//Pr. Luis A. Núñez\\
Ahora que hemos entendido quienes somos por la gracia de Dios en Cristo, que sin merecer nada fuimos hechos hijos amados, libres de toda maldición, y que podemos tener expectativas en Dios porque Él es bueno, es importante no hablar palabras negativas de maldición, pero aún más importante, hablar palabras de bendición. Necesitamos hablar palabras de bendición sobre nuestros hijos, sobre nuestra familia y sobre nuestras circunstancias.
Etimológicamente la palabra bendición viene de bien decir, por lo tanto, maldecir viene de decir mal. Muchos simplemente evitan hablar negativamente, maldecir y callan, pero eso no es suficiente, necesitamos sembrar palabras de fe, por eso el Señor compara la palabra como una semilla que produce en la parábola del buen sembrador.
¿Cuál es la forma de hablar que debemos tener? aquella que encierre el carácter y la bondad de Dios, aquella palabra que es conforme a nuestra nueva naturaleza, veamos lo que dice:
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29)
Por la expresión del griego podemos ver que la palabra que edifica es aquella que es buena, agatos que signica tambien favor, entonces ¿cómo es que edificas? la palabra dice dando gracia al que oye y ¿cómo recibe gracia el que oye? cuando tus palabras encierran favor ¿por qué? es simple, porque cada día vives bajo ese favor. La palabra dice que es necesario para la edificación, las otras palabras son de destrucción, de corrupción. La Biblia dice que somos piedras de edificación y nos muestra que a la vez somos edificadores de su obra y para edificarnos mutuamente es necesario la palabra que encierra el favor. El Señor quiere confortar nuestro corazones, afirmándonos, estableciendonos en toda obra mediante la palabra buena (agatos), mediante toda palabra que encierra ese favor ¡Aleluya!
Nuestra fe se libera a través de nuestras palabras. Pablo dice en 2 Corintios 4:13 “Y por lo tanto tenemos el mismo espíritu de fe, como está escrito: creo; Por eso lo dije. Nosotros creemos también; por eso también hablamos”
Tenemos ese mismo espíritu de fe. Debemos creer que tenemos la posición de reyes y sacerdotes y que cuando liberamos la palabra, el poder de Dios se manifiesta. Este espíritu de fe también se llama espíritu de profecía, por eso con autoridad podemos expresar en ese mismo espíritu: Estamos atribulados en todo, pero ¡no angustiados! en apuros, pero ¡no desesperados! Perseguidos, pero ¡no desamparados! Derribados, pero ¡no destruidos! (2 Corintios 4:8-9). Esto debemos creer y hablar, debes creer y hablar lo que eres en Cristo.
El espíritu de profecía
Como ministros del nuevo pacto (ministros de la gracia), tenemos un espíritu profético sobre nosotros. La palabra de Dios dice que el espíritu de profecía es el testimonio de Jesús. “Oh me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10)
La palabra retienen en el griego también significa poseer o conectar, esto significa que el espíritu de profecía siempre centra, conecta o apunta al Señor Jesús, es decir, el testimonio de Jesús (la obra consumada de Cristo) es el espíritu de la profecía que está en los hermanos. Todo lo que hablamos nos conecta con Cristo o nos lleva a Cristo. Cuando hablamos del espíritu de profecía, no estamos hablando de este concepto pentecostal de profecía donde uno se levanta y dice: “¡Así dice el Señor!”. La palabra profecía en griego es profemi, esta palabra se compone de dos partes, pro que significa antes y femi que se deriva de rhema que significa palabra. Al juntarlos vemos que la profecía significa hablar antes, es decir, estás hablando antes de que suceda. Tú hablas porque conoces el corazón de Dios, conoces la Palabra de Dios y así puedes declarar las cosas antes de que sucedan. Puedes decir: “Seré un hombre próspero por la gracia de Dios, porque el favor de Dios está sobre mí”, “hoy experimentare su favor”, “su provisión estará conmigo”, Puedes decir ante cualquier evidencia de que esto sucederá. Puedes traer a existencia lo que fue determinado, pero que aun no existe. Es llamar las cosas que no son como si fueran.
