//Pr. Libano Gamarra\\
Jeremías 17:5-8
Si vemos estos versos veremos que Dios nos muestra que solo hay dos maneras de vivir la vida cristiana hoy, dos actitudes con dos efectos, confías en la fuerza humana trayendo maldición a tu vida o confías en Dios y traes bendición, es simple, el confiar en la fuerza humana es entrar en el merecimiento, todo el que confía en su propia fuerza termina creyendo que merece, todo el que hace algo para conseguir algo de Dios termina creyendo que lo merece, en cambio el que confía en Dios depende de Él, sabe que es solo Él, entonces entra en la espera y en el descanso.
Por lo tanto, confiar en Dios habla de depender de Él y solo hay una manera de depender de Dios, es expresando dependencia en toda área de tu vida, es allí donde se nos otorgó maravillosos recursos que nos llevaran a vivir en dependencia total a Él, estos son la oración, el ayuno, la lectura de la Palabra, etc. A todo esto, se le conoce comúnmente como vida devocional, en realidad la palabra devocional, deriva de “voto” que significa consagración ¡una vida de consagración! pero creo que la expresión más ideal sería ¡una vida de fe! porque solo el que cree entonces ora, ayuna y acude a la Palabra.
- La oración
La oración es la expresión de creer, pero no todo clamor es oración, un ejemplo claro de esto es el clamor de los discípulos que estaban en la barca que se hundía mientras Jesús dormía (Mateo 8:23-26) noten que cuando no consiguieron hacerlo en sus fuerzas, cuando hicieron todo por si mismos y descubrieron que no podían, se desesperaron y fueron a despertar al maestro, Jesús les dijo enfáticamente “hombres de poca fe”, Jesús está mostrando que su clamor no expresaba el creer o la confianza, sino simplemente era una expresión de desfogue emocional, era una salida emocional. En Lucas 8:25, Jesús les pregunta ¿Dónde esta vuestra confianza? Y aunque clamaron, demostraron que no creían. Por lo tanto, la oración es una de las formas más concretas de expresar confianza y la confianza es solo la revelación de su profundo amor por nosotros. Yo creo que quien realmente tiene entendimiento de lo que Cristo hizo en la cruz por él, vivirá en el descanso, que es el resultado de confiar, porque siempre resolverá que si Dios de sacrificarse en la cruz por amor, aun siendo enemigos, como no nos dará junto con Él todas las cosas.
- El ayuno
El ayuno nos capacita para vencer, para creer, el ayuno no es para tocar o mover a Dios o para buscar su favor, es para que nuestros ojos sean abiertos a su favor, a su gracia, a lo que Él nos otorgó en la cruz (Colosenses 2:15). Nuestra autoridad radica en creer en lo que Jesús hizo, ya no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia, todo poder nos ha sido otorgado en su Nombre. Nuestra carne, que está revestida aun de justicia propia, de confianza en la fuerza humana y que reclama merecimiento como tal, siempre segara tus ojos para no ver lo que eres en Él y así dejes de creer, de esa manera anulas la obra consumada de Cristo y retornas a la condenación de la ley, por eso ayunar es un recurso cristiano que muestra cuanto necesitas de El.
- La lectura de la Palabra
La lectura de la Palabra es la que va fortalecer nuestro espíritu, la que nos va traer conocimiento de la verdad y la verdad nos hará libres de ataduras de condenación, de acusación, de temor. La Palabra nos llevará al conocimiento de Cristo que es la verdad y por ende seremos llenos de fe, capacitados para vencer.
ACTITUDES CORRECTAS MIENTRAS ORAS
Quiero hablar hoy de dos actitudes que debes tener mientras oras:
- CUANDO ORES ENTIENDE QUE DIOS ES POR NOSOTROS
Todos pasamos por situaciones adversas en este mundo. Esto forma parte de nuestra condición humana en este mundo caído. Sé que hay muchas situaciones que no podemos explicar adecuadamente. No tenemos todas las respuestas, pero podemos estar seguros de que muchas cosas que experimentamos no son obra de Dios para nosotros, ni son disciplinas por nuestros pecados. Cuando creemos que Dios es por nosotros y no contra nosotros, podemos estar seguros de que Él oye nuestras oraciones.
Dios tiene buenos pensamientos a respecto nuestro. Cuando pasamos por el valle de la aflicción, necesitamos tener la convicción de que Dios será por nosotros y que Él lucha a nuestro favor, tus pecados ya fueron llevados en la cruz y Dios está de su lado. Esta debe ser nuestra posición cuando nos acerquemos ante Dios para orar. Tu no obtendrás nada del Señor a menos que creas que ya no estás bajo su ira. Esta es la base de nuestra oración, el hecho de que Él nos amó al punto de hacernos sus hijos.
