La bondad de Dios

//Pr. Ronald Gabancho\\

Quiero hablar de la bondad de Dios. Él es bueno y dudar de ello nos lleva a no tener expectativas buenas del futuro, a vivir con una carga pesada, a tener miedo de pedir porque pensamos que vamos a incomodar a Dios. El Señor se alegra que le pidamos y que creamos en su bondad para con nosotros, nos invita a acercarnos ante el trono de su gracia confiadamente. Solo puedes acercarte confiadamente al trono del Señor si reconoces que el que ahí está sentado es bueno y te ama. Por otro lado, el enemigo quiere llevarnos constantemente a dudar de la bondad de Dios, pero hoy podemos declarar que Dios es bueno. 

Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11)

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2:4-7) 

¿Qué es bondad?  

Bondad es la disposición de siempre buscar lo mejor para el otro. Cuando entendemos que Dios es bueno, sabemos que Dios tiene lo mejor para nosotros. La bondad del Señor es una expresión de su gracia. Una de las cosas que el diablo intenta hacer es convencernos de que aquello que estás haciendo en Dios es en vano, es una pérdida de tiempo. No sé cuántos ya  fueron atacados por esa clase de pensamientos, pero el objetivo del enemigo es que dudemos de la bondad del Señor.

El hombre cayó por dudar de la bondad de Dios 

Creo que la caída del hombre se debió al engaño del diablo que lo llevó a dudar de la bondad de Dios (Génesis 3:1-6). Una de las estrategias que el enemigo usa es hacernos dudar que Dios tiene lo mejor para nosotros, intenta convencernos que el Señor nos está privando de algo mejor. El diablo quiere que dudemos de la bondad de Dios. Para el pensamiento del mundo es un desperdicio servir a Dios, orar, ayunar y hasta estudiar la Biblia, pero sabemos nosotros que cuanto más conocemos al Señor, más podemos experimentar de su bondad.

“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9) 

Los propósitos de Dios son mejores que los nuestros, porque Dios es bueno, pero muchos piensan que Dios está privándolos de lo bueno, pero no es así. Muchos jóvenes cuando les hablamos del cortejo, piensan que Dios los está privando del placer, de lo mejor, pero no es así. El cortejo no es un conjunto de reglas acerca de qué puedes y qué no puedes hacer, consideramos que es la manifestación de la gracia de Dios, porque es protección para ellos. Por ello mi hermano si aún no te casaste, entonces confía en la bondad de Dios, porque Él tiene lo mejor para ti.  

Muchos cuando se hallan en diversas pruebas dicen ¿será que estoy haciendo algo mal y por ello Dios me está castigando? Ese es un camino errado, en realidad, esos son los momentos en que necesitamos declarar que Dios nos ama, porque el amor de Dios no cambia por nuestro comportamiento y porque Él es bueno sé que verás la victoria del Señor. 

La bondad del Señor nos guía al arrepentimiento 

“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4) 

Somos guiados al arrepentimiento por causa de su bondad. Para entender ello, necesitamos ver que el hombre estaba destinado al juicio, a la condenación y perdición. Nuestro destino era el lago de fuego y azufre, porque el hombre cometió alta traición contra Dios. En ese contexto, Dios no tenía la obligación de salvarnos, no tenía la obligación de sufrir el castigo de nuestra paz, pero entonces ¿Por qué lo hizo? Porque el Señor es bondadoso, nos manifestó su gracia cuando no merecíamos recibir nada. No solo ello, sino que por la fe ahora somos hijos porque recibimos el Espíritu de Dios. El Espíritu Santo es la más grande bendición que recibimos del Señor y por ello somos hijos de Dios. Ahora que eres hijo no necesitas comprar el amor de Dios con buenas obras. Esa es la bondad de Dios.

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”

(Romanos 8:15) 

No recibiste el espíritu de esclavitud, porque quien vive en la ley, vive como esclavo porque no conoce la bondad del Señor. Muchos viven con miedo, pero Pablo dice que recibimos el espíritu de filiación, lo apuesto es esclavitud. 

“Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4:7) 

Muchos viven con el temor de que pueden, en algún momento, perder la salvación, pero la Biblia no dice que somos hijos por alguna obra que hacemos, sino que es por la fe que somos constituídos hijos y eso nada puede cambiarlo ¡Aleluya! 

Solo podemos volver al Señor cuando entendemos que el Señor es bueno. Es interesante notar que el hijo prodigo entendió que su padre era bueno cuando estaba en lo más bajo, cuando estaba cuidando cerdos, eso era terrible para un judío. En esos momentos él pensó en la casa de su padre y que allí aun los siervos tenían alimento, provisión. Entonces volvió a su padre, pues es la bondad del Señor la que nos guía al arrepentimiento. 

Quien no conoce la bondad de Dios está expuesto al desánimo 

Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová En la tierra de los vivientes” (Salmos 27:13)

Muchos piensan que experimentaremos lo bueno de Dios solo en el cielo, pero quiero decirte lo que el salmista declara, que experimentaremos también la bondad del Señor aquí en la tierra. Estamos hoy bajo la gracia inmerecida de Dios y eso nos permite experimentar la bondad del Señor. El desánimo se manifiesta al no considerar que la bondad de Dios es algo permanente en nuestras vidas.

Podemos confiar en la bondad del Señor. Es ella la que nos guía al arrepentimiento, es por su bondad que recibimos mucho más de lo que pedimos. Hoy podemos experimentar la bondad del Señor porque estamos en Cristo.

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