Profetas del Nuevo y Antiguo Testamento
El Espíritu de profecía está sobre cada creyente, es lo que dice Apocalipsis, pero el problema es que la mayoría ni siquiera se da cuenta. Hoy tenemos sobre nosotros el espíritu de profecía según el Nuevo Testamento y todo cuanto hablemos será confirmado por el Señor. Él nos afirmará en toda obra por el hablar, conforme a su voluntad.
“Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra” (2 Tesalonicenses 2:16-17)
Observa algo más, Elías era un profeta del antiguo Testamento y la Biblia narra una circunstancia donde podemos ver un principio maravilloso que avala nuestra posición hoy como profetas del Nuevo Testamento. En 1 Reyes 17:1 dice: “Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”
La Biblia dice que Elías expresó que no habría lluvia y aclaró que era por su palabra y así fue, pues durante tres años según su palabra no hubo lluvia, pero en 1 Reyes 18:1, 41-45, la Biblia nos muestra que Elías comenzó a orar angustiosamente, de rodillas y con el rostro en tierra. Después de la gran victoria en el Monte Carmelo, cuando los profetas de Baal fueron derrotados, Elías tuvo que orar fervientemente para que lloviera ¿Por qué? Porque es probable que creía fácilmente en la maldición en lugar de la bendición. Elías necesitaba orar fervientemente para creer que la bendición llegaría. Es interesante que para proclamar la maldición de la sequía solo expresó que así sería, pero para proclamar la bendición de la lluvia entró en angustia, tenia mas fe para creer en la maldición que para creer en la bendición ¿Por qué? Porque era un profeta del Antiguo Testamento, ellos estaban acostumbrados a anunciar calamidades y condenación porque el pueblo siempre fallaba, siempre se desviaba, no cumplía la ley. Ahora veamos lo siguiente:
“Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18)
Por favor observa estos detalles en la Biblia, 1 Reyes 17:1 dice que Elías simplemente dijo, conforme a su palabra, que no llovería y no llovió, luego dice en 1 Reyes 18:43-45 que clamó de rodillas varias veces y cayó lluvia, pero Santiago describe los hechos al revés ¿Cómo es eso? es la manera como Dios ve este acontecimiento, es decir, Elías era un profeta del Antiguo Testamento, como tal, el profetizaba de acuerdo al pacto en el que vivía y este era la condenación de la ley ¿Cómo explicar esto? La forma en que Dios ve es diferente a la forma en que lo vemos nosotros. Para Dios la simple declaración de Elías de que no llovería fue una oración intensa, aunque para nosotros ni siquiera nos parece una oración, para Dios es poderosa ¿Por qué? Porque Elías declaró que no llovería basándose en que él sabía que Dios condenaba la idolatría del pueblo. Él dijo lo que está en Deuteronomio 28:24, donde dice que lloverá polvo. Ahora, según Santiago, la oración de Elías (una simple declaración) fue una oración intensa, pero en realidad, él solo oró de acuerdo al pacto, habló conforme a lo que él representaba, un profeta del antiguo pacto, y Dios avalo lo que dijo. Hoy en día, sobre el mismo principio, cuando declaramos la verdad del Nuevo Pacto, el Señor viene a confirmar nuestra palabra. Recuerden que dijimos que el espíritu de la profecía es aquella que nos lleva a mostrar a Cristo, en otras palabras, el testimonio de Cristo. Estamos en el nuevo pacto, pero ¿qué quiere decir eso? en el Antiguo Pacto los profetas tenían que hablar conforme al pacto en el que estaban, por eso todas sus palabras eran de maldición de condenación, pero en el nuevo pacto nosotros Cristo se hizo maldición para que nosotros seamos bendición. Entonces las palabras que salen de nuestra boca conforme a su palabra, son de bendición y Dios avala lo que decimos, lo que declaramos conforme al nuevo pacto.
