Quiero una vez más detenerme a analizar esto de la condenación de la humanidad, noten que Gálatas 2:16 dice que el hombre no puede justificarse por las obras de la ley sino por la fe y además según Juan 3:18 el que cree no es condenado; por las obras de la ley nadie es justificado.
“sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” Gálatas 2:16, también leer Romanos 3:9-20 y Gálatas 3:10-14.
La palabra “justificado” en el original griego es el “dikaioo” que significa “ser absuelto” ¿absuelto de que? De esa condena, de esa maldición, de la muerte. Veamos: Efesios 2:8-9
“porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”.
Una vez más percibe la aclaración:
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. Él anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, y la quitó de en medio clavándola en la cruz. Y despojó a los principados y a las autoridades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz” Colosenses 2:13-15.
Por eso dice:
“El que en él cree no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” Juan 3:18-19.
Ahora hemos sido libres de la maldición del pecado ¡aleluya!, tenemos la vida sin embargo este es el comienzo no es el final, Jesús es la puerta pero también es el camino.
- Juan 10:9 “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (PUERTA).
- Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (EL CAMINO).
Los que fueron libres de la condenación son personas con aún muchos problemas de carácter, de conducta ya que la naturaleza de pecado esta en ellos, ellos antes eran inconscientes de las muchas actitudes inadecuadas que tenían pero hoy tienen sensibilidad a la palabra y revelación de esta en su espíritu. Entonces se produce la gran lucha que todo hijo de Dios debe comenzar a enfrentar, esta es una guerra interna continua; Gálatas 5:17 dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”.
Nos acompaña una naturaleza con la cual tenemos que luchar para tornarnos en lo que somos legalmente, es decir nuevas criaturas. Pablo nos habla de esta lucha, veamos:
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” Romanos 6:14.
Y luego dice:
“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi” Romanos 7:18-20.
Primero dice que el pecado ya no se enseñorea en nosotros pero luego dice que el pecado mora en él ¿Qué significa esto?, esto es que el pecado que ya no se enseñorea es aquel pecado por el cual el hombre fue condenado, entonces una vez libres por Cristo este ya no se enseñorea mas en nosotros; fuimos rescatados de la maldición de la muerte pero ahora todos tenemos una naturaleza que tiene que ser derrotada, miren una vez mas la expresión de Pablo:
“¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” Romanos 7:24-25.
1ra de Juan 1:5-10 y 1ra de Juan 2:1-6 nos hablan un poco más de esto:
“Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros”.
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo”.
Hay una lucha entre obedecer a Dios y pecar; esa es la constante en todos y tenemos que tomar una actitud.
¿Qué actitud?
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno” Colosenses 3:5-10.
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” Efesios 4:22-24.
Esa actitud de despojarse del viejo hombre y revestirse del nuevo es la que determina si somos vencedores o derrotados, es una lucha. Efesios 2:10 dice que somos hechura en Cristo para buenas obras, estas obras serán las que determinen como será nuestro comparecer ante el Tribunal de Cristo.
Entonces la salvación no es el final sino solo es el comienzo, el comienzo de una nueva vida con Él; en esta vida debemos luchar para vivir como Dios quiere ya que no por ser de gracia es que pecaremos, a propósito de esto Pablo dijo: “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera” Romanos 6:14.
Además el propio Pablo habla de algo interesante en 1 Corintios 3:9-15:
“Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”.
Aquí nos muestra que debemos edificar de manera que en el día del juicio no suframos perdida sino seamos recompensados; por esto es que creemos que una cosa es ser salvos y otra muy diferente es ser vencedores, es decir los vencedores son aquellos que viven una vida cristiana llena de obediencia a sus principios, muchos versículos hablan de reino y mucha gente confunde esto con salvación.