Teniendo certeza de las promesas del Señor

//Pr. Eliud Cervantes\\

¡Dios ha prometido que hay bien en tu futuro!

 Cuando vemos las situaciones difíciles que ocurren en todo el mundo, necesitamos saber lo que el Señor está haciendo en nuestras vidas para no desanimarnos ni desilusionarnos por lo que sucede a nuestro alrededor. Es vital que, como hijos de Dios, sepamos que nuestro Dios está obrando todas las cosas para el bien de su pueblo.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28)

 A veces, el Señor permite que se agiten para que se eliminen las cosas que pueden ser sacudidas. Ahí es cuando comenzaremos a reconocer las cosas que pueden resistir la prueba del tiempo y las circunstancias porque permanecerán. Entonces sabremos construir nuestra confianza sobre la base correcta: en Jesús y Su Palabra.

Estamos viviendo tiempos emocionantes a pesar de todo lo que está sucediendo en el mundo ahora mismo. Dios está acelerando el alcance del evangelio de la gracia y la manifestación de sus promesas en nuestras vidas a medida que nos acercamos al día en que Jesús regrese, el día en que arreglará el mundo.

Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18)

Como creyentes, incluso cuando el mundo se oscurece cada vez más, debes saber que para ti y tu familia, los días venideros solo pueden volverse cada vez más brillantes. ¡Tenemos la Palabra de Dios para ello!

 Las maravillas se dan por el oír con fe

 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:5)

 Ya que creemos que nuestro futuro y días venideros serán brillantes, entonces debemos entender cuál es el camino para experimentar eso.

Según la Palabra, cuando Dios constantemente hace milagros, lo hace por el oír con fe. No se trata de lo que debemos hacer para merecer Sus milagros, más bien, Sus milagros se dan por gracia a través de la fe. Nuestra parte es escuchar la fe. Todo lo recibimos por medio de la fe. Ese es el camino.

Por eso, debes entender que a medida que la Palabra se transmite, simplemente cree que Dios está constantemente obrando milagros en tu vida. También cuando escuchamos testimonios de hermanos, somos testigos de lo que Dios puede hacer y está haciendo en muchas vidas aun en medio de este tiempo.

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17)

 El secreto para poseer la “tierra deseable” es llamar a Dios “Abba Padre, Papito Dios”

Otro punto importante en nuestra vida cristiana para poder experimentar los milagros y promesas de parte de Dios, es reconocer quien es nuestro Dios y quienes somos para Él.

Cuando nacemos de nuevo en el Espíritu como hijos de Dios, nacemos como Sus hijos adultos que tienen el Espíritu de filiación (El Espíritu del Hijo, Jesús, viviendo en nosotros). Si bien todavía hay un proceso de crecimiento como creyentes, en el momento en que somos salvos por gracia, inmediatamente se nos considera hijos adultos que tienen la edad y la madurez para heredar todas las bendiciones de Dios.

Por eso nuestro Padre celestial quiere que poseamos ese Espíritu de filiación donde podamos ir libremente a Él y recibir nuestra herencia (Sus bendiciones). Él no quiere que tengamos un espíritu de esclavitud y tengamos miedo de acudir a Él por temor a ser castigados.

Puede ser que sepas todos los nombres de Dios, pero el nombre más importante de Dios que Jesús vino a revelar es “Padre”. Recibimos todos los beneficios de lo que ese poderoso nombre debe producir en nuestras vidas con solo llamarlo “Padre”.

Yo preguntaba: ¿Cómo os pondré por hijos, y os daré la tierra deseable, la rica heredad de las naciones? Y dije: Me llamaréis: Padre mío, y no os apartaréis de en pos de mí” (Jeremías 3:19)

Entonces, no puedes heredar completamente la herencia que Dios tiene para ti hasta que aceptes tu posición de filiación, que eres hijo y que Él es tu Padre.

Cada promesa de Dios es nuestra a través de la gracia y solo por la gracia

Cuando Pablo, en la epístola a los Gálatas, escuchó a la gente decir que necesitaban la ley después de escuchar acerca de la gracia de Dios, dijo:

 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos” (Gálatas 4:15)

Después de escuchar y recibir la gracia de Dios en nuestras vidas, es vital que no nos alejemos de la gracia, porque todas Sus promesas la recibimos a través de la gracia y solo por la gracia. Alejarnos de la gracia nos hace perder nuestro sentido de satisfacción y alegría.

Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gálatas 1:6)

Solo somos justificados y hechos justos por gracia mediante la fe (Efesios 2:8–9) y una vez que somos justos estamos habilitados para poseer sus promesas.

Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición…”    (Gálatas 3:10) 

Cuando intentas “estar bien” con Dios guardando la ley con tus propias obras, inmediatamente caes bajo la maldición de la ley porque es imposible guardarla. Esta es la esencia del evangelio: el justo por la fe vivirá (Romanos 1:17). 

Sigamos anunciando el evangelio de la gracia que transforma vidas 

Ya que tenemos todas esas promesas para nuestras vidas, en este tiempo, nuestra parte como creyentes no es transformar la vida de los incrédulos. Nuestra parte es simplemente “ir por todo el mundo” y compartir el evangelio de la gracia; esta es la gran comisión del Señor (Marcos 16:15). Cuando compartimos el evangelio, el evangelio los salva y transforma sus vidas.

Sé que estamos viviendo días difíciles, pero a lo largo de la historia, Dios siempre se aseguró de que el evangelio tuviera los medios para salir adelante. Por ejemplo, cuando Israel estaba bajo el imperio romano, el evangelio avanzó a través de los caminos que habían construido los romanos. Cuando llegó el momento de que el apóstol Pablo saliera y predicara el evangelio, viajó por esos mismos caminos.

No importa lo que está sucediendo hoy en nuestro mundo, Dios es soberano y hará los arreglos necesarios para que el evangelio llegue a los cuatro rincones de la tierra. Aunque esta pandemia no es de Dios, Él la está usando para un propósito mayor.

Hoy, el evangelio de Jesucristo está llegando a más personas que cuando la iglesia tenía reuniones físicas. Sin embargo, sabemos que toda esta situación se normalizará, porque antes del regreso de Jesús todo estará normal nuevamente, por eso oremos para que las reuniones presenciales vuelvan a suceder y esperemos ese día.

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