//Pr. Eliud Cervantes\\
En nuestra vida siempre atravesaremos temporadas oscuras o de pruebas como las que estamos viviendo, en ese momento es importante escuchar la Palabra de Dios, porque es ella la que nos sostiene.
Dios te llama prisionero de la esperanza, no de la desesperanza
En Zacarías, Dios tiene una palabra para su pueblo.
“Volveos a la fortaleza, oh prisioneros de esperanza; hoy también os anuncio que os restauraré el doble” (Zacarías 9:12)
Dios nos llama prisioneros de esperanza. Una vez, todos fuimos prisioneros de la desesperanza. La desesperanza puede venir en forma de pensamientos oscuros debido a las situaciones que estamos viviendo y esto invade tu mente, causando noches de insomnio y miedo al futuro. El mundo nos dice que no tengamos esperanza; pero Dios nos dice que no grites tu desesperanza, porque nuestro Dios es un Dios de esperanza. ¡Aleluya!
Puede ser que has recibido un diagnóstico del médico, o tengas problemas en el matrimonio, con los hijos, en el trabajo, o estás lidiando con situaciones difíciles, mira la respuesta. ¿Cuál es esa respuesta? Que hay un futuro brillante que te espera. El mundo esperan sin Dios, y muchas veces, sus esperanzas se desvanecen, como por ejemplo delante de esta enfermedad. Sin embargo, nuestra fe se encuentra en lo invisible, la sustancia de las cosas que se esperan (Hebreos 11:1). Tenemos fe en ello porque nuestra esperanza se basa en la sangre derramada de Jesús, que nos da una base sólida para creer en una vida vencedora, abundante y gloriosa.
Entonces, ¿cómo veo la esperanza en mi día a día? Si estás enfermo, la esperanza es imaginar tu cuerpo sano y completo. La esperanza es participar de la Santa Cena y confiar en que te estás fortaleciendo, incluso cuando los síntomas aún están en tu cuerpo. “…restauraré el doble”: lo que sea que hayas perdido, Dios promete devolverte el doble, ya sea en cantidad o calidad. ¡HABRÁ DOBLE RESTAURACIÓN EN TU CAMINO! ¡Dios no te devuelve el doble porque te lo mereces, sino porque la sangre de Jesús ha sido derramada en la cruz! La sangre santa, justa y divina tuvo que ser derramada para lavar nuestros pecados. Sin el derramamiento de sangre, no calificaríamos para ninguna de Sus bendiciones.
“Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua” (Zacarías 9:11)
¡Debido a la sangre, hemos sido liberados! Antes de ser salvos, estábamos encadenados a pensamientos negativos. ¡Ahora, estamos irremediablemente salvos, salvados en una prisión de esperanza!
Puedes tener una esperanza inquebrantable por la obra terminada de Jesús
Podemos tener esta esperanza porque Jesús llevó las llagas en Su espalda, nuestro dolores y soportó nuestras enfermedades (Isaías 53:5). No hay razón para que carguemos con nuestras enfermedades, porque Jesús ya los ha soportado todo. Imagina a un padre cuyo hijo está enfermo y sufriendo: el amor de los padres por su hijo es tan grande que tomarían el dolor de su hijo sobre sí mismos si pudieran. Ej: Accidente de mi hijo. Eso es lo que hizo Jesús. Él tomó nuestras enfermedades y dolores por nosotros en la cruz.
Una vez fuimos prisioneros de pecado. El bien que hicimos no pudo cambiar el hecho de que aún éramos pecadores. Ahora, debido al sacrificio de Jesús que nos ha hecho justos, no importa qué mal hagamos, ¡somos justos ante los ojos de Dios y prisioneros de la esperanza! El pecado es malo, pero cuanto más sepamos cuán irreversiblemente justo nos ha hecho Jesús, más el pecado no tendrá dominio sobre nosotros, más nos liberaremos de los hábitos pecaminosos, y más reinaremos en la vida (Romanos 5:20, 6:14).
En tu valle de problemas, Dios proporciona una puerta de esperanza
Las pruebas son inevitables en esta vida, pero sepa que las está atravesando y que saldrá por el otro lado.
