 1:15, 20-22)
Aquí dice que fuimos reconciliados porque éramos enemigos de Dios, que la obra que nos trajo paz fue su muerte en la cruz y que ahora somos hijos por medio de Jesucristo. Somos presentados sin mancha delante de El, es decir, la manera como somos aceptados, es porque fuimos justificados en Cristo.
“siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:24)
b) En Él tenemos redención
La redención es la salvación y perdón de pecados. Desde que el hombre pecó contra Dios hubo una separación porque Él es santo, santo, santo, pero por medio de la muerte de Cristo somos presentados limpios y santos, salvos de toda condenación. En Efesios la Biblia dice que Dios nos dio a conocer este misterio o esta verdad oculta y ahora revelada, según su beneplácito, su satisfacción, su favor (eudokia).
Las palabras traducidas aquí como beneplácito y buena voluntad en el griego son las mismas que significan favor, complacencia o satisfacción. La Biblia nos está diciendo que siendo enemigos nos hizo sus hijos, reconciliándonos y salvándonos de la condenación del pecado, presentándonos ante Dios limpios, sin mancha y ahora siendo aceptados ante Él.
Todo esto fue anunciado a los pastores el dia que nacio el Señor Jesus. Veamos lo que dice en Lucas 2:13-14:
“Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!»”
¿Cuándo fue eso?
Es impresionante que Dios, quien colocó tantos detalles en su Palabra, no haya permitido que sepamos la fecha del nacimiento de nuestro salvador Jesús. El mundo es sacudido por una fecha como la navidad y es decepcionante para muchos cuando descubren que es una fecha inventada o arbitrariamente colocada por el sincretismo religioso. Soy consciente de lo que provoco en las personas cuando les explico el por que en esta fecha no nació Jesús y no es mi propósito apagar el “espíritu de la Navidad”, sino hablar del verdadero sentido de la navidad y para comprender todo esto vemos con asombro una vez más, que Dios si permitió, a través de los detalles, que sepamos cuándo murió el Señor Jesús.
El mensaje de Dios es que Jesús no vino para realzar su nacimiento sino su muerte, el mundo tiende a desviarse del propósito central de Dios y ese es el fruto del pecado, si no solo observa, el mundo festeja el nacimiento de Jesús, las 12 de la noche del 24 de diciembre es una algarabía, suenan las bombardas, las campanas, los villancicos, el clásico “noche de paz”, pero terminado esto es un mundo de incredulidad, de una vida lejos de su plena voluntad y millones de millones de personas están en la obscuridad espiritual y por otro lado, a la mayoría de cristianos les cuesta predicar el evangelio de salvación, las buenas nuevas de la salvación ¿Cómo es eso? Si, aparentemente todos festejan la navidad, “la natividad”, el nacimiento de Jesús, es que la respuesta es una sola, este mundo no sabe lo que festeja, está lejos de reconocer el advenimiento del salvador.
¡Nació el Señor Jesús! y los ángeles decían ¡Gloria a Dios en las alturas! y luego dijeron paz en la tierra, buena voluntad para con los hombres. Vamos a ser sinceros, estas frases no se entienden de la manera correcta ¿Cómo así?
Paz en la tierra
¿A qué paz se refería? La historia muestra que desde la venida del Señor Jesús hasta ahora no ha habido paz en la tierra, se desarrolla guerra tras guerra, muchas de ellas se realizaron en nombre de Cristo (cruzadas) y llegamos al casi exterminio de los judíos en la segunda guerra mundial, fue una atrocidad. Las guerras continúan desde este tiempo, entonces ¿de qué paz se hablaba?
Acabamos de ver que desde que el hombre pecó hubo enemistad entre Dios y el hombre, el hombre se tornó enemigo de Dios y solo a través de Cristo es que el hombre podría ser reconcilado y tener paz con Dios, vimos esto a través de su muerte en la cruz.
“Puesto que Dios ya nos ha hecho justos gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Pues por Cristo hemos podido acercarnos a Dios por medio de la fe, para gozar de su favor, y estamos firmes, y nos gloriamos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios” (Romanos 5:1-2)
Buena voluntad a los hombres
Otra traducción dice “paz a los hombres en quienes Dios se complace”, otra dice “paz a los hombres que gozan o entran en su favor” (DHH 2002). La palabra traducida del griego aquí como voluntad es la misma usada en Efesios 1:9 (beneplácito o complacencia) para mostrar que esa salvación fue su “favor” ¡EUDOKIA!
Es decir, Jesús vino para morir en la cruz y a través de ella traer paz con Dios a los que entran en su favor, en aquello que es su complacencia, su voluntad. Dios mismo se dispuso a salvar al hombre a través de Cristo, por el creer, la Biblia dice que a los que creyeron les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios.
El quería tu nuevo nacimiento en Él, Él nació para morir en la cruz, porque esa muerte te daría un nuevo nacimiento. Esa debe ser la razón de nuestra alegría en estos días y siempre debe ser expresada así en nuestra predicación.
TENEMOS UN DIOS FELIZ
Él tiene complacencia en esa obra consumada, en la obra de Cristo. En Nehemías 8:8-12 vemos que la lectura de la ley producía en ellos llanto, pero los levitas tuvieron una revelación y les dijeron: “no lloren, este es día santo, alégrense porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza, no es nuestro gozo, es el gozo del Señor, es la alegría de nuestro Dios”.
¿Qué produce su alegría?
Para nosotros los padres, los aciertos y logros de nuestros hijos son nuestra alegría, la alegría de Dios es la obra consumada en la cruz de su hijo, de Cristo, su alegría, su satisfacción es Cristo, es la complacencia de Dios, porque a través de Él, toda la humanidad tendría LA oportunidad de redención. Aquel día la voz del cielo dijo “en Él tengo complacencia”, la misma palabra “Eudokia” de Lucas 3:22. Entonces cada vez que Dios nos ve, ve a Cristo en nosotros y esa es su alegría, su compacencia, su alegría no está en tus aciertos, está basada en lo que ahora eres en Cristo. Tú eres ahora su alegría por causa de Cristo. El día santo es indefectiblemente la representación del sábado y el sábado es la tipología de Cristo, Cristo es el sabat. En Nehemías los levitas dicen: ”Porque es día santo hay que alegrarse”, porque la alegría de Dios está en Cristo y por ende en lo que somos en Cristo.
1 Timoteo 1:11 dice que “el evangelio del Dios bendito”, esa palabra es “makarios”, que se traduce como bienaventurado o doblemente feliz, dice que Dios es un Dios feliz, el evangelio procede de un Dios feliz. La felicidad de Dios está relacionada con el evangelio, es decir, la felicidad de Dios es la obra de CRISTO.