Pr. Luis A. Núñez

Caleb le dice a Josué: “Hoy, a los ochenta y cinco años, soy tan fuerte como el día que Moisés me envió. Soy fuerte para la guerra y puedo pelear. Dame esta montaña”.
“Ahora bien, Jehová me ha hecho vivir, como él dijo, estos cuarenta y cinco años, desde el tiempo que Jehová habló estas palabras a Moisés, cuando Israel andaba por el desierto; y ahora, he aquí, hoy soy de edad de ochenta y cinco años. Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho” (Josué 14:10-12)
Nuestra fuerza se renueva cuando vivimos bajo la gracia. Encontramos en Caleb, a sus 85 años, fuerza, vitalidad, pasión, alegría y sueños. La escritura dice que los levitas sirvieron al Señor como auxiliares de los sacerdotes. Su servicio en el tabernáculo iniciaba a los veinticinco años y terminaba a la edad de cincuenta años, luego de esta edad ellos ya no trabajaban. Si estás bajo la ley, esto es lo que sucede en términos de servicio y ministerio en la iglesia. Según la ley, nuestro ministerio es limitado, pero en la gracia las fuerzas son renovadas y aunque pasen los años, el sueño de conquista y propósito continua.
Quienes viven bajo el merecimiento acaban desgastados, sin pasión, llegan al límite de su pasión, pero aquellos que vivimos bajo la gracia somos renovados y nunca dejamos de servir.
La promesa al que es feliz
“A Aser dijo: Bendito sobre los hijos sea Aser; sea el amado de sus hermanos y moje en aceite su pie. Hierro y bronce serán tus cerrojos y como tus días serán tus fuerzas” (Deuteronomio 33:24-25)
Esta es una promesa para las personas felices. “Aser” significa feliz. Las personas felices son personas fructíferas. La promesa literal es que nadie entraría a su casa a robar y siempre tendrías fuerzas y hoy esa promesa es, para todo aquel que es feliz, la promesa de que nadie robará tus sueños, proyectos y siempre estarás lleno de vitalidad.
Abraham y Sara se rieron cuando Dios dijo que tendrían un hijo y entonces decidieron llamar al niño Isaac que es “risa”. La vida cristiana se trata del gozo del Señor y Dios es un Dios feliz. La alegría del Señor es nuestra fuerza ¿Y sabes con quién se regocija? se regocija contigo. Una vez que conoces la alegría del Señor, te vuelves fuerte, porque sabes que eres su alegría.
Tenemos un Dios feliz
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de él. Por su amor, nos predestinó para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia. Él nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo” (Efesios 1:3-9)
Él nos dio a conocer este misterio, pues solo con la venida de Cristo podemos entender todo lo que hizo en el Antiguo Testamento, todo sin la venida de Cristo era un misterio. Esta verdad oculta, ahora es revelada, según su “beneplácito”, según su complascensia, según su satisfacción, según su favor. Esta palabra es eudokia.
La Biblia nos está diciendo que siendo enemigos nos hizo sus hijos, reconciliándonos y salvándonos de la condenación del pecado, presentándonos ante Dios limpios, sin mancha y ahora siendo aceptados ante Él. Entonces Dios tiene complacencia por esa obra consumada, la obra de Cristo.
En Nehemias 8:8-12, acontece algo tremendo:
“Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura. Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley. Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza. Los levitas, pues, hacían callar a todo el pueblo, diciendo: Callad, porque es día santo, y no os entristezcáis. Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado”
La Biblia muestra que la lectura de la ley producía en ellos llanto, pero los levitas tuvieron una revelación y les dijeron “No lloren, este es día santo. Alégrense porque el gozo del Señor es nuestra fortaleza”, no es nuestro gozo, es el gozo del Señor, es la alegría de nuestro Dios la que nos produce fuerza. Es decir, cuando tengas entendimiento de qué produce alegría en Dios, te llenarás de fuerza.
¿Qué produce su alegría? para nosotros los padres, los aciertos y logros de nuestros hijos son nuestra alegría, para Dios es la obra consumada de Cristo en la cruz. Su alegría, su satisfacción es Cristo, porque a través de Cristo, toda la humanidad tendría oportunidad de redención.
“Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lucas 3:21-22)
Aquel día la voz del cielo dijo “en Él tengo complacencia” es la misma palabra en griego eudokia. Entonces cada vez que Dios nos ve, Él ve a Cristo en nosotros y esa es su alegría, esa es su complacencia, no son tus aciertos o desaciertos ¡es lo que ahora eres en Cristo! Tú eres ahora su alegría por causa de Cristo.
El día santo nombrado en el libro de Nehemías es indefectiblemente la representación del sábado y el sábado es una tipología de Cristo, Cristo es el “sabat”. En el libro de Nehemías se nos muestra que los levitas tienen una revelación sobrenatural de lo que es el día santo, ellos dicen: “Porque es día santo hay que alegrarse”, hoy lo entendemos porque Cristo es nuestro sabat, nuestro descanso, nuestra salvación y debemos ser felices.
“Según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado” (1 Timoteo 1:11)
Cuando dice “el evangelio del Dios bendito”, la palabra bendito es makarios, que se traduce como bienaventurado o doblemente feliz, Pablo dice que Dios es un Dios feliz, el evangelio procede de un Dios feliz. La felicidad de Dios está relacionada con el evangelio, es decir, la felicidad de Dios es la obra de Cristo y como Él es, asi somos nosotros, en otras palabras, si algo nos debe caracterizar es ser felices.
La felicidad del mundo
Todo en este mundo esta diseñado para que no seas feliz ¿Cómo es eso? en realidad todo lo que hay en este mundo, el sistema de este mundo, está diseñado para que seas feliz momentaneamente, es decir, una satisfacción temporal.
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. El Señor ya nos había dicho esto” (Juan 14:27)
Dios quiere que hagas distinción entre la paz que Cristo da y la paz que el mundo da, porque tendrás que hacer una elección. Solo experimenta la gracia quien cree en su gracia, en su favor, en su amor. La salvación fue otorgada para todos tengan la oportunidad de alcanzarla a través de la fe, pero no todos la experimentan, solo el que cree, de la misma forma funciona en nuestro día a día, necesitas creer en que eres amado para experimentar ese favor.
Contentamiento
“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13)
Percibe que el contentamiento está definido por la obra de Cristo, es decir, nuestra identidad en Cristo determina nuestro contentamiento ¡Todo lo puedo en Cristo!
Satisfacción
Está definido por lo que logras alcanzar en medio de tu propósito, es decir, podemos decir que, en momentos podemos estar contentos, pero insatisfechos.
Decide ser feliz en el contentamiento
“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros” (2 Corintios 13:11)
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos”! (Filipenses 4:4)
La frase “tened gozo” se refiere a “decidir ser feliz”. Decides ser feliz por causa del contentamiento (Quien eres en Cristo) o decides ser feliz por causa de la satisfacción (Cosas que alcanzas). La decisión que tomes definirá la forma de vida que llevarás. Si decides ser feliz por causa de lo que eres en Cristo, siempre tendrás felicidad, pero si decides ser feliz a través de lo que produce en ti satisfacción, entonces tendrás una vida emocionalmente fluctuante.
Gratitud produce felicidad
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18)
Gratitud es el reconocimiento de la gracia y el reconocimiento de la gracia produce contentamiento. Cuanto más agradecido eres, más feliz serás.

