//Pr. Luis A. Núñez\\
Los primeros cinco capítulos de Romanos hablan acerca de la justificación y el capítulo seis comienza con la enseñanza de la santificación. Pablo escribió la epístola a los Romanos en Corinto, cerca del fin de su tercer viaje misionero, probablemente entre los años 55 y 56 d. C. y por supuesto está dirigida a la iglesia en Roma.
Hace unos domingos atrás comenzamos a ministrar acerca del perdón completo, después hablamos acerca de cómo el Señor vino para servirnos, entendimos que el cristianismo no se trata de lo que hacemos por Él, sino de lo que Él hizo por nosotros, entonces cuando hablamos de gracia, favor, perdón completo, suelen surgir preguntas de algunas personas como: ¿Si estamos en la gracia entonces ya no hay problema si pecamos pues siempre Dios nos perdona? Si los pecados que cometeremos mañana ya fueron perdonados, entonces ¿podemos planificar de qué forma pecaremos mañana?
¿Sabes qué es lo interesante de esto? que hace mas o menos dos mil años el apóstol Pablo enseñó sobre la justificación, que somos justificados por la sangre de Cristo, declarados justos por causa de Cristo y la reacción fue la misma, las preguntas y conclusiones de algunos fue la misma, nada cambió y es que la naturaleza de pecado, de la que éramos esclavos antes de conocer a Crsito, ha producido en nosotros hábitos aun pecaminosos, que se manifiestan de la misma manera. Ante todas esas interrogantes y conclusiones erradas el apóstol Pablo responde:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos (insistiremos, permaneceremos, quedaremos) en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1)
La respuesta es “De ninguna manera”, porque ahora tu condición es otra, tu estado es otro, tu naturaleza es diferente. Los capítulos anteriores en la epístola a los Romanos nos muestran que el pecado entró por un hombre (Adán) y por lo tanto una naturaleza diferente a la naturaleza de Dios se manifestó. Por causa del pecado la condición del hombre cambió a estar separado de Dios, por lo tanto, se volvió esclavo de esa naturaleza, sin embargo, la vida entró por otro hombre (Cristo), una naturaleza de vida, el zoe de Dios por el cual somos llamados hijos y es justamente por esto que no podemos volver a ese estado de esclavitud del pecado, porque ya hemos muerto a esa vieja naturaleza.
“Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos 6:6)
“Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:10-14)
¡De ninguna manera! Tenemos que entender que estamos muertos al pecado y vivos para Dios. No podemos presentarnos, exponernos o someter nuestro cuerpo al pecado, ya no eres parte de él, el pecado ya no se enseñorea de ti porque estás bajo la gracia ¿Cómo es eso? el capítulo 8 de Romanos nos explica un poco más de esto.
“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” (Romanos 8:12-15)
La expresión “hijos de Dios”, en el idioma original es uios, que significa hijo maduro, es decir, la madurez espiritual está ligada al creer, ser dirigidos por el Espíritu y no por tu carne, una carne en la que aun hay hábitos de pecado. Tú eliges un destino de vida o un destino de muerte. Cuando digo vida o muerte no me refiero a la salvación y condenación eterna, pues en el idioma original se refiere a plenitud, plenitud como una expresión de vida abundante.
Lo maravilloso es saber que el pecado no altera tu relacion con Dios, tú eres en todo tiempo amado, perdonado, sin embargo, es importante recordar que si eres un hijo guiado por el Espíritu, que cree en la gracia y favor de Dios, evitarás momentos de dolor como consecuencia del pecado, pero si eres alguien que es guiado por su carne, por la justicia propia, serás alguien que rechace la gracia. Vivir en pecado es orgullo y vanidad porque crees que tus razones son mejores que la guía del Espiritu. Por eso enfrentas dolor, pero cuando has pecado, sabes que Él te perdonó y te levantas para vivir la vida que Dios tiene para ti porque crees, eres inundado de gracia, paz y un destino de plenitud de vida viene para ti y los tuyos.
El poder del bautizo
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Romanos 6:3-8)
Bautizo viene de la palabra griega baptizar (bavptisma, bapto que es mojar o empapar) cuyo significado es sumergir, zambullir o teñir (Marcos 1:5, Juan 3:23, Hechos 8:36-39). De acuerdo a su traducción del griego, esta palabra quiere decir meter en o debajo del agua hasta que quede totalmente sumergido, esta era la razón por la que tenía que haber muchas aguas.
Es interesante ver en la Palabra de Dios el proceso que relata los acontecimientos que preceden al bautizo, mostrando así que la gente oyó, creyó, recibió la Palabra y entonces se bautizó, por lo tanto, la fe y la confesión de salvación siempre preceden al bautizo (Son requisitos), esto excluye claramente el bautizo de infantes.
Veamos algunos ejemplos:
- “El que creyere y fuere bautizado” (Marcos 16:16)
- Los Samaritanos creyeron y fueron bautizados (Hechos 8:12-15)
- El eunuco creyó y fue bautizado (Hechos8:35-38)
- Los discípulos de Efeso creyeron y fueron bautizados (Hechos 19:4-5)
El bautizo es una experiencia espiritual real y a la vez una experiencia simbólica. También podemos decir que es el sello de la confesión de salvación. es una identificación con Cristo. En la confesión de salvación aceptamos la muerte, sepultura y resurrección de Cristo y en el bautismo nos identificamos con esta realidad, la realidad de ser nuevas criaturas.
- En su muerte: Romanos 6:3,4,5,11.
- En su sepultura: Colosenses 2:12.
- En su resurrección: Colosenses 3:1, Romanos 6:4-5.
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3:1-4)
“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:9-14)