“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1)
- CUANDO ORES VENCE TODA ACUSACIÓN
Estoy convencido de que el mayor problema que enfrentamos en nuestras oraciones es la acusación del diablo. Cuando nos arrodillamos para orar bajo acusación y condenación, no tenemos fe de que obtendremos del Señor lo que buscamos. Todo aquel que se dispone a ser instrumento útil en las manos del Señor invariablemente va a orar. Muchos, sin embargo, se resisten a la idea de orar y buscar a Dios por un determinado milagro. Ellos se sienten incapaces y descalificados y presumen que ese sentimiento es una señal de Dios de que ellos no recibieron el don de la oración, pero esa es una gran equivocación. Este sentimiento de descalificación no procede de Dios. Apocalipsis 12:11 dice:
“Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12:11)
Todos esos sentimientos que nos bloquean y nos dejan paralizados son ataques del maligno. El texto de Apocalipsis nos dice que vencemos al maligno a través de tres cosas:
- Por la sangre del Cordero.
- Por causa de la Palabra del testimonio.
- Porque aun frente a la muerte, no amamos nuestra propia vida.
En primer lugar, ellos vencieron a causa de la sangre del Cordero. Toda nuestra victoria en el mundo espiritual está basada en la sangre del Cordero. La sangre derramada por Cristo no es solo para el perdón y para salvación, sino además es la base por la cual vencemos a Satanás. Satanás es tentador, asesino y mentiroso, pero su mayor actividad contra los cristianos es la acusación. Satanás nos acusa de día y de noche, no solo ante Dios, sino también en nuestra conciencia. El objetivo de la acusación es volvernos débiles y completamente impotentes. Él nos acusa hasta el punto de considerarnos inútiles y así, perdemos la base para prevalecer contra él en oración. No estoy diciendo que no debemos ser sensibles al pecado, sino que no debemos aceptar las acusaciones del maligno. ¿Cómo es la persona que está bajo condenación y acusación? Todo el tiempo siente que está equivocada. Cuando se arrodilla para orar, ella piensa que está equivocada, y que Dios no oirá sus oraciones. Todo el tiempo pondera cuán mala e indigna es. Vive consumida por el sentimiento de incapacidad. No existe ni un momento en que no recuerde su indignidad. La verdad es que muchas veces pecamos, pero, aun teniendo pecado, no podemos aceptar las acusaciones del maligno, pues la sangre ya nos purificó. Si ya creemos en el perdón, debemos olvidar y quedarnos en paz. Tenemos un arma para vencer las acusaciones de Satanás: la sangre de Jesús. Ellos lo vencieron a causa de la sangre del Cordero. La sangre es la base de nuestra victoria. Eso significa que cuando el enemigo nos acuse, necesitamos declarar que sobre nosotros no hay culpa o condenación a causa de la sangre de Jesús.
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1)
La sangre preciosa de Jesús es la base de nuestra oración. Si no sabemos el valor de la sangre, no podemos orar, porque no tendremos fe de que somos oídos. No podemos vencer si estamos llenos de culpa. El que acepta las acusaciones de Satanás está negando el poder de la sangre de la cruz.
En segundo lugar y como punto importante en Apocalipsis 12:11 es que hemos vencido al maligno a causa de la Palabra del testimonio que damos. El significado del testimonio aquí es confesar la verdad de la Palabra de Dios. Cuando tenemos la base de la sangre, podemos confesar la verdad con osadía. Testificar es decir a los demás lo que tenemos y somos en Cristo, proclamar bien alto la victoria de Cristo. Satanás teme cuando confesamos la verdad de la Palabra. Confiese que Satanás está atado y que Cristo es el Señor y el Rey para siempre. Confiese la victoria de la cruz. Confiese que Cristo vino y destruyó las obras de Satanás. No intente argumentar: solo confiese proclamando la verdad de la Palabra de Dios. Hable bien alto para que el infierno oiga. Antes de orar, usted necesita aprender a confesar la Palabra de Dios. En Marcos 11:23, el Señor dijo:
“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (Marcos 11:23)
El Señor no dice aquí que si una persona orará sucederá, pero Él dice que lo que ella diga sucederá. Solo cuando hablamos por fe algo puede cumplirse y solo podemos tener fe si rechazamos toda acusación del diablo.
En tercer y ultimo lugar, vencemos al acusador cuando, frente a la muerte, no amamos la propia vida. No amar la propia vida es no valorar la propia habilidad o fuerza, no confiar en sí mismo y percibir que somos frágiles e impotentes en nosotros mismos, no confiar en nuestra justicia propia. Cuando dependemos completamente de la justicia de Cristo que nos fue dada gratuitamente, rechazamos todo esfuerzo propio para tratar de agradar a Dios. La base de nuestra victoria es la sangre de Jesús y la Palabra de nuestro testimonio. La actitud que necesitamos tener al usar estas dos armas es confiar completamente en el poder de Dios y no en nosotros mismos.