Lucha por cada una de tus bendiciones

//Pr. Graciano Sagarvinaga\\

“Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta que rayaba el alba. Como vio que no podía con Jacob, le tocó en el encaje de la cadera, y el encaje de la cadera se le dislocó mientras luchaba con él. Entonces el hombre le dijo: — ¡Déjame ir, porque ya raya el alba! Y le respondió: — No te dejaré, si no me bendices. El le dijo: — ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: — Jacob. El le dijo: — No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has contendido con Dios y con los hombres, y has prevalecido. 29 Entonces Jacob le preguntó diciendo: — Dime, por favor, ¿cuál es tu nombre? Y él respondió: — ¿Por qué preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Jacob llamó el nombre de aquel lugar Peniel, diciendo: “Porque vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma.” El sol salió cuando él había partido de Peniel, y cojeaba de su cadera” (Génesis 32:24-31)

Siempre en nuestras vidas luchamos por algo, siempre deseamos ser los primeros en cada paso que damos. Cuando queremos ingresar a la universidad o cuando queremos alcanzar algún objetivo se evidencia este deseo. Sin embargo, la forma cómo luchamos es igual de importante. Jacob fue alguien que luchó por lo que deseaba y no dejó de hacerlo hasta que consiguió su bendición, pero la pregunta es ¿cómo estás luchando? ¿es solo con tus fuerzas o es con la ayuda y gracia de Dios?

CADA UNO TIENE QUE LUCHAR POR SUS BENDICIONES

Necesitamos luchar, pero algo importante en medio de la lucha es ser perseverantes. Sin embargo, nuestra perseverancia tiene que estar basada en la confianza que tenemos en Dios. Si cada uno de nosotros confiamos y seguimos a Dios, Él siempre realiza lo que pedimos en nuestros corazones.

“Deléitate asimismo en Jehová y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4)

SI LUCHAMOS NECESITAMOS SERLE FIEL A CADA INSTANTE

 No es solo luchar por nuestras bendiciones, sino también es darle gracias por aquello con lo que nos ha bendecido grandemente, para que nuestro camino sea prosperado e inclusive podamos compartir.

“Levantémonos y subamos a Betel; allí haré un altar a Dios, que me respondió en el día de mi angustia y ha estado conmigo en el camino que he andado” (Génesis 35:3)

 No nos olvidemos de nuestro creador, necesitamos tener una actitud de reconocimiento constante, eso es fidelidad. Déjame contarte una historia: Había una vez un anciano que entró a una chocolatería y pidió el más rico chocolate que tenían, pues necesitaba llevárselo a una persona. Cuando el vendedor le preguntó para quién era, él cordialmente le contestó que era para su esposa que estaba en el asilo. El vendedor le dijo: “su esposa debe estar orgullosa de usted” a lo que el anciano respondió: “No, ella no sabe quién soy yo y es más ni siquiera me espera. Ella perdió la memoria”. El vendedor se soprendió frente a lo que estaba escuchando y le preguntó: “Entonces ¿Por qué  se afana tanto, si ella no sabe quién es usted y tampoco lo espera?”. La respuesta del anciano fue contundente: “Pero yo si sé quien es ella y sé dónde está” El reconocimiento de este anciano no estaba condicionado por las circunstancias, el decidió mantenerse fiel a pesar de todo.

“Y Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21)

SER BENDECIDO ES COMPARTIR LA BENDICIÓN

“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, sacudida y rebosante se os dará en vuestro regazo. Porque con la medida con que medís, se os volverá a medir” (Lucas 6:38)

Siempre que Dios decide bendecirnos es necesario compatir esa bendición con nuestros hermanos, con quien lo necesite. No recibimos para ser egoístas, sino para que podamos bendecir a otros, pues a través de estas actitudes, muchos conocerán más de Él, reconocerán que hay un Dios vivo y que siempre está atento a cada uno de nosotros y nuestras necesidades.

“Y todos los que creían se reunían y tenían todas las cosas en común. Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según tenía necesidad” (Hechos 2:44–45)

CUANDO NOS BENDICE LO HACE TAMBIÉN A NUESTRA GENERACIÓN

Cuando somos bendecidos por Dios, el maravilloso resultado es que los que nos rodena también lo son. Nuestra generación será bendecida por causa nuestra.

“Le dijo Dios: “Tu nombre es Jacob, pero no se llamará más tu nombre Jacob. Tu nombre será Israel.” Y llamó su nombre Israel. También le dijo Dios: “Yo soy el Dios Todopoderoso. Sé fecundo y multiplícate. De ti procederán una nación y un conjunto de naciones; reyes saldrán de tus lomos. La tierra que he dado a Abraham y a Isaac, te la daré a ti; a tus descendientes después de ti, les daré la tierra” (Génesis 35:10-12)

 “Su descendencia será poderosa en la tierra; la generación de los rectos será bendita. Bienes y riquezas hay en su casa; su justicia permanece para siempre” (Salmos 112:2-3)

LA BENDICIÓN VIENE DEL PADRE PORQUE ES UN DIOS DADOR

Frente a nuestros deseos, peticiones y anhelos Dios responde como solo un padre podría hacerlo. Él siempre está dispuesta a poder conceder las peticiones de nuestro corazón, Él cuida de cada uno de sus hijos. Siempre tenemos que pedir en el nombre su hijo Jesús, ya que Él intercede por cada uno de nosotros.

“En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo que todo cuanto pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:23-24)

CONCLUSIÓN

Dios  nos llama a ser constantes y que estemos siempre dentro de su voluntad, buscándolo día a día y es justamente allí, donde encontraremos todo aquello que buscábamos y anhelamos ¿Estás luchando por tu bendición o no? Tú tienes la respuesta.

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