Preparados para la cosecha final

//Pr. Eliud Cervantes\\

Este año comenzamos con una Palabra de parte de nuestro Dios para nuestro Ministerio. Este año es el año de la aceleración. Es el año donde el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente.

“En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David, y cerraré sus portillos y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado;  para que aquellos sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom, y a todas las naciones, dice Jehová que hace esto. He aquí vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán” (Amós 9:11-13) 

Ahora, toda esta aceleración tiene que ver con la reconstrucción del Tabernáculo de David, que es una imagen de la Iglesia que está bajo el Nuevo Pacto, la cual comenzó aún con la Iglesia primitiva. Eso lo podemos ver en las palabras de Santiago, el hermano de Jesús, el cual citó al profeta Amós como cumplimiento de lo que estaban viviendo: la conquista de las vidas en medio de los gentiles.

“Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre” (Hechos 15:15-17) 

Por tanto, reedificar el Tabernáculo de David, tiene que ver con alcanzar más vidas para el Señor; por eso la palabra del Señor dice: “…para que el resto de los hombres busque al Señor” y hoy estamos aquí para celebrar por las primeras cosechas que el Señor nos ha dado hasta aquí, las cuales son una señal de lo que nuestro Padre tiene preparado para nosotros hasta fin de año.

Tal vez has estado plantando semillas de fe por todo este tiempo, entonces anímate porque este año verás tu cosecha en cada área de tu vida, ya sea ministerial o familiar ¡Cree que va pasar este año!

Pero para la cosecha final, necesitamos tener algunas actitudes en este semestre que nos queda.

Pide lluvia al Señor 

“Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno” (Zacarías 10:1) 

Es interesante ver en este texto que no basta solo saber en qué estación estamos, sino tener una actitud en medio de esa estación. Estamos ya a mitad de año, y para poder ver la cosecha final, necesitamos pedir a Dios lluvia, en el tiempo de la lluvia.

No tengas esa actitud de que lo que sea será. No, acércate a la palabra de Dios para tu vida pidiéndole. La oración te posiciona a recibir lo que Él ya quiere darte. ¡La oración le permite intervenir y hacer posible cada situación imposible! (Lucas 18:27). A Dios le encanta cuando le pides, porque lo miras a Él y no al hombre.

Él cuida de cada estación de tu vida y te da la provisión 

“yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite” (Deuteronomio 11:14) 

En Israel, la lluvia siempre es una bendición muy necesaria para el crecimiento y la cosecha exitosos de las cosechas. En general, hay dos estaciones lluviosas mencionadas en las Escrituras: la lluvia temprana o del otoño (octubre a noviembre) y la lluvia tardía de la primavera (marzo a abril). Con la lluvia temprana, los agricultores comienzan a arar y plantar semillas. Luego, la lluvia tardía, que es aún más importante, madura los cultivos para la cosecha.

El hecho que Dios nos de la lluvia “a su tiempo”, nos habla del cuidado personal de nuestro Dios. No hay estación que nuestro Padre no esté viendo y cuidando de nuestra vida. Por eso podemos mirar el futuro con esperanza.

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías 29:11) 

Ahora, Deuteronomio 11:14, también habla de recoger “tu grano, tu vino y tu aceite”. El grano (pan) y el vino hablan de la Sagrada Comunión. El aceite habla de la unción del Espíritu Santo.

Este año, mientras continúas participando del pan y la copa, pídele a Dios una nueva revelación de Jesús ¿Qué hay del aceite, que representa la unción del Espíritu? El aceite lubrica las bisagras que crujen y los engranajes apretados para que funcionen sin problemas y de manera eficiente. Espiritualmente hablando, cuando la unción de Dios está sobre ti, las cosas te salen bien.

Su unción no está solo sobre ti sino también en ti para guiarte. 1 Juan 2:20 dice: “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” Esta unción dentro de ti te guiará en tus asuntos diarios. Es un saber en el interior que te guía en qué hacer, qué decir y en quién confiar.

No confíes en tu propio esfuerzo, confía en el Señor 

Este año, hagamos las cosas a la manera de Dios, dejémonos guiar por Su Espíritu, sigamos Su presencia y no dependamos de nuestro propio intelecto o fuerza para tratar de progresar. Cuando confiamos en Él y seguimos sus caminos, descansaremos y veremos una aceleración de cosas buenas en nuestras vidas.

“La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo;  tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin” (Deuteronomio 11:10-12) 

Cuando ellos estaban en Egipto, la forma en que cultivaban era a través de una dura labor, regando sus semillas a pie. Cuando Dios los llevó a Canaán, su tierra prometida, ya no dependían de su antiguo sistema de riego a pie. Dependían de la lluvia del cielo. En Egipto, tenían que mirar hacia sus pedales y ver su propio trabajo. En Canaán, todo lo que tenían que hacer era mirar hacia arriba y ver a Dios trabajar. Ellos dependían de Él para la lluvia. Ellos dependían de Él para cuidar su tierra.

Busca y depende de Dios para las bendiciones de este año. El mundo puede mirar hacia abajo y luchar usando sus propios esfuerzos, dependiendo de su inteligencia, talentos y fortalezas. Pero nosotros miraremos y dependeremos del Señor que cuida de nosotros.

¡Dios quiere que pidas y pidas más!

Pídele a Dios por estas lluvias bendiciones. Dios trabaja con la fe. Él trabaja contigo mientras le pides. ¿Por qué es importante orar y pedirle a Dios por las cosas que Él ya ha prometido? Porque cuando esto ocurra, sabrás que Él te respondió. Sabrás que Dios es tu fuente.

Dios quiere que codicies la bendición del Señor en cada área de tu vida. El último mandamiento en la ley te dice que no codicies: “No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:17).

Pero hay una cosa que Dios dice que DEBERÍAMOS codiciar o ambicionar: “Procurad, pues, los dones mejores…” (1 Corintios 12:31) ¡Dios quiere que ambicionemos los dones que Él tiene para nosotros! ¡Quiere que pidas por lluvia en el tiempo de la lluvia tardía! ¡No estás descalificado!

Las bendiciones de la lluvia se encuentran en la Iglesia 

Debemos seguir viniendo a la iglesia porque hay una bendición corporativa especial que Dios reserva para las personas que se reúnen.

“Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán (torrencial)” (Ezequiel 34:26) 

Nosotros, la iglesia, estamos construidos en el collado de Dios, la colina de Sion. Esta Escritura es sobre la iglesia. La iglesia no es un edificio; es la reunión de la gente de Dios. Donde sea que nos encontremos, ya sea en un edificio o en un campo, somos la iglesia.

Por tanto, en este semestre no dejes de participar de la vida de la Iglesia. Participa de las actividades de tu célula, discipulado y en todo lo que involucre el alcanzar más vidas para nuestro Señor Jesús. La lluvia se derrama sobre el collado de Sión, la Iglesia del Señor.

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