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmos 23:4)
Puedes estar en un valle oscuro en este momento, y estás caminando a través de él, pero no estás solo. Mientras viajas por el valle, adquiere el hábito de meditar en la Palabra de Dios. Cuando medites, reflexiona sobre cada palabra en el verso. Mírate en el pasaje y permite que el Señor se te revele personalmente.
“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando” (Salmos 23:5)
¡Queridos, el Señor no prepara la mesa para ti en ausencia de tus enemigos, sino en presencia de ellos! Ya sea que tengas depresión, adicción o cáncer: Él prepara una mesa en presencia de tus enemigos.
“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días” (Salmos 23:6)
El “seguir” en hebreo significa “cazar” ¡La bondad y la misericordia te cazarán, te perseguirán!
¡CADA DÍA, DONDE ESTÉS, EXPERIMENTARÁS LA BONDAD Y LA MISERICORDIA DE DIOS QUE TE CAZARÁ!
“Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto” (Oseas 2:15)
“Valle de Acor” – la palabra “Acor” significa “problema” en hebreo. Ten en cuenta que esta puerta de esperanza no se encuentra en las cimas de las montañas; se encuentra en el valle. En tu valle de problemas, Dios ha puesto una puerta de esperanza. Cuando estés pasando por pruebas, busca esta puerta. ¿Cómo la encuentras y la abres? Abres la puerta esperando lo mejor. No escuches a todos los detractores. No escuches voces que te digan que tu situación está muerta y acabada. Escucha a Jesús diciéndote: “No tengas miedo”. No permitas que las palabras pesimistas de otros te acaben ¡Aférrate a la Palabra de Dios en tu vida!
En tus momentos más oscuros, hay esperanza
Rahab, era una prostituta en Jericó cuya vida cambió porque tenía esperanza en el Señor. En hebreo, la palabra “esperanza” es “ticvá”, y se asocia con una cuerda. La primera mención de “ticvá” se encuentra en la historia de Rahab. Josué y Caleb habían enviado a dos espías a Jericó, pero fueron descubiertos. Rahab, cuya casa fue construida en los gruesos muros de Jericó, ayudó a esconderlos de los soldados. A cambio del favor, Rahab pidió a los espías que evitaran la destrucción de su familia, ya que sabía que los israelitas vendrían a conquistarlos.
Los dos espías le prometieron esto:
“He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre” (Josué 2:18)
“tú atarás este cordón de grana”: el cordón significa esperanza, y su color grana representa la sangre de Jesús que nos libera de la desesperanza. Debido a la sangre, Rahab y toda su casa se salvaron de la destrucción. Cuando Dios hizo derrumbar los muros de Jericó, mantuvo la casa de Rahab en pie. Antes de que los espías le dieran la cuerda escarlata, cada vez que Rahab miraba por la ventana, temía la destrucción que se avecinaba en la tierra. Después de recibir la cuerda de la esperanza, miró por la ventana con una perspectiva diferente. Ella sabía que se salvaría. Del mismo modo, incluso cuando podemos ver la destrucción a nuestro alrededor, podemos esperar en la sangre de Jesús. ¡La sangre de Cristo nos ha garantizado un buen futuro! ¡De ser doblemente descalificada porque era gentil y prostituta, Rahab fue doblemente restaurada! Terminó casándose con el capitán de la tribu de Judá, Salmón, y se convirtió en la bisabuela del rey David y parte de la genealogía de Jesús.
Cierto día, Jacob también estaba angustiado por la pérdida de sus hijos:
“Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36)
“contra mí son todas estas cosas” ¡Jacob pensó que todo estaba en su contra, cuando en realidad Dios había cambiado todo para su bien! Su hijo favorito estaba vivo y bien, y salvaría a toda su familia del hambre. Es posible que no veas la provisión ahora, pero Dios ha prometido que hará que todas las cosas trabajen juntas para su bien (Romanos 8:28).
Nuestra posición, según la palabra de Dios es que somos prisioneros de esperanza. Incluso si hay una gran oscuridad que te rodea en este momento debido a la pandemia, no pierdas la esperanza. Confíe en Jesús para que tu futuro esté seguro en Él. ¡Ten una expectativa segura del bien! ¡Aleluya!