El profeta del Antiguo Testamento trae los pecados a su memoria, pero el profeta del Nuevo Testamento recuerda la justicia de Cristo sobre nosotros. El profeta del Antiguo Testamento habla desde el Monte Sinaí (ley), pero el profeta del Nuevo Testamento habla desde el Monte Sión (gracia). El Profeta del Antiguo Testamento declara que Dios no olvida nuestro pecado, sino que visita la iniquidad de los padres en sus hijos hasta la tercera y cuarta generación, pero el profeta del Nuevo Testamento declara que Dios no recuerda mas nuestros pecados porque ya han sido clavados en la cruz. Si estamos en el Nuevo Pacto, los profetas del Nuevo Testamento ya no pueden hablar de acuerdo con el Antiguo Pacto. Hoy hablan de vida y perdón, no condenación y muerte.
Viéndonos como Dios nos ve
Juan el Bautista vino en el espíritu y el poder de Elías y el Señor Jesús dijo que el más pequeño en el reino hoy es más grande que Juan el Bautista, es decir, el más pequeño hoy es más grande que todos los profetas del Antiguo Testamento (Lucas 7:28).
“Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti. Os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él” (Lucas 7:27)
El Señor Jesús dijo que Juan el Bautista fue el más grande de los profetas, incluso mayor que Elías ¿Por qué? porque señaló directamente al Señor (el que viene detrás de mi, he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo). Nos convertimos en grandes profetas cuando señalamos al Señor, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que Juan el Bautista. Somos profetas del nuevo pacto porque nuestro hablar esta basado en la obra consumada de Cristo. Conclusión Toda profecía debe ser hablada conforme al pacto al que pertenece y Dios avala eso, tú eres profeta del nuevo pacto, entonces todo lo que hables conforme a este pacto será avalado por Dios. Es por eso puedes liberar palabras de bendición, de fe, de restauración sobre la vida de tu hermano, de tu familia, por eso en estos días podemos liberar palabras de bendición sobre los inconversos, proclamando que serán salvos, podemos proclamar palabras de bendición sobre la iglesia ¡aleluya!
Elías nos recuerda a Juan el Bautista, pero Eliseo tipifica al Señor Jesús. De hecho, el nombre Eliseo en hebreo es Eliysha, que significa “Dios es salvación”, un sentido similar al nombre de Jesús, que significa Jehová es salvación. Todos los milagros de Eliseo, excepto uno, son milagros de gracia, también todos los milagros del Señor son gratuitos, excepto la maldición de la higuera. Por otro lado, todos los milagros de Elías son de juicio, la primera vez que aparece, decreta tres años de sequía en Israel debido al pecado del pueblo. Elías tipifica el juicio, mientras que Eliseo tipifica la gracia del Señor. Así como Juan el Bautista precedió al Señor, Elías vino antes que Eliseo. Elías vivió una vida de ascetismo, aislado en el desierto, vestido con pelo de camello y cabello largo. Eliseo, por el contrario, era un profeta accesible, ministró entre leprosos, viudas, reyes y soldados.
Debemos rechazar toda profecía que no tenga el espíritu del Nuevo Pacto. Muchos de los llamados profetas solo declaran muerte y condenación, pero el Señor está levantando una nueva generación que profetizará de acuerdo con la verdad actual del Nuevo Pacto. En el Antiguo Testamento, todos los profetas que profetizaban cosas buenas eran falsos profetas, por la sencilla razón de que no había cumplimiento del pacto entre la gente. El Señor aún no había muerto por los pecados, por lo que la condenación estaba sobre ellos. Es por eso que en el Antiguo Testamento la profecía era negativa, pero ahora es positiva.
El profeta del Antiguo Testamento trae sus pecados a su memoria, pero el profeta del Nuevo Testamento nos recuerda la justicia de Cristo sobre nosotros. El profeta del Antiguo Testamento habla desde el Monte Sinaí, pero el profeta del Nuevo Testamento habla desde el Monte Sión. Cuando no entendemos esto, las personas se ponen de pie con todo tipo de mensajes proféticos completamente fuera del Nuevo Pacto. Los profetas siempre hablan de acuerdo con el pacto. Si estamos en el Nuevo Pacto, los profetas del Nuevo Testamento ya no pueden hablar de acuerdo con el Antiguo Pacto. Hoy hablan de vida y perdón, no condenación y muerte.