Jesús, nuestro punto de partida

//Pr. Yadira Romero\\

El epicentro es el inicio, es donde se da origen a algo, un punto de máxima concentración y en el Señor, en nuestra vida cristiana también hay momentos donde surgió algo. Cuando te convertiste fue el inicio de una nueva vida, pero aunque ese fue el inicio, ahí no termina todo, en medio de nuestra vida cristiana siempre hay nuevos surgimientos, nuevos inicios, nuevas temporadas, pero existe algo que dio el inicio a todo, Jesús.

En cada nueva etapa que tenemos delante nuestro es necesario volver al inicio de todo, a Jesús, para nunca olvidar el propósito de Dios para nuestras vidas, porque a veces hay muchas cosas en medio de nuestro caminar que nos intentan desorientar, que nos llevan a tomar otros caminos, a ser atraídos por otros horizontes o a quedarnos donde estamos. Es importante volver al inicio, volver a Jesús y recalcular nuevamente el camino. Hay algo que no tienes que olvidar, en Dios surgen todas las cosas.

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11:36)

Y es ahí donde podemos volver a ver el propósito claramente, ver nuevamente a dónde tenemos que ir, pues hay un lugar a donde tenemos que llegar, hay una obra que tenemos que edificar, hay un Canaán donde tenemos que llegar. Canaán es la tierra prometida y Dios tiene un Canaán para cada uno de nosotros, este es el lugar de la promesa de Dios, donde está la plenitud del propósito que Dios tiene para nosotros, pero además Dios quería sacar de ellos la mentalidad de esclavos para tornarlos en guerreros.

“Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés los envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel” (Números 13: 1-3)

Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas.Y ellos subieron, y reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehob, entrando en Hamat. Y subieron al Neguev y vinieron hasta Hebrón; y allí estaban Ahimán, Sesai y Talmai, hijos de Anac. Hebrón fue edificada siete años antes de Zoán en Egipto. Y llegaron hasta el arroyo de Escol, y de allí cortaron un sarmiento con un racimo de uvas, el cual trajeron dos en un palo, y de las granadas y de los higos.  Y se llamó aquel lugar el Valle de Escol, por el racimo que cortaron de allí los hijos de Israel. Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días. Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”      (Números 13:17-33)

En esta porción de la Palabra yo quiero resaltar algunos puntos muy importantes que son necesarios tener en cuenta.

Es el Señor quien da la tierra

Veamos que aquí el Señor es quien recalca que es Él quien dio esa tierra a su pueblo. Si hay algo que tú tienes que entender es que todo lo que tienes es Dios quien te lo dio y todo lo que Él nos da es para ser usado en el cumplimiento de su propósito (Talentos, casas, carros, dinero, influencia, etc). Dios tiene una tierra en la que fluye leche y miel para todos, hay un propósito, un Canaán en todas las esferas (como célula, discipulado, red, iglesia e individualmente también). El pueblo de Israel salió de Egipto con una mentalidad de esclavo y Dios en el desierto quería hacer de ellos guerreros, listos para la conquista y tomar la tierra que ya había prometido.

Moisés, mandó a ver la tierra, les dijo que vieran detalles, cómo era el pueblo y la tierra y eso nos habla de desafíos, pero no para desanimar, sino para escuchar de Dios, seguir la dirección de Dios. Toda vez que Dios nos acerque más al propósito, gigantes se levantarán, desafíos habrán, pero no tengas miedo, no te intimides, vuelve al principio, mira a Jesús. Cristo liberará una nueva porción de favor para tomar esa tierra, todo ataque del infierno y toda resistencia retrocederán.

El propósito de Dios para tu vida no lo define tu liderazgo o tu pastor, es Dios quien ya te dio un propósito, te diseñó, te formo y te dio todo lo que necesitas para cumplirlo. El problema es que no entendemos que todo lo que nos da viene en forma de semilla, que tiene que ser sembrada en nuestro corazón para que de fruto (Carácter, paciencia, amor, tolerancia, benignidad, nobleza, lealtad, etc.).

El Señor envió príncipes

Para ver la tierra que Dios tenía para su pueblo, Él no envió a cualquier persona, envió príncipes de cada tribu y no porque el Señor excluya personas, sino que un príncipe nos habla de otro nivel de autoridad, un príncipe nos habla de tener otra visión, una más amplia. Tú no eres cualquier tipo de persona, Dios te escogió y te llamó para conquistar una tierra. Príncipe es alguien de una visión diferente, de influencia.

En este punto es clave, cómo te ves delante de la tierra de Canaán que Dios tiene preparada para ti, porque habrá desafíos, pero Dios te llamó para conquistarla. El problema no es tener miedo, el problema es que ese miedo te paralice.

“Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.  Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos” (Números 13:31-33)

Estos diez príncipes no se veían como príncipes delante del desafio, ellos se veían como langostas, se veían pequeños e insignificantes, aunque eran príncipes. Lo importante no es cómo te vean los demás o hasta cómo te veas tú, importa cómo Dios te ve y Él te ve como príncipe, como alguien de influencia. Josué y Caleb vieron tambien la misma tierra, los mismos gigantes, las mismas dificultades, los mismos frutos, pero ellos decidieron creer en como Dios los veía y en que Él los había constituido príncipes.

“Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”            (Números 13:30)

“Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis. Entonces toda la multitud habló de apedrearlos (Números 14:6-10)

Tal vez mucha gente se levante, muchas voces digan que tu no lo haces bien o que no cubres las expectativas de las personas que están contigo o tú mismo te descalificas y solo encuentras dificultades, sabes la promesa del Señor es que él te dará la tierra prometida su promesa es que el cumplirá en ti su propósito y su voluntad.

Ser uno en la visión

Algo interesante podemos ver también en esta porción de la Palabra, Dios envió a doce príncipes a ver la tierra, envió a un equipo, pero este equipo no fue uno cuando tuvieron que dar las noticias, pues diez desanimaron al pueblo y dos los llenaron de coraje, diez solo vieron dificultades y dos, además de las dificultades, decidieron creer en las promesas de Dios. Cuando somos un equipo hay muchos puntos de vista y eso no está mal, pero recuerda, nosotros no estamos unidos por pareceres o solamente por afinidades, estamos unidos por un mismo propósitoy eso es mayor que cualquier punto de vista, deseo o expectativa, el cumplimiento del propósito siempre será mayor.

El propósito de Dios era llevar a su pueblo a una tierra buena, una tierra que el mismo había preparado, pero puntos de vista, formas de ver, provocaron que ese grupo no vea la tierra, ellos no recibieron la herencia, la tierra que Dios había preparado.

Recuerda Dios tiene un propósito para ti, pero hay un propósito mayor, que es la iglesia y lo hermoso de esto es que cuando cada uno de nosotros desarrolla lo que Dios tiene para nosotros la iglesia es edificada.

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